Los turistas han cambiado y sus requerimientos son cada vez más específicos. Hoy quieren conocer las tradiciones de los lugares que visitan, vivir nuevas experiencias, conectarse con la comunidad, vivir activamente la naturaleza; por eso, la oferta de productos y servicios debe ajustarse a esta nueva demanda, desarrollando productos innovadores y más competitivos. Continue reading
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El Gran Circuito del Paine
Chile tiene trekking y sin duda uno de sus destinos más importantes para esta práctica es Torres del Paine. Si bien hay muchos circuitos pequeños y menos conocidos para realizar en el Parque Nacional, intentar la aventura del Gran Circuito del Paine, que normalmente se hace en 7 días y 6 noches, permite conocer una parte importante de este rincón de la Patagonia, de hermosos bosques, extensos glaciares y paredes de roca de majestuosidad sin igual.
TEASER PAINE BIG CIRCUIT – CHILE NATIVO | Powered by OutdoorsTV© from OUTDOORS TV on Vimeo.
En Magallanes: Ultrafiord 2016
Tito Nazar nos cuenta su historia en esta duro evento de trail running, donde se desafió a correr 70K, explicándonos también su punto de vista sobre lo que significa ser autovalente en una carrera en estos hostiles confines de la Patagonia.
Texto: Tito Nazar
Fotos: Graciela Zanitti- iloverunn.com
Ultra Fiord (UF) hace charlas en varios países del mundo. Previo a inscribirme para correr mi última carrera, la Ultra Trail Torres del Paine, hubo una plática donde se tocó casi sin querer la Ultrafiord 2016. La UF se me incrustó en los ojos por siempre… y sólo sabía que debía correr los 70 K. Como la carrera es tan grande en términos mediáticos, si uno la estudia huele que es un evento internacional. El sitio web tiene un e-book con testimonios y fotografías, donde el comentario general es que el evento tiene una maravilla escénica épica, sumado a rudeza titánica de la Patagonia austral, a sólo 1500 K de la Antártica.
Barriales por mil, viento seguro y precipitaciones, eso se pronosticaba para los días de la carrera. Se podía sentir una tensión en el aire nunca antes percibida por mí en otras carreras: Ultra Fiord sonaba a algo salvaje y duro. Quien no asuma tal cosa se está metiendo en un desafío mayúsculo que le puede traer sorpresas contrarias.
Silencio y Nieve
Aún me considero más montañista que corredor. He visto gente en carreras que no tiene conocimientos de orientación, se meten a proyectos que les quedan muy grandes, no conocen de meteorología y muchas veces no son auto-valentes en la naturaleza. Van al cerro con amigos y en las carreras, por tanto si un puesto de abastecimiento no está (por dar un ejemplo), lo pagan mucho más caro que gente más experimentada en el cerro.
La montaña es un templo hermoso, que en su vertical presenta satisfacciones de tantas maneras como cantidad de personas hay en el planeta. En lo personal el circuito de UF fue de esas experiencias con mucho más sabor de lo que se vive en otros circuitos.
El sendero en general era de infinitas bajadas y subidas, pero cortas, permitiendo correr mucho. Una particular trepada fuerte, previo a la altura máxima (840 msnm) sería la zona de más exposición a los elementos cabrones de la Patagonia; sería un punto clave para el desenlace camino a la meta.
Tuve el gusto de correr con José Miguel de la Fuente (CHI) y Jordi Tosas (ESP). Al pasarme una vez me dice “tranquilo” y sigue su curso con un movimiento de manos muy peculiar y el ritmo más constante que haya visto en subidas-bajadas-plano.
Un sendero súper bien marcado que me dejaba contemplar el paisaje. Bosques tupidos otoñales rojizos, naranjos y verdes con una humedad altísima, con copos de nieve pequeños, de esos que caen lentamente como en las típicas películas japonesas, el piso acolchado por las hojas caídas.
En el bosque poco molestaba el viento, pero a la poca exposición se aparecía una sensación térmica del terror. El aire frío y penetrante, el silencio y la nieve cayendo casi toda la jornada darían un romanticismo a la carrera que me tendría embriagado de emociones profundísimas.
Sobredosis de Belleza
Se viene una trepada dura pero de suelo firme; le pongo algo fuerte porque el cuerpo me pide darle a tope, llego a la parte alta, y un plano con un puesto de abastecimiento. Espero a José Miguel, y él toma el frente mientras Jordi aparece de nuevo. Viene un sección preciosa con un entorno tan verde que es para mirar y escuchar por horas. Un cruce de río y de nuevo a trepar por pendientes suaves y cortas. Empiezo a pillar gente de las 100 M, 100 K y 50 K. Viene por fin otra subida fuerte y se nota rápidamente que la temperatura baja, anticipo que viene la temida zona montañosa por lo que, mientras camino, para no enfriarme, voy colocándome la tercera capa y mi bandana. JM y Jordi quedan algo más atrás.
La salida de la foresta a la montaña es abrupta y hostil. El viento empieza a pegar, trayendo consigo nieve que está en el piso y que también cae de las nubes, que están no mucho más arriba. Comienzo caminando para tantear el terreno, pero al llegar al plano veo que es corrible, por lo que elijo ponerle fierro para bajar y estar más protegido de los fríos.
El paisaje es tan bello. Nadie levanta la cabeza, muchos caminan, no supe cómo podrían caminar con tanto frío. Estamos metidos en los macizos mismos y a la derecha tenemos un glaciar digno del olimpo. A pesar de que las nubes cubren mucho, la belleza es absolutamente majestuosa. Los fiordos están esculpidos por los artistas más virtuosos del universo. UF entrega una sobredosis de belleza realmente única en el mundo.
Avanzando por la parte más alta, rocosa y nivosa del circuito, por fin se pierde altura entrando en zonas vegetales, comenzando con matas y árboles bajos que van ganando altura y grosor en sus troncos a medida que la altimetría se acerca a cero. La zona es altamente resbalosa, húmeda y divertida. Pero aparece el barro y mientras lo esquivo comienzo a asumir que ésta es la famosa zona que tanto vi en libros y escuché de la boca de la gente, por lo que pronto elijo poner el pie donde sea con tal de bajar rápido y no enfriarme. Si corro genero más calor y no importa cuánto me moje los pies, el cuerpo haría su parte mientras mantuviera el movimiento.
Bajando sorteamos un valle que llevaba un río con un agua maravillosa, digna de la Patagonia indómita. Paré un par de veces a abastecerme de ella… ¡demasiado tentador!
Con responsabilidad
El encanto de UF es ciertamente una cosa de otro nivel. Algunas carreras son para pasar un rico momento, otras son para desafiarte al extremo por el entorno inhóspito, otras tienen un poco de todo. Aquí estamos hablando de una carrera dura, no para principiantes; como desafío es una carrera hostilmente brutal.
Muchos saben que en la presente edición murió un corredor de 100 Millas: Arturo Martínez. En los medios locales se han fundado una cantidad de opiniones infinitas, para estar leyendo días. Es por lo anterior que me abstengo de estar del lado del corredor o del lado de la organización, o más políticamente decir que es culpa de ambos sin “buscar culpables”. Sí me atrevo a agregar que creo, firmemente, en la consolidación de distancias; creo que un corredor debe meterse en tramos que le acomodan y casi le quedan chicos. Ultra Fiord es una carrera para gente preparada, para gente que entrenó responsablemente para la distancia elegida. La pregunta que deberíamos hacernos ante cualquier carrera es: ¿soy capaz de autovalerme, en caso de emergencia, por 24 horas o más? Si la respuesta es no, hay que bajarse de distancia y así sucesivamente, hasta que la respuesta sea un sí. Es muy peligroso confiar en que los organismos te rescaten. Es una opción, pero a mi forma de ver, muchos runners sin puestos de control, mapas y charlas técnicas poco podrían hacer por ellos mismos en las distancias que se meten y eso los hace, desde ya, .un peligro para sí mismos y la organización. Invito al lector en concentrarse en la auto-valencia y consolidación de distancias antes que ponerse en manos en terceros.
Estar fuera de la zona confortable requiere preparación muy seria. No estoy culpando a nadie. Sólo reflexiono qué puedo hacer yo para evitar depender del resto y evitar al máximo esperar ayuda externa y cruzar los dedos que me puedan salvar de mi apuro. Ultra Fiord fue una carrera que pienso repetir.
Agradecimientos
Agradezco a Volkanica Outdoors por apoyarme para ir a la carrera
Ascenso Monte Donoso
En una sacrificada expedición en los lindes del glaciar Tyndall, un grupo de expedicionarios enfrenta bosques, turbas, cajones llenos de nieve y el inclemente azote de los elementos, haciendo cumbre en un poco explorado cerro del Parque Torres del Paine, en la región de Magallanes
Texto y Fotos: Francisco Javier Rodríguez
Ubicado en el sector sur-oeste de Parque Nacional Torres del Paine y en las inmediaciones periféricas del gran glaciar Tyndall, el Monte Donoso resalta por su morfología cónica que le da un notable aspecto volcánico, con sus 1450 metros sobre el nivel del mar. Esta montaña debido a su acceso y lejanía, es pocas veces ascendida, a comparación de sus vecinos, sin embargo para el que ose internarse en sus laderas, ofrece una vista inigualable del área protegida que la acoge, principalmente el área sur, circundada por la cuenca del Río Serrano.
Rodeado en su base por extensas zonas de turba y cubierto hasta la cota 800 aproximadamente por densos bosques de lenga, su acceso resulta un arduo trabajo de orientación y paciencia. El acceso a esta montaña está por la ruta vehicular que dirige hacia guardería Grey o desde el río Serrano, el cual pasa a sus pies.
Kilómetros en plano
La expedición compuesta por Iván Gomes Torres, Romano Marcotti Murua y quien redacta, se inició en el puente Grey: allí se dejó el vehículo y dio inicio a la aproximación hacia la montaña y área de campo base. Siendo mediodía tomamos rumbo dirección hacia el Monte Donoso, distante a 8 kilómetros. La ruta inicia adentrándose en una extensa pampa, la cual a ratos es cruzada por pequeños manchones de bosque y brazos del río Blanco. Superada la zona esteparia y ya en directa dirección hacia el macizo, nos internamos de lleno en el bosque, el cual se torna el escenario hasta llegar a la zona de campamento. Zonas arbustivas, turba, ríos, bosque, es la tónica de la aproximación hacia esta montaña, siendo altamente agotador. Por algunos lapsos es posible tomar senderos generados por ganado domestico que habitan en los alrededores del sector, senderos que facilitan de sobremanera el paso por estas zonas de vegetación con difícil acceso, sin embargo, la mayor parte del tiempo es apertura de camino y orientación.
Los primeros kilómetros son planos, mientras que superando la zona de turberas, el desnivel se hace notar. Cubiertas de arbustos, las laderas se elevan interceptadas por profundas quebradas con torrentosos ríos, los cuales hay que cruzar para proseguir el ascenso hacia el área de campamento.
Eclipse de Luna
Al toparnos con la quebrada que separa el Donoso del grupo de cerros denominado Senos de Katherine, logramos percatarnos que se trataba de una frontera natural de unos 50 metros de profundidad, levantándose escarpadas paredes a ambos lados, por lo que se hacía imperante seguir ascendiendo por el valle hasta lograr encontrar un paso apto para bajar al río, cruzarlo y montarnos finalmente sobre la falda del Monte Donoso.
Hacia el otro lado del río, ya a la cota 600 aproximadamente, se abre una extensa llanura atravesada por un delgado riachuelo, y siendo alrededor de las 19:00 horas, el lugar se tornaba excelente para montar nuestro campamento base por dos noches.
Justo en frente de esta zona de campamento, finalmente logramos divisar una parte en donde la quebrada disminuía ligeramente su inclinación, permitiéndonos así cruzar.
El lugar era idóneo, se abría un claro entre la densa masa arbustiva y boscosa, si bien algo húmedo en las inmediaciones del riachuelo, perfecto para montar campamento. A unos 10 metros del curso de agua , sobre un montículo rocoso, nuestro lugar de descanso nos entregaba además, buena vista hacia el horizonte oriental.
Cansados y con hambre, dividimos las tareas, carpa, cocina, ¡y mate! Rápidamente las acciones se ejecutaron y, al cabo de una hora, estábamos cenando sentados mirando hacia las montañas y valles. Las condiciones climáticas eran muy buenas, no corría viento, la temperatura era agradable y se esperaba una noche estrellada y eclipse lunar. Sin pensarlo mucho, sacamos los sacos y quedamos listos para el vivac.
A eso de las 23:00, cuando ya pensábamos que no era la noche de eclipse y peleando contra el sueño, comienza el espectáculo astral. Ver un eclipse de luna, justo frente al campamento en una montaña, con condiciones climáticas perfectas y vivaqueando con los amigos, es sin duda alguna, uno de los momentos más increíbles que el montañismo te puede regalar.
Donoso se muestra
A la mañana siguiente, el día amaneció algo cubierto, sin nada de viento, pero el pronóstico decía que durante la jornada se iría despejando. Rápidamente dispusimos a hacer el desayuno, preparar el equipo y comenzar el intento al Donoso. Debíamos alcanzar una loma de 100 metros aproximadamente por sobre nosotros, para ver cómo era la parte alta de la quebrada, que debíamos seguir ascendiendo hasta lograr divisar nuestro objetivo.
Al alcanzar el punto señalado, pudimos ver en su totalidad el largo recorrido que nos quedaba aún para alcanzar el nacimiento de la quebrada; si bien el desnivel no era importante, la cantidad de nieve era absolutamente diferente. Se auguraba una jornada agotadora, pero teníamos el día completo para el intento a cumbre. Al internarnos sobre este cajón boscoso y nevado, el terreno se presentaba a ratos transitable y a ratos con nieve hasta la cintura, Sin embargo, todo esfuerzo tiene su recompensa, ya que comenzamos a divisar, en dirección oeste, un extenso mar blanco: se trataba del gran glaciar Tyndall, y a nuestra izquierda, el imponente Monte Donoso, con un cono perfecto imponente y solitario que se alzaba sobre nosotros, y su cima de hielo, que cubierta por densa nubosidad, se mostraba cada ciertos minutos.
Eran las 12:00 cuando divisamos el macizo, es cierto, era tarde, el ascenso a la cumbre lo calculábamos por lo menos con tres horas más en el bolsillo. Esto hizo que por segundos la moral bajara un poco, ya que no pensábamos que después de toda la mañana ascendiendo, la cumbre se mantuviera aún tan lejana. El terreno oscilaba entre extensas áreas cubiertas de dura nieve y largos acarreos. Cercano a la media tarde nos ubicábamos sentados en un expuesto filo bajo la cumbre, alzándose ésta 50 metros por sobre nosotros.
El intento final
Por decisión del equipo, dos quedarían en el filo mientras uno intentaría la cumbre. Es por este motivo que dispuse a poner mis crampones e intentar coronar el Donoso. La ruta es muy expuesta, no recomendable en días de viento. El hielo era de buena calidad, lo cual permitió un ascenso firme y seguro. A medida que ascendía, el desnivel era más notorio y el horizonte más amplio. Finalmente a las 15:30, después de varias ocasiones fallidas de intento de expedición, debido a las condiciones climáticas, ¡lográbamos alcanzar la cima del bello Monte Donoso!
El escenario lo conformaba la cuenca del Río Serrano, Monte Balmaceda, Monte Ferrier, Cordillera Paine, Glaciar Tyndall, Glaciar Geike, etc. Un contexto espectacular. Las cornisas de hielo expuestas hacia dirección sur-este mostraban la fuerza con que el viento azota la cumbre.
Las condiciones se prestaban para sentarse, mirar el paisaje, fotografiar, grabar, por varios minutos. Es una montaña lejana, de largo acceso, por lo que merece la pena darse un tiempo para disfrutar su cima.
Decidimos tomar otra ruta de descenso para de esta forma evitar el paso por el cajón nevado y facilitar el trayecto. Mantuvimos la cota por varios minutos, siempre por sobre el nivel boscoso, hasta llegar al punto donde debíamos descender a un cajón nevado, que para nuestra fortuna presentaba excelente estado de nieve, producto de la sombra que casi día completo le daba a esta parte de la montaña. A eso de las 19:00 horas estábamos en el campamento nuevamente. Las nubes ya se anaranjaban, anunciando el atardecer y junto con ello, el descenso de la temperatura.
Para esa noche había luna llena, primera noche eclipse y ahora luna llena, ¡más no se podía pedir! Estaban anunciadas precipitaciones leves matutinas, por lo que decidimos dormir en carpa, para no despertar cuando ya las plumas de los sacos estuvieran estilando.
Démosle por la turba
Al día siguiente, efectivamente la lluvia se haría presente; desayunamos, levantamos campamento y emprendimos marcha. Precipitó sin parar por largo tiempo, lo suficiente como para ablandar las turbas que tapizan los pies del Donoso, y que debíamos cruzar. Al descender totalmente de la montaña, vimos que al final de una extensa turba, de a lo menos 1 kilómetro, nacía un sendero de ganado que se internaba en el bosque, el cual nos hizo pensar que podría llevarnos hasta las pampas que conectan con el camino vehicular, ahorrándonos de este modo abrirnos paso por los matorrales, bosques impenetrables y quebradas que habíamos cruzado el primer día.
Ya mojados, cansados y con hambre dijimos “démosle por la turba no más”, y comenzamos a internarnos en el mar de Sphagnum magellanicum, conocido como “Turba Roja”, siendo este tramo sin duda el más agotador de todo el descenso de la montaña.
Una hora estuvimos insertos en el mar de turba, a ratos tirando una par de “chuchadas”, pero finalmente al lograr salir de esta e insertarnos en el sendero que veíamos desde la montaña, hasta abrirnos paso hacia la gran pampa que en cosa de minutos nos llevaría hasta el vehículo. A las 14:00 horas, bajo un radiante sol, estábamos cruzando el Puente Grey para dar así fin al ascenso del gran Monte Donoso.
Senderos y Aventuras en Torres del Paine
Durante la tercera semana de marzo se llevó a cabo la segunda versión del Trail Adventure Torres del Paine, evento en categorías de 12, 25, 50 y 90K que reunió a más de 250 corredores. Aquí mostramos no solo el evento, sino que también el ambiente salvaje de la Patagonia, que envolvió este evento con una paisaje lleno de vida.
Texto y Fotos: Francisco Ibarra
En Cordillera Baguales: Castillos Australes
En todas las oportunidades que me permiten viajar hacia el norte de la comarca de Última Esperanza, pasando el tradicional cruce que nos dirige hacia el Parque Nacional Torres del Paine, y mucho más allá de las instalaciones de la antigua estancia Cerro Guido, siempre y de manera magnética se hace notar un cordón montañoso de aspecto agudo y color negro pizarra, que se sobrepone a las extensas pampas que la circundan, se trata de la conocida Sierra Baguales.
Texto y Fotos: Alfredo Soto
Muy importante para los indios tehuelches o aonikenk, la Sierra Baguales era un espacio que estos mismos indígenas aprovechaban, usando las curiosas elevaciones que en su formación se transformaban en un potrero natural para caballos. Solitarios, vagaban por las pampas, escapados de sus domesticas fortificaciones españolas en los tiempos de la conquista del pueblo americano.
En otras oportunidades escalando cerros menores de esta provincia, siempre había un fondo en que la Sierra Baguales se me presentaba. Eso fue hasta que en conjunto con amigos y alumnos de la Universidad de Magallanes hice una convocatoria para poder contratar un vehículo y compartir el entusiasmo, para así poder viajar a estos sectores y explorar el área en época invernal. Esto lo hacía asumiendo que la bajada del río Baguales, tuviera una corriente disminuida por las bajas temperaturas.
El llamado tuvo el resultado siguiente: tres alumnos del Magister Antártico de la UMAG aparecieron, Eñaut Izaguirre, Diego Espinoza y Sebastian Ruiz, junto a el ex – alumno y ahora colega Javier Vivar, y por último Renato Méndez, un viejo amigo que ofrecía su vehículo y con quien ya teníamos experiencias juntos en montañas de la Región.
Conseguimos salir al término de un día de trabajo, para dirigirnos hacia Puerto Natales y usar la ciudad como dormitorio y luego continuar de madrugada hacia los contrafuertes de la Sierra y explorar las posibilidades de hacer algún cerro. En el trayecto y como se presentaban las condiciones, nos fuimos entusiasmando y cambiamos los planes. Estando en las cercanías de la Estancia Cerro Guido, a oscuras, con terrenos nevados, y solo guiados por mi instinto decidí que nos quedaríamos cercanos a la ruta y esperaríamos por la luz del alba para ver hacia dónde dirigirnos. El vehículo amplio y confortable nos permitió acomodarnos y dormir en su interior; Javier que decidió armar su carpa inmediatamente fuera del vehículo.
Hielo y Magia
A la mañana siguiente despertamos por el rigor del frío matinal; era una mañana de viento y con cóndores planeando muy temprano. Decidimos movernos hacia el río Baguales; al llegar a su orilla, nos percatamos que efectivamente su torrente estaba disminuido, pero con gruesas capas de hielo que no nos permitían dilucidar el fondo del mismo, como para lanzarnos en medio y cruzar con el vehículo. Luego de una minuciosa evaluación de las condiciones, todo quedó bajo la responsabilidad y criterio de Renato que era el dueño de la van. Nos encaramamos en el vehículo y cruzamos casi a ciegas, sin saber del fondo del río Baguales y así continuamos victoriosos por un camino poco transitado. Los guanacos corren por las pampas señalando la poca frecuencia de vehículos y personas como nosotros, que rompimos la monotonía del viento y de las luces mágicas del invierno avasallador.
Luego de unos 8 kilómetros al interior, vamos evaluando la entrada ideal hacia las montañas que quedaban directamente al Norte de nuestra trayectoria. Hasta que llegamos a una tranquera. Allí nos quedamos, a orillas del camino y armamos el campamento para posteriormente continuar hacia las elevaciones nevadas de pastizales de coirón; el día estaba muy frío y con nevadas intermitentes.
A medida que nos elevábamos, la temperatura se hacía sentir muy baja. Nos dirigimos hacia una cumbre innominada; caminamos entre pequeñas quebradas llenas de “voladeros” de nieve, aproximándonos hasta la base de una de las montañas elegidas del mismo cordón Baguales. Antes de entrar en la pendiente, de pronto, el viento arrecia, no se detiene, aumenta su furia y levanta mucha nieve, lo que nos hace devolvernos y refugiarnos detrás de una gran roca. Allí decidimos comer algo e hidratarnos, pero el viento arremolinado nos hace titubear y nos azota igual detrás de la gran roca. De pronto se tranquiliza y enfrentamos la pendiente.
Vendavales
El sol está bajo, pero estamos con mucho ánimo. Tanto Diego como Sebastián se adelantan y van abriendo la ruta entre firmes y no tan firmes rocas de basalto negro. Hacia el Valle y con grandes nubes comienza a abrirse el cielo…y nos percatamos del enorme escenario que nos esperaba. Estas mismas nubes se localizan en la cumbre de nuestra montaña lo que nos hace dudar cuánto nos faltaría; mis cálculos eran de unas dos horas más, pero se nos venía la noche y el frío y más viento. Llegamos a un peñón que sobresalía de la montaña y de allí un filo que se desviaba hacia el Este, dando un gran rodeo a la montaña… lo que significaba demorar más de dos horas. Evaluada la situación, decidimos devolvernos y sentirnos alegres con lo explorado y la aventura, que ha estado envuelta en grandes vendavales de viento y nieve.
El retorno fue tranquilo, con algunas imágenes de la puesta de Sol que reflejaban las paredes de la montaña, dándole un tinte dorado a todo el sector. Ya de noche vamos descendiendo y vimos luces de una estancia que se encontraba muy cerca de nuestro campamento, sin habernos percatado en la subida. Ahora con sus luces podíamos darnos cuenta que estaba muy cerca.
Ya ubicados en nuestro campamento, algunos decidieron dormir en sus carpas. Yo me quedaría en la van, cambiándome de ropa y buscando más comodidad y confort. De pronto recibimos una visita: alguien que provenía de la estancia, un joven ovejero, nos invitaba a su morada a cenar. ¡No podíamos creerlo! Ya casi dispuestos a pasar una noche gélida en pleno invierno en un lugar remoto de la Patagonia, como viniendo de una galaxia extraña, se apareció este típico personaje, que nos invitaba a compartir su rancho.
Acogidos
Nos apresuramos en cambiarnos de ropa, y nos dirigimos hacia esta pequeña casa que poseía las comodidades mínimas. Al entrar nos recibe muy amablemente Roberto y su señora, quienes habiéndonos vistos antes, en el momento que subíamos, se dedicaron a prepararnos una cena. Nos sentimos muy bien acogidos, sentados alrededor de la mesa; Roberto y su mujer nos enfrentan a una enorme olla con un estofado de carne, jugosa, mezclada con papas, cebolla y pan casero recién salido del horno. Parecía extraño recordar que hacia pocas horas estábamos parapetados detrás de una gran roca, vapuleados por el viento que nos golpeaba el rostro con la nieve recién caída y ahora, en cambio nos mirábamos sin la protección del vestuario, conociendo la solitaria vida de estos jóvenes estancieros, y deleitándonos de su contundente cena. La noche avanzo y entre carcajadas y buenos vítores de la vida nos despedimos y nos refugiamos en nuestro campamento no sin antes recibir la invitación cordial a tomar desayuno al día siguiente.
Y así luego de lo comprometido, bien desayunados y sin dar más de bien atendidos, armamos nuestro retorno y nuestro buen Roberto nos pide un favor: si teníamos un espacio para llevarlos a Puerto Natales. Eso fue una gran oportunidad de sentirnos más agradecidos de su hospitalidad: Roberto se nos convirtió en un excelente guía.
Fue una aventura dura, por el frío y las nevadas, agotadora en la lucha del ascenso por el viento, pero gratificante, cálida y generosa por su gente, que vive en la inmensidad de las pampas, aislados a veces sin posibilidad de socializar. Salvo en veces contadas, como ocurrió esta vez fortuita para Roberto y su esposa con nosotros, un grupo de amantes de la naturaleza que se hizo más amigo y a la vez conocedor de su propia tierra y gente maravillosa.
SUP Expedición Magallanes
Una mezcla de dolor e impotencia, es lo que sentí al ver las imágenes del devastador incendio que arrasó con miles de hectáreas en Torres del Paine. Apenas 2 semanas antes había podido vivir una de las experiencias más gratificante de mi vida en Magallanes, y especialmente allí mismo donde se inició el incendio, frente al glaciar Grey. Nuestra naturaleza cambia siempre y las experiencias que nos entrega un lugar son cada vez únicas e irrepetibles.
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Ascenso al Monte Ferrier
La Cordillera Paine, con sus 4 principales grupos montañosos, Paine Grande, Cuernos del Paine, Almirante Nieto y Torres del Paine atrae gran cantidad de montañistas, de diferentes partes del mundo, que se animan a alcanzar las escarpadas y gélidas cumbres de este remoto lugar de la Patagonia chilena. Sin embargo, las cimas no solo se concentran en el denominado macizo Paine: los límites al poniente y al sur de esta área protegida se encuentran rodeados de bellos cordones montañosos.
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Torres del Paine entre los 35 parques nacionales más bellos del mundo según Huffington Post
“¿Cuál es la manera de darse cuenta cuán maravillo es nuestro planeta? Simple: visita los parques nacionales más espectaculares del mundo”. Así comienza la nota publicada por Huffington Post, medio digital que seleccionó los 35 parques más destacados del planeta. En el N° 18 del Ranking se encuentra Torres del Paine, parque de más de 180 mil hectáreas ubicado en la Región de Magallanes y declarado reserva Mundial de la Biosfera en 1978.
En lo alto del cerro Prat en Magallanes
Como parte de la gran sierra Prat, ubicada en la provincia de Última Esperanza, el cerro Prat (1.586 msnm) es la montaña más alta de las tres que componen esta bella cordillera. Alzándose sobre el fiordo Última Esperanza otorga una vista espectacular de la provincia, observándose las siempre nevadas cimas del norte y occidente de la región junto a los fiordos del sur y la gran pampa patagónica del oriente. Continue reading
Al borde del glaciar Grey en Magallanes
Acampar en un glaciar de Patagonia permite entender el paso del tiempo, y ayuda a visualizar las fuerzas milenarias que, con su paso van moldeando al planeta. Esta es la experiencia de un grupo que pudo vivir en terreno una clase magistral de glaciología, conociendo un sector poco conocido del margen oeste del glaciar Grey. Continue reading