Category Archives: Montañismo

Nevados de Sollipulli

En la región de la Araucanía, al sur del famoso volcán Llaima en el Parque Nacional Conguillío y al norte del concurrido volcán y Parque Nacional Villarrica, hay un extenso y poco explorado terreno que pocos conocen, y que tiene un volcán con la historia volcánica más interesante de la zona. Es el volcán Quetrugudu o Sollipulli (complejo que no supera los 2282 msnm), que si ustedes lo mapean ahora mismo lo encontrarán al norte del Lago Caburgua y al sur de la ciudad de Melipeuco.

Texto: Sebastián Anguita

Desde Mayo comenzamos a organizar esta travesía en esquí de montaña (que varios amigos y familia la teníamos pendiente desde hace un par de años. Pregunté, junté y hicimos con un grupo extraordinario la expedición noreste suroeste al volcán Sollipulli.
Con Camilo Elton decidimos sacar la travesía adelante y seguir con la tradición “pondera” familiar, ya que hace varios años atrás el papá de Camilo (Sebastián Elton), Claudio Díaz, Juan Carlos Fuentes y varios más lo cruzaban. Y no lo hacían con los equipos y tecnologías que tenemos ahora.
Sebastián Elton tiene casa en el sector de Cochor, en el lado sur del volcán, y Raimundo “Sota” Anguita (mi padre) en el valle de Alpehue, en el lado norte. ¡Está diciendo! Hay que unir las casas.
La fecha elegida de la expedición fue el fin de semana del 18 de septiembre: hay buena nieve, buena temperatura, buen tiempo y todos pueden. La travesía estuvo pensada para hacerla en 3 días, aunque también era posible hacerla en 2. Yo tuve que guiar el lado norte y Camilo en el lado sur. Nadie conocía la travesía completa, fue netamente exploratoria.

Estos son los lugares que nos recuerdan lo chico que somos en el mundo. Josefina Elton y Matías Pimentel terminando de cruzar el crater. Foto: Isidora Court

Estos son los lugares que nos recuerdan lo chico que somos en el mundo. Josefina Elton y Matías Pimentel terminando de cruzar el crater. Foto: Isidora Court

Día 1: Salir del Bosque
Fuimos 15 los motivados a hacer la travesía. Partimos el viernes temprano desde Villarrica en dos transfer. Luego de dos horas de viaje llegamos a Melipeuco, para recoger a Franco Mellado y Josefina Elton, que llegaron en bus esa misma mañana desde Santiago para poder comprar las últimas cosas que faltaban. Luego de partir a la entrada de la Reserva Nacional Villarrica (1180 msnm), reparar el pinchazo de un transfer, preparar equipo, montar los esquíes a la mochila y sacar la infaltable foto inicial, comenzamos a caminar, al mediodía. A los 10 metros de empezar a caminar ya había nieve y durante una hora pasamos por un alucinante bosque de nothofagus y araucarias, arreglándolas para desenredarnos de las quilas. Al salir del bosque nos encontramos con una maravillosa vista al cono Chufquén y varias bajadas paradisíacas para esquiar. Tuvimos un rato para conversar, pusimos pieles y partimos a randonear.
A medida que subimos observamos una panorámica donde, de a poco, se asomaban los volcanes Llaima, Sierra Nevada, Lonquimay; al fondo el Callaqui y la Reserva Nacional China Muerta. En ese lugar estaba prohibido no sacar fotos
El objetivo del día era acampar en el glaciar del cráter, pero no alcanzamos a llegar, por que empezamos más tarde de lo que teníamos planeado. Pero ya cerca de llegar a la cumbre percibimos que la luz ya estaba comenzando a terminar su labor y que debíamos buscar otro lugar para pasar la primera noche. Vimos a la distancia una especie de terraza gigante, con buena vista y pendiente para montar el campamento (2120msnm). El Solli nos designó un hotel igual de “mil estrellas” que si hubiéramos dormido en el glaciar. Teníamos una vista increíble desde el Sierra Nevada hasta el lago Icalma. Yo creo que esa era la parte más helada del Sollipulli, porque hacía mucho frío y se mantenía excelente nieve para esquiar (nieve polvo o powder).

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Al lado de una gran cascada de hielo con vista al Volcán Lanín, Thomas Samsing se prepara para esquiar el Valle del Coirón. Foto: Domingo Letelier.

Día 2: Bajada al Cráter
En la mañana siguiente algunos nos salimos de las carpas a conversar con las manos en los bolsillos esperando recibir los rayos del sol, porque no íbamos a trabajar de ninguna manera con ese frío (-5°C). El sol llegó, el resto se levantó, ordenamos y salimos cerca de las 11:00, que también fue tarde según lo planeado. Continuamos subiendo hacia la cima para luego bajar al glaciar.
Me adelanté para buscar un lugar seguro para bajar al cráter mientras el resto se agrupaba. Nos comunicamos con radio y eso nos facilitó las cosas. Subí la cima este y me encontré con una vista impresionante al glaciar completo, repito, ¡impresionante!. Camilo encontró una muy buena bajada incluso con powder. Era una bajada de 30 segundos pero que la disfrutamos a concho ya que fue una de las esquiadas más largas.
Sacamos pieles, la esquiamos y a poner pieles de nuevo para cruzar el cráter. Era todo plano e inmenso, un mar de nieve. Avanzamos unos minutos para sacarnos la foto oficial del grupo; cuando nos estábamos instalando para la foto Camilo dice ¡hay que cantar el himno nacional! Así que apareció la típica cinta de bandera chilena de los dieciochos y cantamos a todo grito y corazón. Seguimos randoneando en el mar de ponder; Jaime Errázuriz y el Matías “matito” Pimentel anduvieron como atletas, el Jeremy y el Ignacio Elton, snowboarders, amarraron todas sus cosas a la tabla y la usaron como trineo de carga.

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Momento final. celebración de los tres días de randonée. Camilo Elton, Federico Scheuch y Jeremy Hatcher haciendo el brindis. Foto de Jeremy Hatcher

La segunda mitad de la expedición
Fueron casi 3 kilómetros de travesía por el glaciar. Llegamos a una pared fácil de subir para salir del cráter y comenzar la parte por el lado sur. Anclamos una cuerda para el apoyo y llegamos al otro lado con una nueva vista; ¡cambio de volcanes! Era momento de despedirse de los volcanes del norte y saludar a los del sur (Lanín, Quetrupillán, Villarrica y más atrás el complejo Mocho Choshuenco). Momento para alimentarse, sacar más fotos y partir a la segunda mitad de la expedición. Comenzó la jornada de Camilo, que nos tenía que llevar al cajón de las frutillas para luego bajar al refugio Cochor. Estábamos desplazados al este del refugio a sí que tuvimos que hacer “traverse” para acercarnos al cajón de Las Frutillas; avanzamos con una vista impresionante a los volcanes y con el Villarrica humeando, como siempre.
Las ansias comenzaron a llegar y vimos que podía ser posible llegar ese mismo día al refugio. A medida que avanzamos nos dimos cuenta que estábamos más al este de lo que pensábamos. Entre una pequeña separación del grupo y otra randoneada extra el sol, comenzaba a avisar con un pequeño cambio de luz que debíamos decidir si acampábamos o nos íbamos directo al refugio. La nieve comenzó a cambiar a color naranjo y ponerse más dura, lo que fue difícil para los snowboarders: había que caminar por una buena pendiente y de hecho hubo que subir a la Jose Elton con cuerda. Al llegar a un gran portezuelo estábamos entrando al valle del Coirón y vimos las huellas de Sebastián Elton y Federico Elton (el papá y el hermano menor de Camilo), que nos íbamos a encontrar.
Hace un rato nos habíamos dado cuenta que tomamos el camino equivocado. Cuando salimos del cráter debimos haber subido al filo montañoso del oeste del volcán, que nos iba a llevar directo al cajón de Las Frutillas. Pero nosotros bajamos, lo que hizo que nos demoráramos más de lo planeado.
Descendimos por el valle del Coirón hasta una terraza de roca. Este momento estuvo preocupante: debíamos llegar a las huellas pero no sabíamos qué había entremedio. Bajamos por el lado de la terraza y tuvimos que hacer un traverse con mucha pendiente y estar lo más arriba posible. El Luquitas Llanquinao, la Jose e Ignacio Elton -que andaban en snowboard- no pudieron cruzar. La pendiente era demasiado fuerte como para sacarse la tabla y caminar; el único remedio era que bajaran a un bosque de araucarias con una buena pendiente, pero si la lograban subir, podían llegar a las huellas. Al final armaron campamento en el bosque porque ya se estaba haciendo de noche.

Día 3: El final
A la mañana siguiente con Camilo y Franco los fuimos a buscar al bosque, desarmamos los campamentos y seguimos al tan esperado cajón de las frutillas. Esquiamos la última parte del cajón y entramos al bosque que era un poco más difícil que el del lado norte. Durante un poco más de una hora aguantamos la caminata entremedio de la nieve y quilas con todo el peso de los esquíes en la mochila.
¡Y al fin llegamos al refugio! ¡No era un mito! Era tanta la satisfacción y felicidad que Thomas Samsing (Sir Thomas), tenía algo guardado que solo lo iba a sacar en el momento correcto: era un skishot. Instaló 4 vasitos pintorescos traídos desde Chamonix Mont Blanc a lo largo de un esquí, llenando cada uno con Jägermeister. Luego de celebrar y conversar lo buena que salió la expedición nos fuimos en los transfer para terminar con el asado final en la casa de Camilo en Villarrica.

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Grupo completo al centro del crater del Sollipulli luego de cantar el Himno Nacional a todo corazón. Foto: Domingo Letelier

 


Agradecimientos:
-Sol y Nieve, Willy Hatcher, Chilebackcountry, Mauricio Carrasco, Sebastián Catalán, Verónica Neut, Miguel Matos, Sebastián Elton, Raimundo Anguita y a todos los que ayudaron directa o indirectamente a hacer posible esta expedición.

Randoneros:
Camilo Elton, Domingo Letelier, Federico Scheuch, Franco Mellado, Gregorio Vargas, Isidora Court, Ignacio Elton, Jaime Errázuriz, Jeremy Hatcher, Josefina Elton, Lucas Llanquinao, Matías Pimentel, Nikolas Kransiansky, Sebastian Anguita, Thomas Samsing

De Magallanes al Volcán Lanín

Para los que vivimos en la región de Magallanes no es fácil realizar expediciones a la alta montaña debido al alto costo que significa pagar los pasajes en avión que nos permitan llegar a Chile central, hogar de las mayores altitudes de los Andes y, más aún, sobrellevar los gastos de una expedición de montaña. No obstante ello a mediados del año 2015 se inició con la organización y planificación de lo que sería la primera expedición de magallánicos a una cumbre de alta montaña en el centro sur de Chile.

Texto y Fotos: Ernesto Teneb

Para ser honesto, la idea de subir el Lanín surgió en medio de un asado en mi casa, en una fría noche del mes de junio, cuando junto a Rodolfo y Carlos decidimos iniciar esta expedición. Desde allí en adelante se fueron sumando y restando socios y amigos del Club de Montaña d’Agostini. El punto determinante fue la participación del profesor Marcelo Noria, quien es guía instructor de montaña y director técnico de nuestro Club; él ya había estado en otras cinco ocasiones en el Lanín, de la cuales en dos tuvo la suerte de hacer cumbre, lo que habla de una montaña que no es fácil de subir y cuya principal dificultad está dada por su clima cambiante, el que se puede cerrar en cuestión de horas.
Con el grupo definido, se organizaron las cordadas y se establecieron las fechas tentativas para la expedición, esta finalmente se fijó para los días 6, 7 y 8 de diciembre. La ruta elegida es a través de nevé chileno, una ruta directa y poco conocida que parte junto a la ruta CH-199 que une las localidades de Curarrehue con el paso fronterizo Mamuil Malal.

La imborrable imagen del horizonte y las nubes por debajo de la cumbre del Volcán Lanín, cumbre que se empina hasta los 3.743 m sobre el nivel del mar, en el descenso somos flanqueados por seracs de blanco marmolado. “Hoy, antes del alba, subí a las montañas, miré los cielos llenos de luminarias y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante” W. Whitman. Foto de Marcelo Noria

La imborrable imagen del horizonte y las nubes por debajo de la cumbre del Volcán
Lanín, cumbre que se empina hasta los 3.743 m sobre el nivel del mar, en el descenso somos
flanqueados por seracs de blanco marmolado. “Hoy, antes del alba, subí a las montañas,
miré los cielos llenos de luminarias y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi
espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante” W. Whitman. Foto de Marcelo Noria

Iniciando la Expedición
El día 6 de diciembre la mañana comienza temprano con un desayuno reforzado en el hostal “La Mami” en Curarrehue, el hostal fue nuestra base de operaciones y desde aquí se afinaron los últimos detalles del viaje y se realizaron las últimas compras. Llegamos al pie de la montaña a las diez de la mañana, el día es perfecto; sólo un poco de viento con rachas de 50 km/h, que para un nativo de la Patagonia es tan solo una brisa. Junto a nosotros han partido otras dos expediciones cada una con cuatro integrantes, ellos toman una ruta diferente a través del gran acarreo ubicado al oeste de la nuestra, en los días siguientes no los volveremos a ver. Las condiciones climáticas son inciertas, la cumbre del Lanín está cubierta por una gran nube lenticular, estacionada sobre la cumbre un altocumulus lenticularis amenaza el éxito de la expedición, sin embargo, el pronóstico entregado por nuestro meteorólogo en Santiago dice que las condiciones serán óptimas, sin nubosidad y sin viento en la cima; continuamos adelante, mañana se evaluará si es apropiado intentar la cumbre.

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Abajo: Traverse a un nevero a 2.000 m de altitud rumbo al sitio del campamento situado a 2.200 m sobre el nivel del mar. Foto de Javier Navarrete.

Luego de atravesar un outwash, accedemos a la ladera de la montaña a través de la quebrada de un río que baja de los neveros. Nos desplazamos entre roqueríos y acarreos cubiertos por una densa polvareda que corresponde a las cenizas dejadas por la erupción del Caulle, el viento reinante levanta el polvo y cenizas que rápidamente van obscureciendo las siluetas de los montañistas y apagando el brillo de los rostros, pero esto no desanima un ápice al grupo. Continuamos avanzando lentamente con nuestro equipo a cuestas hasta los 2.200 metros de altitud, en el área se encuentra una serie de pircas sobre de lo que probablemente es el único terreno apto para armar las carpas. Llegamos a las pircas cerca de las 16:30 armamos tres carpas mientras que Rodolfo y Marcelo optan por bolsas de vivac. Después de la cena, a las 20:00 horas, estamos listos para dormir; la recomendación es descansar al máximo, mañana la jornada comenzará temprano.

Día de Cumbre
La noche fue tranquila, tal vez un poco de viento, pero nada extraordinario. Como es habitual el día de cumbre la jornada comienza de madrugada, nos despertamos a las 4:00 de la mañana para el desayuno y los últimos preparativos del equipo a llevar hacia la cumbre. Salimos a las 4:45 con los cascos puestos y las frontales encendidas, en la mochilas van los crampones que nos servirán más adelante, paulatinamente el sol comienza a alumbrar, el cielo está despejado y abajo las nubes cubren el valle, es el día perfecto; a lo lejos hacia el oeste, vemos la silueta del volcán Villarrica entre el arrebol cortado por la sombra imponente del Lanín, en ese momento entendimos la dimensión de la montaña. A las 5 de la mañana nos calzamos los crampones y ascendemos por un gran nevero, para luego tomar por una pequeña quebrada cuyo cauce se hallaba congelado, el camino en esta zona alterna entre roqueríos, nieve y hielo, la ruta es directa a la cumbre y los bastones son los mejores compañeros.

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Un descanso en el camino a la cumbre, un descanso necesario para reponer energías, hidratarse y para contemplar el hermoso paisaje que ofrece la cara norte del volcán Lanín. Foto de Javier Navarrete

Cerca de las 9:00 de la mañana accedemos al nevero argentino, desde nuestra posición vemos bajando desde la cumbre entre ocho a diez grupos, cada grupo tiene entre 10 a 20 turistas-montañistas, todos bien equipados con cascos y piolet de marcha. La ruta por el nevero argentino si bien presenta una alta pendiente, está bien marcada, con un surco profundo, que es fácil y seguro de caminar debido a que tiene amplios zigzag que optimizan el ascenso; en esta zona logramos avanzar rápidamente y en un momento llegamos a los 3.500 msnm. Por sobre esta cota, las condiciones ambientales cambian, ya no es nieve lo que pisamos sino hielo, el aire se siente más delgado y es necesario respirar algo más profundo para oxigenar el cuerpo. En esta zona la hidratación es fundamental por lo que constantemente nos estamos recordando unos a otros beber agua.
La cumbre no se deja ver entre las masas congeladas y seracs que flanquean nuestro paso, el tranco de los montañistas es cansino, pausado, lento pero constante; como si la majestuosidad del entorno, el blanco intenso del hielo, el azul profundo del cielo estuviesen detenidos en ese instante para contemplar nuestro humilde paso, pequeños seres en desafío personal, cada uno con su propia meditación, cada uno con su propio mantra, pero todos con la cumbre en mente, cumbre esquiva que no se deja ver.
Durante el ascenso solo nos detenemos para contemplar el paisaje que cada vez tiene un horizonte más amplio. Hasta que, faltando diez minutos para las 13:00 horas, hacemos cumbre en el volcán Lanín; de pronto todo tiene sentido, el viaje, el entrenamiento, el cansancio, todo. El horizonte no tiene límites, las nubes por debajo de nosotros y llegan hasta el mar, solo sobresalen de ellas los volcanes Villarrica, Llaima y Tronador. Seis puntarenenses pusimos la bandera de Magallanes en la cumbre del gigante de la Patagonia, fruto de una planificación y preparación seria. Nueve almas con diferentes motivaciones, compartiendo el cansancio y muchos otros sacrificios para estar un instante a 3.743 m sobre el nivel del mar.


Integrantes
Desde Magallanes participan miembros del Club de Montaña d’Agostini: Marcelo Noria, Rodolfo Quezada, Guillermo Meza, Francisco Aguirre, Carlos Rebolledo y Ernesto Teneb. Luego se sumarían dos socias del Club de Montaña Bajo Zero de Santiago: Nora Espinoza y Viviana García; y el representante local el curarrehuino César Navarrete. Nueve almas con una esperanza en el corazón, lograr la cumbre del Volcán Lanín. Más información con eteneb@gmail.com

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Montañistas del Club d’Agostini de Punta Arenas y del Club Bajo Zero de Santiago en la cumbre del Volcán Lanín, entre las nubes y el cielo parados sobre el gigante de la Patagonia. “La cima es la mitad del camino” E. Viesturs. Foto de Javier Navarrete.

En Cordillera Baguales: Castillos Australes

En todas las oportunidades que me permiten viajar hacia el norte de la comarca de Última Esperanza, pasando el tradicional cruce que nos dirige hacia el Parque Nacional Torres del Paine, y mucho más allá de las instalaciones de la antigua estancia Cerro Guido, siempre y de manera magnética se hace notar un cordón montañoso de aspecto agudo y color negro pizarra, que se sobrepone a las extensas pampas que la circundan, se trata de la conocida Sierra Baguales.

Texto y Fotos: Alfredo Soto

Muy importante para los indios tehuelches o aonikenk, la Sierra Baguales era un espacio que estos mismos indígenas aprovechaban, usando  las curiosas elevaciones que en su formación se transformaban en un potrero natural para caballos. Solitarios, vagaban por las pampas, escapados de sus domesticas fortificaciones españolas en los tiempos de la conquista del pueblo americano.
En otras oportunidades escalando cerros menores de esta provincia, siempre había un fondo en que la Sierra Baguales se me presentaba. Eso fue hasta que en conjunto con amigos y alumnos de la Universidad de Magallanes hice una convocatoria para poder contratar un vehículo y compartir el entusiasmo, para así poder viajar a estos sectores y explorar el área en época invernal. Esto lo hacía asumiendo que la bajada del río Baguales, tuviera una corriente disminuida por las bajas temperaturas.
El llamado tuvo el resultado siguiente: tres alumnos del Magister Antártico de la UMAG aparecieron, Eñaut Izaguirre, Diego Espinoza y Sebastian Ruiz, junto a el ex – alumno y ahora colega Javier Vivar, y por último Renato Méndez, un viejo amigo que ofrecía su vehículo  y con quien ya teníamos experiencias juntos en montañas de la Región.
Conseguimos salir al término de un día de trabajo, para dirigirnos hacia Puerto Natales y usar la ciudad como dormitorio y luego continuar de madrugada hacia los contrafuertes de la Sierra y explorar las posibilidades de hacer algún cerro. En el trayecto y como se presentaban las condiciones, nos fuimos entusiasmando y cambiamos los planes. Estando en las cercanías de la Estancia Cerro Guido, a oscuras, con terrenos nevados, y solo guiados por mi instinto decidí que nos quedaríamos cercanos a la ruta y esperaríamos por la luz del alba para ver hacia dónde dirigirnos. El vehículo amplio y confortable nos permitió acomodarnos y dormir en su interior; Javier que decidió armar su carpa inmediatamente fuera del vehículo.

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Eñaut Izagirre, entre coirones y viento blanco

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Descenso con sensación térmica muy baja y viento blanco.

Hielo y Magia
A la mañana siguiente despertamos por  el rigor del frío matinal; era una mañana de viento y con cóndores planeando muy temprano. Decidimos movernos hacia el río Baguales; al llegar a su orilla, nos percatamos que efectivamente su torrente estaba disminuido, pero con gruesas capas de hielo que no nos permitían dilucidar el fondo del mismo, como para lanzarnos en medio y cruzar con el vehículo. Luego de una minuciosa evaluación de las condiciones, todo quedó bajo la responsabilidad y criterio de Renato que era el dueño de la van. Nos encaramamos en el vehículo y cruzamos casi a ciegas, sin saber del fondo del río Baguales y así continuamos victoriosos por un camino poco transitado. Los guanacos corren por las pampas señalando la poca frecuencia de vehículos y personas como nosotros, que rompimos la monotonía del viento y de las luces mágicas del invierno avasallador.
Luego de unos 8 kilómetros al interior, vamos evaluando la entrada ideal hacia las montañas que quedaban directamente al Norte de nuestra trayectoria. Hasta que llegamos a una tranquera. Allí nos quedamos, a orillas del camino y armamos el campamento para posteriormente continuar hacia las elevaciones nevadas de pastizales de coirón; el día estaba muy frío y con nevadas intermitentes.
A medida que nos elevábamos, la temperatura se hacía sentir muy baja. Nos dirigimos hacia una cumbre innominada; caminamos entre pequeñas quebradas llenas de “voladeros” de nieve, aproximándonos hasta la base de una de las montañas elegidas del mismo cordón Baguales. Antes de entrar en la pendiente, de pronto, el viento arrecia, no se detiene, aumenta su furia y levanta mucha nieve, lo que nos hace devolvernos y refugiarnos detrás de una gran roca. Allí decidimos comer algo e hidratarnos, pero el viento arremolinado nos hace titubear y nos azota igual detrás de la gran roca. De pronto se tranquiliza y enfrentamos la pendiente.

Vendavales
El sol está bajo, pero estamos con mucho ánimo. Tanto Diego como Sebastián se adelantan y van abriendo la ruta entre firmes y no tan firmes rocas de basalto negro. Hacia el Valle y con grandes nubes comienza a abrirse el cielo…y nos percatamos del enorme escenario que nos esperaba. Estas mismas nubes se localizan en la cumbre de nuestra montaña lo que nos hace dudar cuánto nos faltaría; mis cálculos eran de unas dos horas más, pero se nos venía la noche y el frío y más viento. Llegamos a un peñón que sobresalía de la montaña y de allí un filo que se desviaba hacia el Este, dando un gran rodeo a la montaña…  lo que significaba demorar más de dos horas. Evaluada la situación, decidimos devolvernos y sentirnos alegres con lo explorado y la aventura, que ha estado envuelta en grandes vendavales de viento y nieve.
El retorno fue tranquilo, con algunas imágenes de la puesta de Sol que reflejaban las paredes de la montaña, dándole un tinte dorado a todo el sector. Ya de noche vamos descendiendo y vimos luces de una estancia que se encontraba muy cerca de nuestro campamento, sin habernos percatado en la subida. Ahora con sus luces podíamos darnos cuenta que estaba muy cerca.
Ya ubicados en nuestro campamento, algunos decidieron dormir en sus carpas. Yo me quedaría en la van, cambiándome de ropa y buscando más comodidad y confort. De pronto recibimos una visita: alguien que provenía de la estancia, un joven ovejero, nos invitaba a su morada a cenar. ¡No podíamos creerlo! Ya casi dispuestos a pasar una noche gélida en pleno invierno en un lugar remoto de la Patagonia, como viniendo de una galaxia extraña, se apareció este típico personaje, que nos invitaba a compartir su rancho.

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Cota alcanzada, 1.300 msnm, en un escenario ventoso y panorama inhóspito

Acogidos
Nos  apresuramos en cambiarnos de ropa, y nos dirigimos hacia esta pequeña casa que poseía las comodidades mínimas. Al entrar nos recibe muy amablemente Roberto y su señora, quienes habiéndonos vistos antes, en el momento que subíamos, se dedicaron a prepararnos una cena. Nos sentimos muy  bien acogidos, sentados alrededor de la mesa; Roberto y su mujer nos enfrentan a una enorme olla con un estofado de carne,  jugosa, mezclada con papas, cebolla y pan casero recién salido del horno. Parecía extraño recordar que hacia pocas horas estábamos parapetados detrás de una gran roca, vapuleados por el viento que nos golpeaba el rostro con la nieve recién caída y ahora, en cambio nos mirábamos sin la protección del vestuario, conociendo la solitaria vida de estos jóvenes estancieros, y deleitándonos de su contundente cena.  La noche avanzo y entre carcajadas y buenos vítores de la vida nos despedimos y nos refugiamos en nuestro campamento no sin antes recibir la invitación cordial a tomar desayuno al día siguiente.
Y así luego de lo comprometido, bien desayunados y sin dar más de bien atendidos, armamos nuestro retorno y nuestro buen Roberto nos pide un favor: si teníamos un espacio para llevarlos a Puerto Natales. Eso fue una gran oportunidad de sentirnos más agradecidos de su hospitalidad: Roberto se nos convirtió en un excelente guía.
Fue una aventura dura, por el frío y las nevadas, agotadora en la lucha del ascenso por el viento, pero gratificante, cálida y generosa por su gente, que vive en la inmensidad de las pampas, aislados a veces sin posibilidad de socializar. Salvo en veces contadas, como ocurrió esta vez fortuita para Roberto y su esposa con nosotros, un grupo de amantes de la naturaleza que se hizo más amigo y  a la vez conocedor de su propia tierra y gente maravillosa.

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Sal al cerro con Desafío Cumbres

Este sábado 27 de febrero un equipo dirigido por Ismael Sepúlveda hará una salida grupal a la montaña, para aquellos corredores y montañistas que quieran subir a caminar a lo alto de la región Metropolitana y de paso aclimatar y reconocer las rutas del Desafío Cumbres de Mountain Hardwear. Se conformarán 2 grupos, uno que realizará el recorrido 2 Cumbres (8K) y otro el de 3 Cumbres (20K).

El punto de reunión será a las 08:00 hrs. en el estacionamiento del Bike Park en La Parva, desde donde tomaremos la silla (esta tiene un costo de 5.500 p/p ida y vuelta para los inscritos).

Para reservar sus cupos deben enviar un mail a desafiocumbres@gmail.com, ojalá antes del jueves 25 de febrero. ¡La participación es gratuita! Si por cualquir motivo desean contactar a Ismael Sepúlveda, su teléfono es +569 6669 3982

¡De Outdoors esperamos sinceramente que muchos se motiven a subir!

Oda al sandwich

El canadiense Daniel Kliger ama explorar las montañas. En cada viaje que hace lleva un sandwich para el «recreo». Con los años, tomó decenas de fotografías de sus tentempié y recientemente decidió compartirlas con el resto del mundo en su sitio web. alpinos Sandwiches, un homenaje a todos los bocadillos que se consumen en la alta montaña. Continue reading

Los cuerpos del Everest que se usan como referencia

Más de 200 personas han muerto en su intento por escalar el Monte Everest. La montaña ofrece opciones interminables para morir, desde caer por un abismo, morir de asfixia por falta de oxígeno o ser aplastado por una lluvia piedras. Sin embargo, los escaladores continúan probando sus habilidades y suerte en la lucha por conquistar el Everest. Muchos muertos quedan conservados congelados a lo largo de las rutas de esta montaña y se han ganado apodos, además de servir como referencias. Continue reading

El hombre fue hecho para la aventura, la exploración y las montañas

Walk the Ridge, del realizador Mathieu Le Lay, es un cortometraje que tiene como objetivo compartir los sentimientos profundos que uno puede experimentar durante una excursión en las montañas.  Le Lay pasó varios días de excursión en cuatro cumbres en los Alpes franceses con su amigo Benjamin Dowie, y dijo que capturó una de las vistas más destacadas que nunca ha visto.

Señora de montaña

Bronka Sundstrom es sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial – después de haber sido liberada de un campo de concentración en Polonia. En 1949 su marido fue enviado a Estados Unidos, donde Bronka vive hoy. Ahí hacer paseos se convirtió en una pasión para la pareja, que pasó a aventurarse por el Parque Nacional del Monte Rainier, en Washington.

Cuando tenía 77 años, después de perder a su marido y un hijo, Bronka redescubrió la paz en las montañas. Con un montón de confianza en sí misma se convirtió en la persona más anciana a subir Rainier (4392 metros de altitud).

«Si no fuera por las montañas, yo no sería la persona que soy hoy … Las montañas nos enseñan acerca de la independencia, la fuerza, la confianza y la belleza «, dijo Bronka, que ya está planeando un nuevo asalto a la cumbre. Algo de eso se trata la próxima película, que es un resumen breve y fiel de su carrera.

Entrevista a Rodrigo Vera

Este deportista nació en Santiago pero creció en Río Blanco en la región de Valparaíso: “viví entre cóndores y soñé escaladas desde niño” – dice. Ese sueño lo llevo a ser un gran deportista y crear la mejor competencia de freeride de Chile, Avalancha en el Volcán, en la Araucanía. En la quinta versión Patagonia Avalancha en el Volcán 2015, nos cuenta sus novedades, su pasión por Pucón y sus nuevos sueños. Continue reading