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Tag Archives: Monte Donoso

Ascenso Monte Donoso

En una sacrificada expedición en los lindes del glaciar Tyndall, un grupo de expedicionarios enfrenta bosques, turbas, cajones llenos de nieve y el inclemente azote de los elementos, haciendo cumbre en un poco explorado cerro del Parque Torres del Paine, en la región de Magallanes

Texto y Fotos: Francisco Javier Rodríguez
Ubicado en el sector sur-oeste de Parque Nacional Torres del Paine y en las inmediaciones periféricas del gran glaciar Tyndall, el Monte Donoso resalta por su morfología cónica que le da un notable aspecto volcánico, con sus 1450 metros sobre el nivel del mar. Esta montaña debido a su acceso y lejanía, es pocas veces ascendida, a comparación de sus vecinos, sin embargo para el que ose internarse en sus laderas, ofrece una vista inigualable del área protegida que la acoge, principalmente el área sur, circundada por la cuenca del Río Serrano.
Rodeado en su base por extensas zonas de turba y cubierto hasta la cota 800 aproximadamente por densos bosques de lenga, su acceso resulta un arduo trabajo de orientación y paciencia. El acceso a esta montaña está por la ruta vehicular que dirige hacia guardería Grey o desde el río Serrano, el cual pasa a sus pies.

Ascendiendo durante el primer día por el extenso y denso bosque que cubre las faldas del Monte  Donoso.

Ascendiendo durante el primer día por el extenso y denso bosque que cubre las faldas del Monte Donoso.

Kilómetros en plano
La expedición compuesta por Iván Gomes Torres, Romano Marcotti Murua y quien redacta, se inició en el puente Grey: allí se dejó el vehículo y dio inicio a la aproximación hacia la montaña y área de campo base. Siendo mediodía tomamos rumbo dirección hacia el Monte Donoso, distante a 8 kilómetros. La ruta inicia adentrándose en una extensa pampa, la cual a ratos es cruzada por pequeños manchones de bosque y brazos del río Blanco. Superada la zona esteparia y ya en directa dirección hacia el macizo, nos internamos de lleno en el bosque, el cual se torna el escenario hasta llegar a la zona de campamento. Zonas arbustivas, turba, ríos, bosque, es la tónica de la aproximación hacia esta montaña, siendo altamente agotador. Por algunos lapsos es posible tomar senderos generados por ganado domestico que habitan en los alrededores del sector, senderos que facilitan de sobremanera el paso por estas zonas de vegetación con difícil acceso, sin embargo, la mayor parte del tiempo es apertura de camino y orientación.
Los primeros kilómetros son planos, mientras que superando la zona de turberas, el desnivel se hace notar. Cubiertas de arbustos, las laderas se elevan interceptadas por profundas quebradas con torrentosos ríos, los cuales hay que cruzar para proseguir el ascenso hacia el área de campamento.

 Iván Gómez y Romano Marcotti divisando los escarpados Cuernos del Paine desde las alturas del Monte Donoso

Iván Gómez y Romano Marcotti divisando los escarpados Cuernos del Paine desde las alturas del Monte Donoso

Eclipse de Luna
Al toparnos con la quebrada que separa el Donoso del grupo de cerros denominado Senos de Katherine, logramos percatarnos que se trataba de una frontera natural de unos 50 metros de profundidad, levantándose escarpadas paredes a ambos lados, por lo que se hacía imperante seguir ascendiendo por el valle hasta lograr encontrar un paso apto para bajar al río, cruzarlo y montarnos finalmente sobre la falda del Monte Donoso.
Hacia el otro lado del río, ya a la cota 600 aproximadamente, se abre una extensa llanura atravesada por un delgado riachuelo, y siendo alrededor de las 19:00 horas, el lugar se tornaba excelente para montar nuestro campamento base por dos noches.
Justo en frente de esta zona de campamento, finalmente logramos divisar una parte en donde la quebrada disminuía ligeramente su inclinación, permitiéndonos así cruzar.
El lugar era idóneo, se abría un claro entre la densa masa arbustiva y boscosa, si bien algo húmedo en las inmediaciones del riachuelo, perfecto para montar campamento. A unos 10 metros del curso de agua , sobre un montículo rocoso, nuestro lugar de descanso nos entregaba además, buena vista hacia el horizonte oriental.
Cansados y con hambre, dividimos las tareas, carpa, cocina, ¡y mate! Rápidamente las acciones se ejecutaron y, al cabo de una hora, estábamos cenando sentados mirando hacia las montañas y valles. Las condiciones climáticas eran muy buenas, no corría viento, la temperatura era agradable y se esperaba una noche estrellada y eclipse lunar. Sin pensarlo mucho, sacamos los sacos y quedamos listos para el vivac.
A eso de las 23:00, cuando ya pensábamos que no era la noche de eclipse y peleando contra el sueño, comienza el espectáculo astral. Ver un eclipse de luna, justo frente al campamento en una montaña, con condiciones climáticas perfectas y vivaqueando con los amigos, es sin duda alguna, uno de los momentos más increíbles que el montañismo te puede regalar.

Primera vista del majestuoso Glaciar Tyndall, parte de Campo de Hielo Sur, durante el intento a cumbre en el día 2 de expedición.

Primera vista del majestuoso Glaciar Tyndall, parte de Campo de Hielo Sur, durante el intento a cumbre en el día 2 de expedición.

Donoso se muestra
A la mañana siguiente, el día amaneció algo cubierto, sin nada de viento, pero el pronóstico decía que durante la jornada se iría despejando. Rápidamente dispusimos a hacer el desayuno, preparar el equipo y comenzar el intento al Donoso. Debíamos alcanzar una loma de 100 metros aproximadamente por sobre nosotros, para ver cómo era la parte alta de la quebrada, que debíamos seguir ascendiendo hasta lograr divisar nuestro objetivo.
Al alcanzar el punto señalado, pudimos ver en su totalidad el largo recorrido que nos quedaba aún para alcanzar el nacimiento de la quebrada; si bien el desnivel no era importante, la cantidad de nieve era absolutamente diferente. Se auguraba una jornada agotadora, pero teníamos el día completo para el intento a cumbre. Al internarnos sobre este cajón boscoso y nevado, el terreno se presentaba a ratos transitable y a ratos con nieve hasta la cintura, Sin embargo, todo esfuerzo tiene su recompensa, ya que comenzamos a divisar, en dirección oeste, un extenso mar blanco: se trataba del gran glaciar Tyndall, y a nuestra izquierda, el imponente Monte Donoso, con un cono perfecto imponente y solitario que se alzaba sobre nosotros, y su cima de hielo, que cubierta por densa nubosidad, se mostraba cada ciertos minutos.
Eran las 12:00 cuando divisamos el macizo, es cierto, era tarde, el ascenso a la cumbre lo calculábamos por lo menos con tres horas más en el bolsillo. Esto hizo que por segundos la moral bajara un poco, ya que no pensábamos que después de toda la mañana ascendiendo, la cumbre se mantuviera aún tan lejana. El terreno oscilaba entre extensas áreas cubiertas de dura nieve y largos acarreos. Cercano a la media tarde nos ubicábamos sentados en un expuesto filo bajo la cumbre, alzándose ésta 50 metros por sobre nosotros.

¡Un saludo desde el punto más alto de esta cumbre congelada!

¡Un saludo desde el punto más alto de esta cumbre congelada!

El intento final
Por decisión del equipo, dos quedarían en el filo mientras uno intentaría la cumbre. Es por este motivo que dispuse a poner mis crampones e intentar coronar el Donoso. La ruta es muy expuesta, no recomendable en días de viento. El hielo era de buena calidad, lo cual permitió un ascenso firme y seguro. A medida que ascendía, el desnivel era más notorio y el horizonte más amplio. Finalmente a las 15:30, después de varias ocasiones fallidas de intento de expedición, debido a las condiciones climáticas, ¡lográbamos alcanzar la cima del bello Monte Donoso!
El escenario lo conformaba la cuenca del Río Serrano, Monte Balmaceda, Monte Ferrier, Cordillera Paine, Glaciar Tyndall, Glaciar Geike, etc. Un contexto espectacular. Las cornisas de hielo expuestas hacia dirección sur-este mostraban la fuerza con que el viento azota la cumbre.
Las condiciones se prestaban para sentarse, mirar el paisaje, fotografiar, grabar, por varios minutos. Es una montaña lejana, de largo acceso, por lo que merece la pena darse un tiempo para disfrutar su cima.
Decidimos tomar otra ruta de descenso para de esta forma evitar el paso por el cajón nevado y facilitar el trayecto. Mantuvimos la cota por varios minutos, siempre por sobre el nivel boscoso, hasta llegar al punto donde debíamos descender a un cajón nevado, que para nuestra fortuna presentaba excelente estado de nieve, producto de la sombra que casi día completo le daba a esta parte de la montaña. A eso de las 19:00 horas estábamos en el campamento nuevamente. Las nubes ya se anaranjaban, anunciando el atardecer y junto con ello, el descenso de la temperatura.
Para esa noche había luna llena, primera noche eclipse y ahora luna llena, ¡más no se podía pedir! Estaban anunciadas precipitaciones leves matutinas, por lo que decidimos dormir en carpa, para no despertar cuando ya las plumas de los sacos estuvieran estilando.

Démosle por la turba
Al día siguiente, efectivamente la lluvia se haría presente; desayunamos, levantamos campamento y emprendimos marcha. Precipitó sin parar por largo tiempo, lo suficiente como para ablandar las turbas que tapizan los pies del Donoso, y que debíamos cruzar. Al descender totalmente de la montaña, vimos que al final de una extensa turba, de a lo menos 1 kilómetro, nacía un sendero de ganado que se internaba en el bosque, el cual nos hizo pensar que podría llevarnos hasta las pampas que conectan con el camino vehicular, ahorrándonos de este modo abrirnos paso por los matorrales, bosques impenetrables y quebradas que habíamos cruzado el primer día.
Ya mojados, cansados y con hambre dijimos “démosle por la turba no más”, y comenzamos a internarnos en el mar de Sphagnum magellanicum, conocido como “Turba Roja”, siendo este tramo sin duda el más agotador de todo el descenso de la montaña.
Una hora estuvimos insertos en el mar de turba, a ratos tirando una par de “chuchadas”, pero finalmente al lograr salir de esta e insertarnos en el sendero que veíamos desde la montaña, hasta abrirnos paso hacia la gran pampa que en cosa de minutos nos llevaría hasta el vehículo. A las 14:00 horas, bajo un radiante sol, estábamos cruzando el Puente Grey para dar así fin al ascenso del gran Monte Donoso.

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