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Tag Archives: Tito Nazar

ANDES TRAIL TRAIN

Se trata de una carrera distinta a las convencionales de trail, donde los corredores deben pasar por las líneas férreas del Ferrocarril Trasandino Los Andes – Mendoza, que dejó de operar hace 32 años y que hoy es un lugar patrimonial. Esta zona, que hoy está en ruinas, volvió a tomar vida con esta carrera. Tanto expertos como aficionados pudieron participar en distancias de 33km, 23km, 14km.

Texto: Tito Nazar / Fotos: Francisco Ibarra

El trail running es un deporte que se practica en cerros no escarpados, lomas y valles. De estos hay tantos en nuestra cordillera que es fascinante hacer proyectos para conocerla, ya sea en forma de travesías personales o en carreras.

El Andes Trail Train me llegó sin haberlo planeado. Y al estudiar la ruta no puedo mentir al decir que no la compré mucho. Era una carrera de 33 K con un desnivel de 1500+ por senderos que iban paralelos a una línea férrea que conectaba Chile con Argentina por el sector del Paso los Libertadores. La gran novedad era que tendríamos que pasar por los túneles que usaba el tren para el transporte de carbón y pasajeros. Era un trayecto sólo de subida y relativamente constante, no era una carrera muy técnica. Pero, ¿Por qué no intentarlo? Si al final era una carrera y siempre cualquier evento puede dar una o más sorpresas.

ANDES TRAIL TRAIN

Partida de los 16 kilómetros en estación Juncal.

Además íbamos a disfrutar de algunos lujos: comida abundante, uso de las piscinas del Hotel Portillo, con vista a la Laguna del Inca y a las montañas que le rodean

El sendero de la carrera carecía de toda marcación sólo había que seguir la huella vehicular junto a los remanentes de las líneas del ferrocarril y entrar a la gran mayoría de los túneles: ¿Les mencioné que en la carrera era obligación correr con casco y linterna? En algunos túneles existía la posibilidad de que cayera alguna piedra y además por su extensión, se convertían en una verdadera boca de lobo.

Desde el comienzo hasta el final el 95% del trayecto sería en subida, pero siempre con una pendiente tan suave que una persona relativamente entrenada podría correrlo en su totalidad. La meta se situaba sobre los 2.700 metros por lo que el mal de altura podía ser un factor a considerar si se buscaba correr exigido.

ANDES TRAIL TRAIN

Leve desprendimiento de la ruta, kilómetro 14.

La temperatura estaba muy tolerable debido al viento ascendente que soplaba desde el valle hacia el cerro. Esto permitía a los participantes correr a toda máquina y evitar el exceso de sudoración que produce una pérdida importante de líquido.

Pasado el primer tercio de la carrera, el paraje tomó vetas muy interesantes: El camino pasaba por estaciones abandonadas erosionadas por el tiempo, que contrastaban con cerros con cascadas de agua en las partes más bajas y manchones de nieve colosales que vertían sus derretimientos.

Cuando aparecieron los primeros túneles de corta envergadura fue innecesario encender la linterna. Ya desde la mitad de la carrera se puso totalmente sabrosa la cosa.

En un momento  pasamos por una cascada natural que caía por un muro de contención de avalanchas y protección de desprendimientos de material. Tuvimos que pasar muy cerca de ella mojándonos un poco; rico y refrescante especialmente para los pies.

Algunos túneles eran particularmente extensos. Uno tenía una especie de tragaluz que daba una imagen muy cálida al contrastar las tinieblas, y el haz dejaba ver el polvo en suspensión. Lo anterior estaba acompañado por el eco de los pasos mientras pasábamos por los hierros que perduraban a pesar del transcurso del tiempo y conservaban su solemne forjado.

Había otro túnel algo corto, de unos 30 metros. Al intentar salir nos encontramos con que  se había acumulado tal cantidad de tierra que solo pudimos salir gateando como lagartijas y en ascenso hasta que finalmente de la oscuridad total nos enfrentamos a la luz encandilante del sol.

ANDES TRAIL TRAIN

Puente de tren antes de empezar la pendiente.

Hubo un momento para muchos tortuoso y para otros chistoso. Había una cuerda fija puesta en la parte izquierda de uno de los túneles. La entrada era obscura. Luego de un avance de un par de metros y ya cerca del final se veía una posa de agua, y era muy helada porque no le pegaba el sol. Era imposible esquivarla y el agua nos llegaba hasta los muslos. Después de salir, muchos sentimos calambres o molestias musculares por el exceso de  frío. Nadie se esperaba tal fenómeno y terminó siendo una de las secciones más comentadas de todos los participantes.

Entre los túneles, la huella vehicular casi desaparecía entre las rocas que llegaban desde los acarreos. El pasto crecía entre ellas y el sendero se puso técnico. Había que avanzar muy concentrado para evitar caídas o torcerse un pie.

Al ganar más altura vi a mi izquierda la cuesta que miles de vehículos cruzan todos los días, unos van hacia Argentina, otros vienen hacia Chile. Luego apareció por fin un cruce de calle, cambiamos de ladera, (lo que indicaba que quedaba poco), y apareció el techo del Hotel Portillo.

Una bajada (quizá la única de más de 50 m), curva a la derecha y perfilé hacia la meta… increíble, me llevé el segundo lugar de la general después de Sebastián Olguín.

Andes Trail Train es una carrera distinta, tiene pasadas muy simples pero en general requiere concentración por las secciones de rocas caídas desde las laderas. Los túneles son de muy simple progresión, pero son algo tan ajeno a todo lo que uno suele exponerse en el trail running que al pasar por esas moles de obscuridad inspiran observación y maravilla. Luego de la carrera, un almuerzo realmente abundante y masajes fueron la mejor previa para meterse a la piscina con la mejor vista de Santiago.

¿Qué si la recomiendo? Totalmente, hay que correrla, vivirla.

Agradezco a Berg Cycles por entregarme la mejor bicicleta de ruta; la Fuego 95 Carbo y a las barras alimenticias Way Bar que me aniquilan el hambre de verdad.

Sigue a Tito Nazar en Twitter: @titonazar

Trail Running en Santiago: The North Face Endurance Challenge

El Endurance Challenge es la carrera de trail running que más corredores convoca. Con cerca de 2 mil participantes, es incuestionablemente la fiesta del trail running de Chile. Estaba inscrito para los 80 K, pero una lesión me dejó fuera. Aún así no me lo iba a perder así que opté por ir de espectador. Mi frustración era elevada, sin embargo viví experiencias profundas que me marcaron tanto como si hubiera participado del evento.

Texto: Tito Nazar

Me encontré con Claudia Fabbri, la pareja del corredor Enzo Ferrari, cerca de las 20 horas. Recogimos a César Montoya, que sería su pacer (se usan en las categorías de 160k y son personas que entregan apoyo moral a los corredores. Ellos conocen en profundidad a los competidores y les dan un apoyo sicológico y los cuidan hasta la meta). Llegamos a Antawaya, lugar donde lo atajaríamos. Miles de veces calculamos la hora que pasarían los punteros. El plan era asistir a Enzo e irnos a dormir a Santiago para luego esperarlo en la meta. Las pinzas: el corredor que iba en primer lugar pasó a las 2:30 AM lo que hizo que tuviéramos que capear el frío conversando hasta no poder más, matando el tiempo mientras esperábamos Ferrari. Sabía que la corredora Andrea López y Loreto Pérez (su pacer) estaban machacando al sendero duramente. Recuerdo que con un inmenso frío me dormí sobre una camilla de masajes de KMP. En eso se acercó Claudia diciéndome que Enzo se iba a bajar de la carrera, que debíamos ir a buscarlo.

The North Face Endurance Challenge

Luego de una breve charla técnica (y motivacional!), el nerviosismo y algo de ansiedad se toma el basecamp de los 160 K. No son ni las 6 AM y más de 50 competidores se alinean en el punto de partida. Foto: Claudio Vicuña

Manejamos para ir a socorrerlo. Me costó procesar como alguien tan sólido como Enzo se hubiese bajado de la carrera. No tenía la pinta de un corredor demacrado con 130 Kilómetros acumulados en el cuerpo. Perderse en un tramo fue muy desmoralizador para él. No pudo quitarse esa espina de la cabeza, y en un trail de 160 K la mente manda por sobre el cuerpo.

Ya había amanecido, y para poder obtener material para este reportaje me quedé en la zona de Meta/Partida.

The North Face Endurance Challenge

Diane Van Deren, la atleta estadounidense que vino a Chile y por primera vez se aventuraba a correr los 160 kilómetros. Cronometró 35:49:17 y llegó a la meta en la tarde del día sábado en medio de la lluvia. Foto: Claudio Vicuña.

Ya se empezaba a respirar un aire especial a la llegada de los 21K. Ver a los ganadores es interesante, pero ver al 50 por ciento más lento de las categorías tenía algo místico que nunca me había detenido a contemplar: pasión, voluntad meditada en cada paso y por sobre todo un sentimiento intenso de sufrimiento. Ver a las personas dar cada tranco sufriendo y alcanzando su propio nirvana, era una escena que se percibía cada vez más y más en la meta de la carrera.

En los 80K muchos padres llegaban al final acompañados de sus niños que los esperaban para cruzar la meta. Era ciertamente emocionante verlos trotar con esa fuerza que nace del “cumplir con lo prometido a sí mismos” pero a la vez detrás de las cortinas se percibía el orgullo de esos padres de mostrarle a su progenie cómo se deben hacer las cosas en la vida.

The North Face Endurance Challenge

Es tercer año en que las inmediaciones de Antawaya y sus cajones cordilleranos son parte de la The North Face Endurance Challenge.
Foto: Jeremías Marinovic

La culminación del Endurance Challenge era una especia de “U” con esquinas en 90 grados. Recuerdo que un competidor a dos esquinas de terminar le dio un calambre tan repentino que se cayó estrepitosamente al piso. La gente cercana fue corriendo a alentarlo, y él en la adrenalina, con un sufrimiento expresado crudamente en su cara, se levantó con una garra inquietante. Sin embargo, su músculo contraído le dijo que “no” y el tipo volvió a caer. El corredor se paró sujetándose de las barandas laterales para cruzar la meta cojeando como pocas veces he presenciado.

Ya durante la tarde me acordé de mis amigas Andrea y Loreto. Quise ir a buscarlas. A eso de 1K de la meta fui a mirar y a animar a los corredores. A lo lejos vi a alguien; Paola Castelvecchio. Venía con una banda en la rodilla izquierda, con una cojera pronunciada que sólo le dejaba caminar con sus bastones, pero ella iba feliz como si todo estuviera bien. Le pedí permiso para seguirla a la meta. Miré y no paré de sorprenderme de su humor tan elevado a pesar de venir en tan paupérrimas condiciones. ¿Cómo Paola podía estar tan positiva moviéndose de esa manera? Más cerca de la meta, más gente la acompañaba. Al llegar al final, la esperaban varios amigos, y por fin rompió en lágrimas terminando sus 50 K fichando una de las llegadas más emotivas que he visto.

The North Face Endurance Challenge

Bien de madrugada, a los pies del cerro Carbón y con Santiago de fondo, los corredores de la máxima categoría de la carrera –los 160 kilómetros– hacen las primeras horas de la competencia sin luz. En la foto, Pablo Pérez y Enzo Ferrari, ganador de la versión 2015 de la carrera. Foto: Matías Donoso.

En la meta con muchas cervezas en el cuerpo me topé con Nicolás Pérez. Tenía una cara lúgubre. Me dijo que lo “cortaron” de los 80K. Me contó acongojado que iba corriendo y que no se sentía muy bien. En un momento del trayecto vió a un corredor en serios problemas y decidió ayudarlo y lo sacaron de la carrera, ya que no llegó a un punto de control a tiempo. Cuando terminó su explicación sus ojos estaban empapados en lágrimas, tenía fraccionada el alma. Nicolás había entrenado fervientemente para correr sus primeros 80K, y por actuar solidariamente no pudo terminar con su cometido. Nicolás no es sólo un tecnólogo médico que corre ultra distancias, sino que es un hombre de verdad.

The North Face Endurance Challenge

Israel Escudero (Argentina) junto a su hija en la meta. Llegó a la meta luego de cronometrar 30:25:34 y quedó séptimo en la general. Foto: Matías Donoso.

Llovía a chuzos y mientras esperaba a Andre, vi a Felipe Mena. Lo saludé y cuando me vió puso cara de malestar. No supe que hacer pero elegí acompañarlo corriendo. Felipe iba terriblemente descarnado. Le pregunté si iba bien (Felipe debía haber llegado a la meta hace horas) y casi de inmediato se desbordó contándome su travesía de 80K: lo mucho que se preparó, de los gastos del viaje desde Valdivia. Felipe estaba a la altura de la carrera. Pero unos problemas intestinales le dieron un golpe de gracia por el 30K y el muy cojonudo eligió martirizarse los 50K restantes deshidratado, mal nutrido y con los músculos pulverizados por el maltrato. Estaba despedazado hasta el alma por el cansancio. Intentando consolarlo, auténticamente le dije que cuando uno se supera en el sufrimiento, el umbral del dolor es elevado y cuando se cruza por etapas duras, ya no lo serán tanto porque su cuerpo y alma han sido elevados en un nuevo nivel. Felipe vivió su purgatorio a elección, ese día se elevó en el olimpo del espíritu.

The North Face Endurance Challenge

Todo partió el viernes 14 en la madrugada con la largada de la exigente categoría de los 160K. A las 6 am y bajo un ambiente de expectación y simbolismo, las campanas oficiales del The North Face Endurance Challenge Tour anunciaban lo que serían dos días plagados de emoción, sorpresas y bastante barro. Foto: Matías Donoso

Me adentré más en el circuito esperando a Andrea y Loreto. Lejos, las vi corriendo a un ritmo sólido y constante. Pasaron el último ascenso y sólo les esperaba un falso plano para después bajar 1K hasta llegar a la meta. Andrea había corrido muchos 160K. Era absolutamente fascinante verla tan entera, con ese humor único que la intelectualidad de alguien como ella sólo puede desarrollar. Andrea, la psicóloga con una biblioteca que yo sueño tener, es además una corredora de ultras amateur, porque amateur viene de amar y sin decir mucho, ella ama correr.

Endurance Challenge, la gran fiesta del trail, famosa por ser de las más duras del mundo, tiene unas historias que quiebran hasta al más rudo.

The North Face Endurance Challenge

El ganador de la máxima distancia fue el chileno Oscar Olguín, quien durante 160 kilómetros, 5 comunas de Santiago y casi 27 horas superó a 62 competidores de distintas partes del mundo.
Foto: Claudio Vicuña

Agradecimientos

Agradezco a Berg Cycles Chile por entregarme la Fuego 95 de carbono, la mejor bicicleta precio calidad, barras Way Bar por la mejor nutrición, y Volkanica Outdoors por permitirme definirme viviendo la montaña.

Torrencial Trail en Valdivia

El aire de Torrencial Valdivia tenía una carga de certezas: uno, que sería un evento sólido en términos de organización, y en las esferas altas una carrera a la que muchos venían por un buen lugar en las posiciones. Nunca antes me fue tan evidente el aire de competencia; se veía en los corredores los gestos expeliendo su sed por dar un golpe magnánimo a sesiones de entrenamiento de dolor y sufrimiento culminándolas con un buen lugar en la carrera: todos los caminos llevan a Torrencial Valdivia.
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En Magallanes: Ultrafiord 2016

Tito Nazar nos cuenta su historia en esta duro evento de trail running, donde se desafió a correr 70K, explicándonos también su punto de vista sobre lo que significa ser autovalente en una carrera en estos hostiles confines de la Patagonia.

Texto: Tito Nazar
Fotos: Graciela Zanitti- iloverunn.com

Ultra Fiord (UF) hace charlas en varios países del mundo. Previo a inscribirme para correr mi última carrera, la Ultra Trail Torres del Paine, hubo una plática donde se tocó casi sin querer la Ultrafiord 2016. La UF se me incrustó en los ojos por siempre… y sólo sabía que debía correr los 70 K. Como la carrera es tan grande en términos mediáticos, si uno la estudia huele que es un evento internacional. El sitio web tiene un e-book con testimonios y fotografías, donde el comentario general es que el evento tiene una maravilla escénica épica, sumado a rudeza titánica de la Patagonia austral, a sólo 1500 K de la Antártica.
Barriales por mil, viento seguro y precipitaciones, eso se pronosticaba para los días de la carrera. Se podía sentir una tensión en el aire nunca antes percibida por mí en otras carreras: Ultra Fiord sonaba a algo salvaje y duro. Quien no asuma tal cosa se está metiendo en un desafío mayúsculo que le puede traer sorpresas contrarias.

Últimos metros para la meta de los 50/70 K. Después vendría un río de unos 10 metros de ancho, cruzando hasta las rodillas. ¡El último toque de las gélidas aguas patagónicas para éstas categorías! Foto de Graciela Zanitti

Últimos metros para la meta de los 50/70 K. Después vendría un río de unos 10 metros de ancho, cruzando hasta las rodillas. ¡El último toque de las gélidas aguas patagónicas para éstas categorías! Foto de Graciela Zanitti

Silencio y Nieve
Aún me considero más montañista que corredor. He visto gente en carreras que no tiene conocimientos de orientación, se meten a proyectos que les quedan muy grandes, no conocen de meteorología y muchas veces no son auto-valentes en la naturaleza. Van al cerro con amigos y en las carreras, por tanto si un puesto de abastecimiento no está (por dar un ejemplo), lo pagan mucho más caro que gente más experimentada en el cerro.
La montaña es un templo hermoso, que en su vertical presenta satisfacciones de tantas maneras como cantidad de personas hay en el planeta. En lo personal el circuito de UF fue de esas experiencias con mucho más sabor de lo que se vive en otros circuitos.
El sendero en general era de infinitas bajadas y subidas, pero cortas, permitiendo correr mucho. Una particular trepada fuerte, previo a la altura máxima (840 msnm) sería la zona de más exposición a los elementos cabrones de la Patagonia; sería un punto clave para el desenlace camino a la meta.
Tuve el gusto de correr con José Miguel de la Fuente (CHI) y Jordi Tosas (ESP). Al pasarme una vez me dice “tranquilo” y sigue su curso con un movimiento de manos muy peculiar y el ritmo más constante que haya visto en subidas-bajadas-plano.
Un sendero súper bien marcado que me dejaba contemplar el paisaje. Bosques tupidos otoñales rojizos, naranjos y verdes con una humedad altísima, con copos de nieve pequeños, de esos que caen lentamente como en las típicas películas japonesas, el piso acolchado por las hojas caídas.
En el bosque poco molestaba el viento, pero a la poca exposición se aparecía una sensación térmica del terror. El aire frío y penetrante, el silencio y la nieve cayendo casi toda la jornada darían un romanticismo a la carrera que me tendría embriagado de emociones profundísimas.

El otoño había llegado a los Fiordos y a pesar que las nubes no dejaban ver todo, se acoplaron al sol en tonalidades infinitas de tenues colores. Foto de Graciela Zanitti

El otoño había llegado a los Fiordos y a pesar que las nubes no dejaban ver todo, se acoplaron al sol en tonalidades infinitas de tenues colores. Foto de Graciela Zanitti

Sobredosis de Belleza
Se viene una trepada dura pero de suelo firme; le pongo algo fuerte porque el cuerpo me pide darle a tope, llego a la parte alta, y un plano con un puesto de abastecimiento. Espero a José Miguel, y él toma el frente mientras Jordi aparece de nuevo. Viene un sección preciosa con un entorno tan verde que es para mirar y escuchar por horas. Un cruce de río y de nuevo a trepar por pendientes suaves y cortas. Empiezo a pillar gente de las 100 M, 100 K y 50 K. Viene por fin otra subida fuerte y se nota rápidamente que la temperatura baja, anticipo que viene la temida zona montañosa por lo que, mientras camino, para no enfriarme, voy colocándome la tercera capa y mi bandana. JM y Jordi quedan algo más atrás.
La salida de la foresta a la montaña es abrupta y hostil. El viento empieza a pegar, trayendo consigo nieve que está en el piso y que también cae de las nubes, que están no mucho más arriba. Comienzo caminando para tantear el terreno, pero al llegar al plano veo que es corrible, por lo que elijo ponerle fierro para bajar y estar más protegido de los fríos.
El paisaje es tan bello. Nadie levanta la cabeza, muchos caminan, no supe cómo podrían caminar con tanto frío. Estamos metidos en los macizos mismos y a la derecha tenemos un glaciar digno del olimpo. A pesar de que las nubes cubren mucho, la belleza es absolutamente majestuosa. Los fiordos están esculpidos por los artistas más virtuosos del universo. UF entrega una sobredosis de belleza realmente única en el mundo.
Avanzando por la parte más alta, rocosa y nivosa del circuito, por fin se pierde altura entrando en zonas vegetales, comenzando con matas y árboles bajos que van ganando altura y grosor en sus troncos a medida que la altimetría se acerca a cero. La zona es altamente resbalosa, húmeda y divertida. Pero aparece el barro y mientras lo esquivo comienzo a asumir que ésta es la famosa zona que tanto vi en libros y escuché de la boca de la gente, por lo que pronto elijo poner el pie donde sea con tal de bajar rápido y no enfriarme. Si corro genero más calor y no importa cuánto me moje los pies, el cuerpo haría su parte mientras mantuviera el movimiento.
Bajando sorteamos un valle que llevaba un río con un agua maravillosa, digna de la Patagonia indómita. Paré un par de veces a abastecerme de ella… ¡demasiado tentador!

 ¿Aguantaré el frío en los pies hasta el final? De la zona montañosa venía una bajada tan mojada, que entre hojas y ramas y barro, la cosa se volvió técnica. Acá el primer cruce de río con cuerda

¿Aguantaré el frío en los pies hasta el final? De la zona montañosa venía una bajada tan mojada, que entre hojas y ramas y barro, la cosa se volvió técnica. Acá el primer cruce de río con cuerda

Con responsabilidad
El encanto de UF es ciertamente una cosa de otro nivel. Algunas carreras son para pasar un rico momento, otras son para desafiarte al extremo por el entorno inhóspito, otras tienen un poco de todo. Aquí estamos hablando de una carrera dura, no para principiantes; como desafío es una carrera hostilmente brutal.
Muchos saben que en la presente edición murió un corredor de 100 Millas: Arturo Martínez. En los medios locales se han fundado una cantidad de opiniones infinitas, para estar leyendo días. Es por lo anterior que me abstengo de estar del lado del corredor o del lado de la organización, o más políticamente decir que es culpa de ambos sin “buscar culpables”. Sí me atrevo a agregar que creo, firmemente, en la consolidación de distancias; creo que un corredor debe meterse en tramos que le acomodan y casi le quedan chicos. Ultra Fiord es una carrera para gente preparada, para gente que entrenó responsablemente para la distancia elegida. La pregunta que deberíamos hacernos ante cualquier carrera es: ¿soy capaz de autovalerme, en caso de emergencia, por 24 horas o más? Si la respuesta es no, hay que bajarse de distancia y así sucesivamente, hasta que la respuesta sea un sí. Es muy peligroso confiar en que los organismos te rescaten. Es una opción, pero a mi forma de ver, muchos runners sin puestos de control, mapas y charlas técnicas poco podrían hacer por ellos mismos en las distancias que se meten y eso los hace, desde ya, .un peligro para sí mismos y la organización. Invito al lector en concentrarse en la auto-valencia y consolidación de distancias antes que ponerse en manos en terceros.
Estar fuera de la zona confortable requiere preparación muy seria. No estoy culpando a nadie. Sólo reflexiono qué puedo hacer yo para evitar depender del resto y evitar al máximo esperar ayuda externa y cruzar los dedos que me puedan salvar de mi apuro. Ultra Fiord fue una carrera que pienso repetir.

El frío, atacando por la lateral, nunca cesó. Moverse rápido era la clave para poder disfrutar del paisaje, mientras más lento el ritmo, de seguro más el sacrificio para salir de ahí

El frío, atacando por la lateral, nunca cesó. Moverse rápido era la clave para poder disfrutar del paisaje, mientras más lento el ritmo, de seguro más el sacrificio para salir de ahí


 

Agradecimientos
Agradezco a Volkanica Outdoors por apoyarme para ir a la carrera