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Primer Encuentro de Kayak de Mar de Chiloé

Entre el 8 y 11 de marzo se realizó el primer Encuentro de Kayak de Mar de Chiloé, organizado por el Club de Kayak Viento Sur de Chiloé, Chiloé Natural y Centro Náutico Chiloé. Durante 4 días, se juntó por primera vez en Chiloé una flota de 46 kayakistas que remaron por los canales del archipiélago entre palafitos, pequeños fiordos e islas. Disfrutando increíbles atardeceres acompañados por un asado de cordero o un curanto al hoyo al ritmo del acordeón y las clásicas canciones chilotas en el fogón.

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Desde la Cordillera al Mar: Navegando el río Puelo

Cuatro días a full, cerca de 120 Km de navegación, caminatas, algo de riesgo, mucha tranquilidad, naturaleza casi virgen y paisajes inolvidables es lo que vivieron dos amigos bajando por el río Puelo en botes inflables.

Texto y fotos: Fernando Fainberg

 

Hace un año vi unas fotos de Pablo Besser (gran expedicionario chileno) en una expedición en los fiordos patagónicos usando un bote inflable que se podía guardar en la mochila. De inmediato me di cuenta de que tenía que tener uno y hacer una aventura así. Vendí mi equipo de montaña (y de flojo, pues ya estaba cansado de acarrear kilos y kilos de fierros para subir cerros) y compré un packraft marca Alpakaraft (por sugerencia de Pablo).

Puse entonces un post en Facebook de que venía mi packraft en camino. Mi amigo Andrés Mora lo vio y me mandó un mensaje ya que también estaba planeando realizar una travesía por el Puelo. Apenas llegaron los botes, partimos a bajar el río Rapel para probarlos. A fines de Noviembre partimos hacia Argentina, pasando por Bariloche hasta llegar a El Bolsón, y de ahì al lago Puelo donde comenzaría nuestra aventura.

Cuando llegamos al parque nacional Lago Puelo, el guarda parques, la gente de aduana y de gendarmería se pusieron curiosos por los botes ya que no los conocían y fueron a ver como los inflábamos y los dejábamos listos. Fue tal la buena onda de ellos que decidieron hacer los papeles de salida del país ahí mismo y así evitarnos hacer pasar por la aduana argentina.

Navegando el río Puelo

Comienza la travesía

Al medio día partimos remando por el hermoso lago Puelo que estaba en una calma total, sin una gota de viento y con aguas transparentes que más invitaban a bañarse que a navegar. Sabíamos que si queríamos llegar a nuestro primer campamento no podíamos perder tiempo. Pasado un poco más de una hora y media llegamos a la desembocadura del lago Puelo y a los primeros rápidos. Desde la orilla los vimos un poco fuertes así que decidimos ser cautelosos y pasarlos por la orilla para meternos al río un poco más abajo. Un minuto después estábamos ya sobre el segundo rápido que nos llegó de lleno, con una buena roca y una ola que nos puso bastante nerviosos. Decidimos detenernos de nuevo y ver los terceros rápidos para ver por donde pasarlos. Nos fuimos por la izquierda, ya que por le derecha había bastantes rocas y así llegamos al lago Inferior entre medio de risas y goce después de bajar las corrientes. Ya habíamos probado los botes en aguas torrentosas y nos sentíamos más confiados y seguros.

La remada por el lago Inferior estuvo bastante más complicada que la del lago Puelo pues teníamos viento en contra y pequeñas olas nos dificultaban el avance. Paramos a mitad del lago para descansar y recuperar fuerzas a orillas de un pequeño río y seguimos remando, pues todavía nos tocaba pasar por carabineros para hacer el ingreso a Chile. Llegamos a un pequeño muelle donde estaba atracada una lancha que cruza el lago y que la manejaba un amigo de Andrés quien nos dio unos datos de cómo llegar al retén de Carabineros y lo más importante, como pasar los dos rápidos que nos separaban de nuestro primer campamento. Son fáciles decía…

Navegando el río Puelo

Los carabineros nos estaban esperando, pues los gendarmes argentinos les habían avisado que iban dos tipos en kayak, así que luego de un comienzo un poquito tenso, nos dijeron que estaba todo ok y que continuáramos el viaje.

Remolinos y corrientes

La salida del lago Inferior es muy tranquila y el río se demora en tomar velocidad, pero una vez que se larga, se va con todo. Llegamos al primer rápido que se sintió bastante movido y luego de golpe apareció el segundo rápido que era muy fuerte, con hartas olas y corriente. A Andrés lo sacó a la derecha y quedó al otro lado del río de donde debíamos acampar y a mí me tiró con toda velocidad hacia un remolino y unas grandes rocas en la orilla donde casi me doy vuelta. El bote quedò lleno de agua. Despuès de unas cuantas remadas rápidas (casi desesperadas) pude salir a la izquierda a un remanso donde logrè sacar el bote.

Mientras tanto Andrés tenía que cruzar como fuese el río pues sabíamos que un poco más allá comenzaba el cañón del Puelo con rápidos de clase mundial hasta V grado y donde podrìamos ahogarnos. Dio una rápida remada en diagonal a la corriente y salió a unas rocas donde levantando el bote pudo llegar al remanso y a nuestro campamento a orillas del Puelo. Ya eran las ocho y media PM y estábamos mojados, cansados y nerviiosos pero felices de nuestra aventura.

Navegando el río Puelo

Esa tarde nos encontramos con un lugareño que nos dijo que había una micro que pasaba a las 9 AM donde terminaba el camino. Esto nos venía bien pues ese día nos tocaba portear todo el equipo por unos 10 Km hasta la pasarela y así evitar ese famoso cañón del Puelo. Tomamos la micro hasta la pasarela donde inflamos los botes y al agua de nuevo.

Esta es una de las áreas más lindas del río, pues es bastante ancha, los rápidos son un poco más suaves y solo mojan, y en la parte donde se junta con el río Ventisquero se ven unas montañas nevadas de fondo que dan un marco increíble a un paisaje maravilloso. Un buen rato dejándonos llevar por la corriente nos permitió relajarnos al máximo y disfrutar del momento. Pero durò poco. Nos enfrentamos a otro rápido, que uno puede saltar por la izquierda, pero como no lo sabíamos nos tiramos por la derecha y nos agarró una fuerte corriente que nos tiró con toda velocidad contra la orilla , ramas de árboles y fuertes olas. Ahí volvimos a pasar susto y nos concentramos de nuevo en el río y ver que venía a continuación. En ese lugar empezaron a aparecer los primeros árboles semi sumergidos y que serían nuestra mayor preocupación el resto del viaje pues podían rajar nuestros botes.

Navegando el río Puelo

Pan con Palta

Sin mayores complicaciones llegamos al sector de Llanada grande, donde sabíamos que debíamos salir a la orilla derecha para evitar el rápido conocido como El Portón, pues se veía bastante grande y nos podía dar vuelta. Además, si un rápido tiene nombre, no es porque sea chico. Guardamos todo y partimos con las mochilas con cerca de 23 kilos a buscar por donde salir, pues Llanada grande queda a unos 250 metros más alto de desnivel y no hay camino para llegar allá.Decidimos seguir unas huellas de vacas, las que nos condujeron a un campo desde seguimos unos senderos hasta Llanada Grande. En el camino, mientras descansábamos nos encontramos con una señora que venía con su hija desde la escuela y le preguntamos donde podíamos comer algo. Nos dijo que no había nada más que un negocio de abarrotes . Como nos vio hambrientos nos regaló unos pancitos amasados con palta que había llevado de colación, y así mientras comíamos felices nos contaba de los vecinos, que se conocían todos y que siempre salía con varios perros porque ahí andaba el león (puma). En Llanada Grande hay unas cuantas casas, un retén de Carabineros y un negocio donde para nuestra delicia vendían cervezas bien heladas. Hicimos un trato con un lugareño que nos llevó por 5 mil pesos hasta la bajada al río en Puerto Santo Domingo (nos ahorramos una caminata de 6 Km), que no es más que una playa desde donde se podía meter fácilmente al río. Nuevamente estábamos armando campamento a últimas horas de la tarde.

Echados a patadas

A la mañana siguiente partimos por una de las zonas más lindas del río ,un tramo que va por un cañón rodeado de paredes de piedra y con mucho bosque nativo y grandes árboles que llegan hasta la orilla. Además el color turquesa del agua es increíble y la velocidad constante y la falta de rápidos hacen de esta parte una verdadera delicia. Pasada esta parte el río se abre y comienza a formas grandes meandros que alargan mucho la ruta y que sumados a un fuerte viento y la constante amenaza de lluvia hizo que nos pusiéramos ropa para el agua (Andrés pudo por fin usar su traje seco), claro que a la media hora se empezó a despejar de nuevo, así que terminamos bastante acalorados ese día.

Navegando el río Puelo

Llegamos a media tarde al lago Tagua Tagua, donde había mucho viento y grandes olas por lo que decidimos acampar en la primera playa que vimos y que para nuestra mala suerte era la orilla del Mítico Puelo Lodge, donde fuimos echados de ahí por la administradora. De nada sirvió decirle que veníamos desde Lago Puelo en expedición, que éramos muy limpios, que teníamos todo armado y que nos íbamos muy temprano. Nada, la mala onda estaba instalada y para evitarnos pelear más aún (podríamos haber hecho uso de nuestro derecho a usar las orillas de cualquier lago) decidimos irnos de vuelta a Puerto Maldonado y acampar al frente.

El campamento igual estuvo bueno, disfrutamos de una apacible tarde y pasamos buena noche.

Rápidos por doquier

Amanecimos muy temprano porque queríamos asegurarnos de cruzar el Tagua Tagua sin viento por eso a las 7 AM estábamos con los botes en el agua. Unas horas de remada muy agradable nos dejaron en la otra punta del lago. La salida estuvo entretenida con un pequeño rápido que nos despertó, pero luego entramos al sector de la Poza, que es un mini lago bastante grande y que sabíamos que terminaba en el rápido conocido como El Salto ) y que nos tenía bastante nerviosos. Justo antes del rápido el río se angosta y se encañona con paredes verticales . Veíamos las olas y espuma a lo lejos .Decidimos subir una pequeña loma de bosque para tener mejor vista del rápido, el que para nuestra suerte salía hacia la izquierda y se podía pasar fácilmente por la derecha.

Un español que tiene una casa ahí y que estaba pescando nos dijo que después de este rápido ya no había más y que el río corría suave hasta el mar. Partimos a rodear por la derecha el rápido, justo donde el río tiene hartas piedras y avanza con poco caudal. Pude remar un poco hasta que el bote se quedó atrapado entre dos piedras grandes y se llenó de agua. Me vi obligado a bajar y tirar de él hasta la orilla. Ahí vimos que había otro rápido que estaba tapado por unos árboles y que nos obligaba a bajar más aún.

El río corría con bastante velocidad y dudábamos de lo que nos había dicho el español, así que nos fuimos por un brazo a la derecha para evitar unos rápidos que vimos al avanzar río abajo y para nuestra mala o buena suerte había más rápidos. Ya sin tiempo para salir a la orilla, nos fuimos por ellos y remamos fuerte hacia el que parecía más fácil. Andrés pasó saltando una gran roca y la posterior ola y yo por tratar de esquivarla, la pasé por la derecha pero me agarró una corriente desde la izquierda y al juntarse con la ola me pegué un gran salto y estuve a milímetros de darme vuelta.

Navegando el río Puelo

Pasado el rápido nos fuimos a la orilla y pude dar vuelta el bote y sacarle el agua. Ahí vimos que venía otro rápido y que lo mejor era pasarlo por la derecha. Partimos de nuevo y esta vez Andrés no pudo salir de la corriente y al tratar de dar una vuelta y salir de ella, la ola lo agarró y lo dio vuelta. Despuès de segundos de incertidumbre lo vi flotar al lado del bote, el que por supuesto no se hundió y que sirvió de flotador. Partí a ver si podía ayudarlo pero lo mejor era que flotara un poco río abajo hasta un remanso donde pudiera salir y recuperar sus cosas. Perdió un gorro y su botella Nalgene, pero aparte de eso, nada más. Bajamos hasta la siguiente playa y ahí descansamos una hora mientras el sol secaba las cosas de Andrés. Aprovechamos de almorzar y bañarnos.

Las siguientes horas fueron más tranquilas, aunque igual pasamos dos rápidos más que se movían un poco, pero en general nos dejamos llevar por el río hasta que divisamos el gran puente que une la localidad de Puelo con Cochamó, y que era uno de nuestros hitos al llegar. Desde ahí solo un par de kilómetros nos separaban de nuestro destino final que era el fiordo de Reloncaví. La marea estaba alta así que el río corría muy lento y nos tomó bastante rato llegar a la desembocadura. Cuando llegamos, nos fuimos a la orilla justo en la punta donde termina el río, pues la marea ya estaba bajando y la corriente es muy fuerte en el fiordo y no queríamos arriesgarnos a que nos llevase hacía a dentro.

Felices nos bajamos de los botes y nos dimos un abrazo pues habíamos cumplido con nuestro objetivo que era navegar el río Puelo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el mar. Cuatro días a full, cerca de 120 Km de navegación y algo de caminata con mil aventuras, algo de riesgo, mucha tranquilidad, naturaleza casi virgen y paisajes inolvidables llegaban a su fin.

Nos íbamos a quedar en la casa de Fernando, un amigo de Andrés muy buena onda, pero para llegar a ella teníamos que remar río arriba casi un kilómetro, esta vez con toda la corriente en contra. Una hora de sufrimiento nos llevó llegar hasta la orilla de la casa de Fernando y ahí sí que dimos por terminada esta primera parte de la aventura, pues dos días después estábamos partiendo a conocer el mágico valle de Cochamó.

Kayak por el Maullín

Un grupo de amigos decidió cumplir un sueño de infancia: bajar por el río Maullín. Durante tres días exploraron lugares recónditos de bosques milenarios , viajaron por aguas cristalinas y también vieron cómo la contaminación empaña el paradisiaco paisaje.

Texto y fotos: José Cardenas Vejar

Nuestra travesía nació de una conversación entre un grupo de amigos de infancia que nos topamos con las mismas inquietudes: investigar el largo recorrido del río Maullín hasta su desembocadura en el océano pacífico y proteger ese entorno del cual nos sentimos orgullosos y conocimos desde niños.

Queríamos conocer en profundidad el lugar Río Maullín, que nace en la desembocadura del lago Llanquihue en la regíon de Los Lagos y se extiende por 85 Km. Su entorno es ideal para practicar Fly fishing.

Kayak por el Maullín

Vista de Caleta Carelmapu.

Decidimos prepararnos para descender en Kayak por el Río. El objetivo del viaje era simple: recorrer y conocer la  flora y fauna aledañas al río, ver con nuestros ojos las huellas que la historia dejó por medio de la glaciación que existió en el lugar y conocer el entorno que alguna vez habitaron los Chonos. Además teníamos antecedentes de que los antiguos habitantes del sector “Monte Verde” viajaban hasta el río Maullín a recoger algas y usarlas con fines medicinales. Vestigios de Terrazas y morrenas nos esperaban en la ruta.

Preparación

En una exploración en kayak por un río con un caudal medio de 75 m3/s se pone a prueba el estado físico de cualquiera. Consideramos entonces realizar la travesía en siete días. No queríamos competir ni hacer algo que perjudicara nuestra integridad física así que decidimos irnos con calma. Al ser una exploración debíamos ser minuciosos con todo lo que viéramos y registráramos.

Kayak por el Maullín

Descanso en sector El Gato.

Lo primero que hicimos fue estudiar la ruta y conocerla como la palma de nuestras manos. No sabíamos si ciertos sectores eran navegables debido a la baja profundidad del río y tampoco sabíamos si existían rápidos o cascadas. Recurrimos entonces a imágenes satelitales y a relatos de vecinos del sector. Rápidamente nos enteramos de que la navegación se dividiría en dos partes. La primera iría desde el lago Llanquihue hasta un sector aledaño a Nueva Braunau. Sólo las primeras 6 millas del río son navegables. Las siguientes 9 millas se ven imposibilitadas debido a la existencia de arboles que cruzan el río, cercos y alambres de los lugareños. Decidimos navegar la ruta más expedita y de mayor longitud que se sitúa desde el sector Las Quemas hasta el Maullín.

Los preparativos comenzaron tres meses antes de la exploración. Solicitamos el zarpe en la Capitanía de Puerto de Maullín. Ahí nos dieron una charla y nos entregaron un listado de los requisitos que debíamos cumplir para que nos otorgaran la autorización. Necesitábamos saber nadar, tener chalecos salvavidas, llevar agua dulce, alimento para dos días adicionales al de recalada, ropa seca, GPS, brújula, mapa, bengalas, teléfono satelital y radio VHF con banda marina. Por suerte cumplíamos a cabalidad los requerimientos. Paralelamente seguimos planificando la ruta, los sectores donde haríamos una pausa y los lugares donde acamparíamos.

Kayak por el Maullín

Descanso en sector El Gato.

La flora terrestre que rodea al río principalmente es del tipo Bosque Húmedo templado con características de Bosque Valdiviano y marcada presencia siempreverde. También, al ser bosques de renovales, todo el viaje tendríamos árboles a nuestro alrededor. Eran muy pocos los sectores donde podríamos detenernos. Además, la depresión intermedia, esta zona presenta una topografía fuertemente ondulada, esto hace que el río en algunos sectores, presente un escurrimiento meándrico con valles fluviales estrechos. Tendríamos que estar concentrados en la navegación para no golpear los árboles que se encontraban caídos a los costados del río y volcarnos.

Tuvimos que poner en pausa por un momento los planes de viaje debido a nuestros trabajos. De los que integraríamos la travesía, Ricardo, mi amigo de infancia, trabajaba en el Hospital de Maullín, y Alejandro y Francisco eran ingenieros de profesión. Ellos residen en Puerto Montt y Frutillar respectivamente. Por mi parte, Aysén Films, la productora cinematográfica científica en la que trabajo, me encomendó viajar a Coyhaique para hacer registro fotográfico de una actividad invernal.

No teníamos muchos recursos para el viaje. Los kayak fueron facilitados por amigos que creyeron  en nuestra taventura. El equipamiento para acampar también era básico. Llevamos una carpa de 4 estaciones MSR Fury, sacos de dormir -20º y linternas frontales, pilas para recambio, cocinilla con gas butano y bolsas para la basura. Solo debíamos costear la alimentación y combustible para pagar el flete que nuestro amigo Michel, quien se desempeña como Bombero y contador, nos haría desde Maullín a las Quemas.

Kayak por el Maullín

Descanso en sector El Gato.

Comienza la travesía

¡Finalmente llegó el día! El pronóstico meteorológico estaba a nuestro favor durante los días que remaríamos. Estimamos la recalada final en tres días. Michel nos dejó en el Puente Maullín Nº 4, cerca del Retén de Carabineros de las Quemas. Allí chequeamos que nuestros kayak estuvieran en óptimas condiciones y estibamos la carga.

Zarpamos y de inmediato nos impregnamos de la paz y armonía del río y sus alrededores. Navegar bajo un cielo azul, sin viento y dejarnos llevar por la corriente era un deseo que hace mucho tiempo anhelábamos. Comenzamos a ver muchos árboles que cruzaban en 45º el río.  También vimos flotando desde neumáticos y bolsas plásticas, hasta animales muertos. Incluso nos encontramos con restos de botes y remos de fibra.

Kayak por el Maullín

Navegación en Puerto Toledo.

Nuestros conocimientos de navegación indicaban que en los sectores que el caudal era más tranquilo, la profundidad era menor y se situaban bancos de arena o piedras. En muchos sectores la profundidad era de solo centímetros. En el fondo del río, lográbamos ver muchos troncos. A medida que descendíamos el río pudimos observar que el Maullín recibe varios afluentes menores, como Estero el Rosario, Río Oscuro, Río Chinchiguapi y Río El Gato.

Kayak por el Maullín

Tarde de Primavera en Muelle Maullín.

En este último sector, que es límite entre las comunas de Los Muermos y Maullín, el año 2015 se presentó un proyecto para instalar una “Central Hidroeléctrica de Pasada”. Por suerte este proyecto no se llevó a cabo, gracias a la gestión del municipio de Maullín y de un movimiento ciudadano conocido como ‘Río Maullín libre’ se logró retirar el proyecto de impacto ambiental, ya que carecía de información relevante, no incluía la línea de transmisión ni contemplaba a la comuna de Maullín dentro del área de influencia del proyecto.

En este sector nos detuvimos a descansar y dimensionar el proyecto cancelado. Pudimos evidenciar con mucha pena, la contaminación existente. Ya se nos hacían familiares en la ruta los cartones, botellas, restos de fogatas, bidones de combustible y muchos otros residuos domiciliarios de gente que no entiende la importancia del río y su entorno limpio. El primer día de navegación culminó en el sector de Puerto Toledo. Llegamos rápido. En algunos sectores la velocidad de navegación fue de 7 nudos, casi 13 km/hr. Temprano armamos campamento mientras una copiosa lluvia se dejaba caer, la que hizo el descanso mas relajante. El día siguiente comenzaría muy temprano.

Kayak por el Maullín

Tarde de Primavera en Muelle Maullín.

Segundo día

A las 7 am preparamos el zarpe. Secamos y guardamos todo para continuar nuestro viaje. En la ruta nos encontramos con un sin fin de aves. Cisnes Coscorobas, patos colorados, Taguas, Cormoranes. El sol y la tranquilidad que desde ese sector del río en adelante entrega, hacía que no dejáramos de agradecer ese regalo que recibíamos. Nos internamos en los humedales del sector de Puelpún, lugar que junto a otros, fueron incorporados a la Red Hemisférica de Aves Playeras. Es el quinto lugar en Chile. Esto demuestra la importancia que Maullín tiene para la conservación de Biodiversidad a nivel Internacional. Muchas Garzas grandes y Cucas, Playeros de Baird y Chorlos nos recibieron en el sector del ‘Bosque Sumergido’. Muy cerca de allí, frente a Río Guarne, armamos el campamento en nuestro segundo día de navegación. En ese sector existe un camping el cual aún es prácticamente desconocido para los mismos Maullinenses. Don Jorge Yañez nos recibió muy feliz y nos contó sus proyectos para ese lugar.

Después de cenar e indicar nuestras coordenadas a personal de la armada, la noche completamente estrellada nos cobijó  para el merecido descanso.

Kayak por el Maullín

Campamento en sector Puelpún.

Tercer día

Para el tercer y último día, teníamos prevista la recalada para cerca de las 18:00 hrs. También teníamos considerado que el río cambia de agua dulce a salada, además de vientos y oleaje. Y así fue. Luego de unas horas de remar llegamos al sector de Lolcura. Allí de frente nos topamos con vientos de 10 nudos, casi 20 km/hr. y olas de medio metro. Desde ese sector cruzamos el río en su totalidad para llegar a Chuyaquén donde se encuentran los restos de una antigua Salmonera. Era nuestro último descanso para finalmente llegar a casa. La marea estaba subiendo y remar los últimos 5 kilómetros hacia Maullín se hicieron eternos. Finalmente y cerca de las 20:00 hrs. recalamos en el Muelle Cariquilda. Nuestros amigos nos esperaban en ese lugar. Querían escuchar nuestras historias y ojear el registro fotográfico que habíamos hecho de toda la ruta. Un saludo y un gran abrazo con ellos selló nuestra memorable hazaña. Todo salió como lo teníamos contemplado.

Kayak por el Maullín

Comienzo de jornada en Puerto Toledo.

Kayak en La Laguna San Rafael

Dentro de toda el área entre Bahía Exploradores y la laguna San Rafael, la posibilidad de avistar aves es increíble, particularmente en la ribera de la laguna, en donde colindan varios ecosistemas, como los ríos, bosques y humedales. Aquí cintamos la historia de una expedición de la Universidad San Sebastián que salió a explorar estos lejanos confines.
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Apego a la Naturaleza a Través del Kayak

No es nada nuevo leer que realizar un deporte al aire libre puede causar experiencias significativas y transformaciones en las personas. En este caso practicar kayak, sin importar el grado de dificultad del río, promueve en el kayakista la concentración, el autoconocimiento y el manejo de riesgos, pero por sobre todo, inspira respeto hacia el río. Hace un tiempo tuve la suerte de dedicarme a facilitar estas experiencias en mi nuevo trabajo, que tiene el río como sala de clases.

Texto por Jane Koopman; traducción por Jens Benöhr

Enseño kayak mientras descendemos junto a una balsa de provisiones en una expedición de 10 días en el Cañón de la Desolación. Este es un cañón remoto en el río Verde, en el estado de Utah. Si bien interactuamos con otros viajeros del río durante nuestro descenso, al final de nuestro día no retornamos a un lodge o campamento base, sino que continuamos fluyendo junto al río, buscando entre los sauces y tamariscos un nuevo hogar cada noche, y cocinando nuestra cena bajo el cobijo de nudosos álamos, en las acogedoras playas del cañón. Durante toda la travesía nos encontramos inmersos en la naturaleza.

Jane enseñando hidrogeología en una de las playas del Cañón de la Desolación.  Fotografía: Kirk Rasmussen

Jane enseñando hidrogeología en una de las playas del Cañón de la Desolación.
Fotografía: Kirk Rasmussen

El Cañón de la Desolación se encuentra en medio de una de las más grandes áreas legalmente designadas como reserva natural protegida, en Estados Unidos. Provee una perfecta iniciación a las aguas blancas con el profundo cañón como espectacular escenario, donde las estrellas cubren el cielo nocturno, los carneros ágilmente trepan acantilados que parecen imposibles de escalar y el tamaño del lugar es sobrecogedor.

El significado de la naturaleza
Tras un día y medio de aguas tranquilas en el cañón, ya hemos navegado unos 50 kilómetros e introducido a los estudiantes a lo básico del kayak: salida de emergencia del bote, técnicas de remada, rotación del torso y técnicas de rescate. También les hemos introducido a como cocinar, dormir, cagar, mantener el calor y a los osos alejados, todo esto sin dejar ni un solo rastro de nuestro paso, – parte de la filosofía del NDR o “No Deje Rastro”-, en este invaluable corredor biológico.

                    Apreciando la magníficas formaciones rocosas del río Verde en su confluencia con el río Yampa. Esta sección del río podría encontrarse bajo un embalse, pero fue protegida en los años 60 por activistas del Club Sierra quienes lucharon por la libertad del río. Fotografía: Kirk Rasmussen


Apreciando la magníficas formaciones rocosas del río Verde en su confluencia con el río Yampa. Esta sección del río podría encontrarse bajo un embalse, pero fue protegida en los años 60 por activistas del Club Sierra quienes lucharon por la libertad del río.
Fotografía: Kirk Rasmussen

A medida que avanzan los días y llegamos a la cuarta jornada, introducimos a los estudiantes a la técnica de ferry, tomar eddies, scoutear rápidos y a la hidrología del río. También visitamos petroglifos dejados por el antiguo pueblo nativo de Fremont, quienes ocuparon el cañón hace 1.200 a 900 años atrás, aprendemos sobre la geología del cañón y algunos aspectos sobre la flora y fauna nativa, o sobre los bandidos y rancheros que frecuentaban las inmediaciones del cañón en los siglos anteriores. Idealmente, si el tiempo nos lo permite en este activo itinerario, nos tomamos un momento para reflexionar, para oírnos a nosotros mismos pensar sin grandes distracciones y realmente comprender dónde estamos. Las discusiones al atardecer exploran qué significa la naturaleza para nosotros, o qué hace que un lugar específico sea especial para nosotros.

Practicando nadar rápidos en el Cañón de la Desolación. Fotografía: Kirk Rasmussen

Practicando nadar rápidos en el Cañón de la Desolación Fotografía: Kirk Rasmussen

Aprender de lo simple
Ya posterior al cuarto día, el grupo no solo aprecia las aguas blancas – y la satisfacción de una elegante entrada a un eddy, la emoción de sobrevolar una ola o la satisfacción al encontrar tu propia línea en los rápidos-, sino además se ha desarrollado un apego por los lugares que hemos visitado. Yo y mis compañeros de viaje estamos experimentando un “sentido de pertenencia”, o la idea de que el lugar es “una pieza del ambiente como un todo que ha sido reclamada por los sentimientos” (Alan Gussow).

Observando el río Verde desde la cima del Cañón de la Desolación. Fotografía: Kirk Rasmussen

Observando el río Verde desde la cima del Cañón de la Desolación.
Fotografía: Kirk Rasmussen

Cada día, a medida que descendemos por el río, aumenta la confianza de los estudiantes. Crece con cada entrada a un eddy, cada surfeo logrado, cada detalle natural enseñado, cada comida preparada y cada noche acampando bajo las estrellas. Además, mientras los estudiantes van aprendiendo y sintiéndose cómodos en el cañón, también van desarrollando un profundo cariño por el lugar. Los momentos que causan este aprecio varían de estudiante a estudiante, pero mi trabajo como instructora es facilitar estos momentos.

Un boof en el río Puesco, cerca de Curarrehue en Chile. Fotografía: Jane Koopman

Un boof en el río Puesco, cerca de Curarrehue en Chile. Fotografía: Jane Koopman

Los caminos para lograr esto son diversos; puede ser una clase de ecología sobre la interrelación que sauces, tamariscos, sedimentos y peces comparten, una caminata que de perspectiva del tamaño de nuestro pequeño campamento en comparación a las enormes paredes de rocas que nos rodean, o incluso simplemente contemplar un atardecer que tiñe el cielo e ilumina con sus tonos rojizos las rocas del cañón. Considero mi trabajo bien hecho cuando mis estudiantes finalizan las clases no solo entusiasmados con las aguas blancas, sino también cuando sienten amor por la naturaleza, por estos lugares recónditos y prístinos.

Atardecer en la salida de la sección baja del río Ñuble en San Fabián de Alico. Fotografía: Jane Koopman

Atardecer en la salida de la sección baja del río Ñuble en San Fabián de Alico. Fotografía: Jane Koopman

El Desafío
Lleva un niño a remar al río. Pero no lo lleves solo a practicar kayak. Llévalo al río y no solo lo ayudes a aprender el giro esquimal y las técnicas de remada, sino también a aprender sobre otros aspectos del río. Aprendan sobre las plantas y animales que habitan junto al río, sobre las personas que vivieron y utilizaron el río mucho antes de que flotáramos corriente abajo en nuestros pequeños y coloridos botes de plástico, sobre por qué el río actualmente está fluyendo libre, o porque fue represado camino abajo. Motiva la curiosidad y el asombro con preguntas. Explora bajo las rocas, toma tu tiempo para reflexionar, observa un atardecer, nada un rápido por diversión, mira estrellas fugaces rasgar el cielo nocturno y trabaja hasta que logres infundir un sentido de apego y pertenencia al lugar. Este desafío puede trasladarse al montañismo, la escalada, el surf, la bicicleta o cualquier otro tipo de deporte al aire libre que signifique escapar de la rutina. Inspirando este tipo de pasión profunda por la tierra donde amamos vivir, aprender y jugar, ayudaremos que los pueblos puedan continuar disfrutando de estos lugares salvajes incluso largo tiempo después de que nosotros mismos hayamos partido.
hayamos partido.


 

Sobre Jane
Jane Koopman es oriunda de California, Estados Unidos. Trabaja como instructora de kayak para NOLS y desde hace algunos años está dedicada a la educación y el activismo socioambiental. En noviembre de 2014, mientras viajaba por Chile trabajando para la ONG Futaleufú Riverkeeper, vio una desconexión entre los kayakistas que recorrían los ríos de Chile y las comunidades locales. A partir de esto inició el programa de Kayak River Stewards, proyecto que busca ligar los deportistas dedicados al río con las comunidades locales y ambientalistas. Por ello, Jane ha estado recorriendo Chile durante los últimos meses, generando redes de contacto entre kayakistas y las comunidades que habitan los variados ríos de nuestra tierra. Otra de sus propuestas es la educación ambiental a través del kayak como Instructora de NOLS, escuela de formación en técnicas de vida al aire libre y liderazgo para la protección del medio ambiente.

El gran Biobío de cordillera a mar

Chile es una tierra de ríos. A lo largo de su accidentada geografía, el agua acumulada en la cordillera de los Andes fluye en forma de miles de esteros, los cuales se reúnen en ríos, lagos, lagunas y humedales, antes de culminar en el océano Pacífico. Inmerso en medio de esta tierra, existe un enorme cuerpo de agua que se extiende a lo largo de la segunda cuenca hidrográfica más grande del país. Este coloso es el río Biobío, o Butalebu, como le llamaron los pehuenches y que quiere decir río grande, el cual es y ha sido durante siglos una gran fuente de vida e historias. Su extenso borde representa la frontera histórica entre los españoles y el pueblo mapuche, siendo testigo de cruentas batallas, acuerdos y traiciones.

Texto y Fotos: Jens Benöhr y Tobias Hellwig

El río Biobío es el segundo más largo de Chile, después del casi extinto río Loa. Posee un recorrido de 380 kilómetros desde su nacimiento, en la cordillera de los Andes, hasta su desembocadura en el océano Pacífico, junto a la ciudad de Concepción. Desde pequeño he vivido en esta ciudad, donde en algún momento de mi vida comencé a preguntarme por el origen del río que silenciosamente fluía frente a mi ventana. El Biobío queda a unos pocos pasos de mi casa y antes solía a caminar en él, pues su lecho es poco profundo y puede ser recorrido a pie en ciertos sectores. En los últimos años he contemplado con tristeza la transformación de su orilla en un límite intransitable, sus bordes rellenos con toneladas de escombros y tierra infértil.

Lonquimay nos dio la bienvenida con  grandes bosques de araucarias teñidos de blanco por la nieve

Lonquimay nos dio la bienvenida con grandes bosques de araucarias teñidos de blanco por la nieve

Al mismo tiempo, hace algunos años descubrí el kayak de río. En los rápidos de Alto Biobío es donde, junto a buenos amigos, aprendí a montar olas y descubrir las líneas del río, a jugar en sus aguas con nuestros coloridos botecitos de plástico. Ya hace 3 años desde que me inicié en sus aguas y comencé a fantasear con recorrerlo desde su origen hasta su final; sentir el peso de su geografía completa sobre mi cuerpo. De esto conversé hace unos meses con Tobías, quien también soñaba con dejarse llevar por las aguas del Biobío en su kayak de travesía. No tardamos en darnos cuenta que nuestro interés era común, y en Noviembre de 2015 aterrizamos este gran sueño.

El río Biobío
Oficialmente, el río Biobío comienza en la laguna Galletué, pero nosotros, por algún extraño y tácito acuerdo, decidimos comenzar nuestro descenso desde el estero Huillinco, principal tributario de la laguna Icalma, o Espejo de Agua ¡Y qué feliz decisión! Remar entre araucarias y coigües milenarios nos removió el espíritu. El Huillinco vierte sus aguas en la Laguna Icalma, la cual cruzamos veloces, con el viento a favor, hasta llegar al nacimiento del río Biobío. Ahí, entre gritos de euforia y alegría, comenzó el descenso de un río que desde tiempos inmemoriales ha fluido indómito a través de la estepa cordillerana de Lonquimay. Atravesamos la pampa andina, impresionados por el contraste entre la aridez de la zona y la enorme biodiversidad en constante movimiento por el Biobío, que en ese momento aún se mostraba como un pequeño curso de agua. Acampamos junto a sus orillas, arrullados en la noche por su suave murmullo y bajo el cobijo de imponentes araucarias.

El río Biobío fue conocido en todo el mundo por sus desafiantes rápidos, la mayoría desaparecidos tras la construcción de las represas

El río Biobío fue conocido en todo el mundo por sus desafiantes rápidos, la mayoría desaparecidos tras la construcción de las represas

Tras tres días de tranquila navegación, durante un impresionante atardecer, sucedió el mayor temor de un kayakista; me volqué y nadé. Seducido por una pared de rocas que parecía arder con los últimos rayos del sol, me enredé en unos sauces y caí al agua con el kayak abierto y la cámara fotográfica en la mano. Incapaz de girar mi bote bajo los sauces, nadé fuera del kayak, arrastrando a duras penas mi equipo. Alcancé la orilla sin calcetines, arrancados por la corriente, y toda mi ropa mojada, pues las bolsas de supermercado no son las mejores bolsas secas. En el borde del río me alcanzó Tobias, quien logró tranquilizar mis ánimos, agitados por el agua y la pérdida de valioso equipo fotográfico. Esa misma noche, secando la ropa en una fogata, conocimos a Mirella y Guillermo, una pareja de arrieros del valle del río Rahue. Mirella pasó a caballo junto a nuestro campamento mientras oscurecía y nos invitó a tomar mate y a conversar de la vida en la cordillera. “Dura y triste”, decía ella, pero también nos habló de las alegrías que brindan la tierra y los animales, la paz y la lentitud con que transcurre el tiempo en esas alturas. Al día siguiente nos invitaron a presenciar el esquilado de las ovejas, actividad que los arrieros realizaban con notoria destreza, conversando despreocupados entre ellos.

Al interrumpir las represas nuestro descenso por el río, nos vimos obligados a transportar por tierra los kayaks y el equipo.

Al interrumpir las represas nuestro descenso por el río, nos vimos obligados a transportar por tierra los kayaks y el equipo.

Las falsas promesas de Ralco
Tras despedirnos afectuosamente, proseguimos nuestro viaje y, a medida que avanzábamos, el río adquirió mayor fuerza y tamaño; de pronto estábamos en medio de la cordillera, recorriendo un tramo oculto para los ojos humanos. Aquí el Biobío es custodiado por cipreses, coigües, robles y ñirres, cormoranes y martines pescadores, silenciosos guardianes de los secretos que el río aún mantiene aguas arriba, aguas bravas que fluyen con fuerza, una sección aún a salvo del embate del progreso que todo lo aniquila. Este tramo significó concentración y cuidado, pues Tobías navegó valientemente en su kayak de travesía, diseñado para aguas calmas, largos trechos con rápidos de alta dificultad.
Luego llegamos al embalse Ralco, donde abruptamente se desvaneció el salvaje río, domado por la mano del hombre. Ralco es un enorme y solitario embalse, del cual la empresa Endesa hizo falsas promesas de turismo que, hoy en día, tan sólo significan derrumbes en su inestable orilla, esto producto de los grandes cambios en el nivel y superficie del embalse, el cual llega a variar alrededor de 40 metros al año.

Los árboles muertos son el triste  testimonio de la inundación del valle.

Los árboles muertos son el triste testimonio de la inundación del valle.

Desde fines de los años 90, las aguas del Biobío son utilizadas intensivamente con fines energéticos. Las grandes represas de Pangue y Ralco, además de la recientemente inaugurada central Angostura, han inundado enormes superficies de bosque nativo y tierras sagradas para el pueblo pehuenche. La construcción de estas centrales hidroeléctricas en Alto Biobío tuvo una fuerte oposición por parte de comunidades pehuenches y ciudadanos chilenos, pero finalmente triunfó el modelo de desarrollo depredador de la naturaleza. Es así como luego de fluir a lo largo de un furioso río a través de las montañas, nos encontramos de pronto remando sobre enormes embalses y requiriendo de apoyo vehicular para sortear las murallas de hormigón que impedían nuestro camino hacia el mar.

Un río para conocer
Al pasar el último embalse, Angostura, acampamos junto a la orilla del río. Grande fue nuestra sorpresa cuando al atardecer, mientras cocinábamos, el río comenzó a subir. En poco menos de una hora tuvimos que reubicar nuestro campamento en tierra más alta, tan sólo quedando una fogata que resistió hasta su crepitante final. En dos horas el río presentó una crecida artificial de alrededor de 2 metros, lo cual sin duda, altera el ecosistema del río. Esto es provocado por el embalse Pangue, que produce según demanda energética, y por tanto suele liberar mayor cantidad de agua en las tardes.
Una vez dejada atrás la cordillera de los Andes y entrando en el valle central, nos encontramos con numerosas industrias que vierten sus desechos líquidos al río, contaminando las aguas que dan de beber a nuestros pueblos y ciudades. Las orillas del río lucen abandonadas, siendo los únicos habitantes las extensas plantaciones de pinos y eucaliptus que han provocado una enorme erosión de los suelos, los cuales al ser arrastrados por las lluvias de invierno van a parar a las aguas del río, que los transporta hasta el mar. Entre Negrete y Laja nos sorprendió ver varias embarcaciones navegando el río, ya sea para cruzarlo o pescar. Luego nos adentramos en la cordillera de la costa, donde definitivamente el río es abandonado a su suerte, oculto entre interminables plantaciones de pino.

Nuestro sueño fue conocer el río que fluye frente a nosotros sin ser visto, que cruzamos y no contemplamos, que bebemos y no tocamos

Nuestro sueño fue conocer el río que fluye frente a nosotros sin ser visto, que cruzamos y no contemplamos, que bebemos y no tocamos

El lento fluir del Biobío en su última sección fue un largo momento para reflexionar sobre nuestro entorno y como nuestro cómodo estilo de vida -incluido el de los autores, siempre a salvo en botes de plástico y enfundados en ropa especializada- ha generado los grandes impactos que vemos sobre el río. El tiempo navegando fluye con otro ritmo, lánguido y contemplativo, contrastante con el acelerado ritmo de la ciudad de Concepción, la cual nos dio la bienvenida con basurales y el constante ruido del tráfico, que hizo temblar nuestros oídos, acostumbrados al suave rumor del agua. El río Biobío junto a Concepción habla, pero ya no lo oímos.
Tras 10 días de intensa navegación llegamos al mar, y finalmente sentimos nuestros kayaks mecerse en las olas. En ese instante culmine sentimos la vida del río y su pena, su abandono. Pero también entendimos nuestra responsabilidad, como habitantes de sus orillas, de mirarlo, reconocerlo y respetarlo. Para nosotros nunca fue importante descender el río Biobío en su totalidad, ni nos interesamos en saber si éramos los primeros en realizarlo. Navegar el gran río Biobío de cordillera a mar fue para nosotros un pequeño y valioso testimonio, una señal de respeto hacia su milenaria memoria.

 

¿Cómo acampar en una expedición de kayak?

Los kayaks de travesía son pequeñas embarcaciones que poseen tabiques internos, los que, junto con aportar una reserva de flotabilidad indispensable para una navegación segura, también cumplen la función de dar forma a grandes compartimentos estancos en los extremos del kayak, verdaderas bodegas impermeables donde podemos llevar gran cantidad de carga durante nuestra navegación.

Así, el kayak ofrece grandes mochilas flotantes en los extremos de la embarcación, ahí en esas secciones huecas en donde no va sentado el kayakista. En estos compartimentos se puede llevar comida, ropa, carpa, colchoneta, saco de dormir, equipos de cocina, y algún libro para leer dentro de la carpa durante una tarde de mal tiempo. ¡Para muchos resulta difícil creer todo lo que puede caber dentro de un kayak! Por ejemplo, durante la temporada 2008-09, navegué durante 40 días en kayak Antártica, con total autonomía. Dentro del kayak llevaba todo lo necesario. Incluso equipos de montañismo como botas plásticas, arnés, crampones, cuerda, etc., con los que subimos una montaña virgen en isla Amberes. Durante esa travesía navegamos 900 km.
Gracias a esa inmensa capacidad de carga podemos emprender travesías autónomas de más de un día, cubriendo enormes distancias, de cientos e incluso de miles de kilómetros, ya que podemos contar con todo lo necesario para desembarcar, armar un campamento y descansar al final de cada día de navegación, para continuar con nuestro viaje al día siguiente, sin requerir de apoyo externo, como alimentos o equipos previamente depositados en la ruta, la asistencia de terceros desde tierra, o el apoyo permanente de embarcaciones de mayor tamaño, como yates o lanchas.
Con todo, una de las cuestiones importantes a resolver durante la ejecución de una travesía en kayak de varios días por las costas de Chile, es la elección del donde armaremos nuestro campamento al final de cada jornada. Para eso les ofrezco los siguientes “tips”:

Durante la planificación de la travesía, es importante hacer un estudio detallado de la costa, mediante imágenes satelitales, fotos aéreas, cartas náuticas y cartas topográficas del IGM, derroteros, guías náuticas y testimonios de personas que conozcan el área, identificando todos los sitios donde existe potencial para desembarcar y acampar. Luego de este estudio, haremos apuntes en la o las cartas que utilizaremos durante la travesía, que llevaremos sobre la cubierta del kayak, en un porta mapas verdaderamente estanco, para poder consultar en cualquier momento durante la navegación. A cada sitio detectado durante el estudio, le asignaremos un puntaje según si las posibilidades de ofrecer un buen sitio para desembarcar y acampar sean mayores o menores.

Durante la travesía, nunca sabremos exactamente cuántas millas podremos avanzar cada día, o en qué momento nos veremos obligados a salir del mar por cualquier razón, un malestar físico, un mal tiempo sobreviniente, etc. En vista de ello, la elección del sitio para acampar será una decisión que deberá tomarse día a día. En efecto, no es factible planificar una ruta para una larga travesía en kayak, estableciendo con precisión los sitios donde se acampará cada día. En nuestro estudio previo, un sitio de la costa tendrá potencial para instalar un campamento, cuando ofrezca un acceso fácil y seguro a tierra, espacios abrigados del oleaje, sin rompientes, acantilados o selvas que alcanzan el mar, y cuando muestre indicios de la existencia de un espacio plano para armar la carpa, y de la presencia de agua dulce corriente.

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En los archipiélagos de Patagonia, uno de los mejores destinos mundiales para largas travesías en kayak, los sitios para desembarcar suelen ser escasos, especialmente en el territorio insular ubicado al sur del Golfo de Penas. Por regla general, los sitios para acampar se ubican en las desembocaduras de los ríos que bajan de las montañas, que arrastran sedimentos y piedras, dando forma a pequeñas playas. Estos sitios pueden identificarse mediante el estudio de cartas topográficas, imágenes satelitales y fotos aéreas. En general, para la calificación del potencial de un sitio como estos, debemos observar el tamaño de la cuenca que desagua el río, siendo más probable la existencia de un sitio para acampara si la cuenca es mayor, o y si el río desemboca en una entrada de mar (por ejemplo, una caleta) o en una punta o cabo, siendo en ambos casos más probable encontrar un buen sitio para acampar, que en el caso de que la línea de la costa se muestre plana en el mapa.

Este estudio previo a la expedición no será definitivo. Será solo una herramienta más, entre otras que utilizaremos para definir si un sitio en la costa reúne o no las condiciones necesarias para acampar. En efecto, la decisión definitiva la tomaremos una vez que accedamos a aquellos sitios con potencial, y luego de realizar algunas observaciones in situ.
Lo primero que haremos cuando accedamos a un sitio con potencial, es determinar si existen sitios planos para armar la carpa, o “aplanables”, ya sea en la playa, o fuera de ella, dentro del bosque, en la turba o sobre una roca desnuda.
Si encontramos un sitio plano dentro del bosque, debemos asegurarnos que no exista riesgo de caída de árboles o ganchos sobre la carpa. Cada año mueren muchas personas en el mundo por esta causa. La observación debe ser cuidadosa. Un gancho podrido o seco sobre la carpa, con un tamaño suficiente para hacer daño sobre nuestro campamento en el caso de un desprendimiento y caída, o un árbol en la misma condición, cuyo tronco pudiese alcanzar nuestro campamento en caso de caída, debiera disuadirnos de armar nuestra carpa en ese sitio. En los bosques australes, la caída de árboles y ganchos de gran tamaño es mucho más frecuente de lo que la mayoría cree. También debemos asegurarnos de no armar campamento cerca de pendientes fuertes, especialmente de tierra y rocas, o de rocas con apariencia inestable. La existencia de selvas sobre fuertes pendientes de roca también son una amenaza, ya que suelen venirse abajo en forma de avalanchas de troncos, musgos, lodo y vegetación.

Si acampamos en una playa, nuestra principal preocupación será hacerlo en un sitio que no resulte inundado al subir la marea. La marea es el cambio periódico del nivel del mar producido principalmente por la fuerza de atracción gravitatoria que ejercen el Sol y la Luna sobre la Tierra.
¿Cómo sabremos hasta dónde llegará la marea alta en ese lugar, durante nuestra estadía? Cuando desembarquemos en una playa, habitualmente podremos observar una o más líneas de pequeñas hojas, ramas, algas y otros despojos del bosque y del mar, que corren en forma paralela al borde del mar (ver foto adjunta a este artículo). Observando esas líneas o marcas, sabremos de inmediato qué altura alcanzó la última marea alta. Habiendo varias líneas, aquella más próxima al mar es la que nos indicará hasta donde llegó el nivel del mar durante la última marea alta. Con este dato, podremos estimar hasta dónde llegará la próxima marea alta, valiéndonos de una tabla de mareas.

 

Si no disponemos de una, o la zona en que nos encontramos está muy distante de un sitio del que se publiquen las tablas de marea, apoyaremos nuestra estimación con la observación de la luna. Si la luna está entre las fases llena y cuarto menguante, o entre las fases nueva y cuarto creciente, entonces la próxima marea alta, que tendrá lugar durante la noche, atardecer o amanecer, será levemente más alta si ocurrirá de noche, y empujará un poco más arriba el rastro de las hojas y ramitas donde observamos el nivel alcanzado por la última marea, o alcanzará un nivel más bajo que el alcanzado en la línea de rastros que observamos, si ella tendrá lugar de día. En cambio, si nos encontramos entre las fases lunares de cuarto menguante y luna nueva, o entre las fases de cuarto creciente y luna llena, sabremos que el nivel que alcanzará el mar en la próxima marea alta, será mayor. Sabremos si la luna está menguando o creciendo, con su simple observación. Si al observarla en el cenit tiene forma de “C”, quiere decir que está “Creciendo”. Si, por el contrario, tiene forma de “D”, quiere decir que está “Decreciendo” (en el hemisferio norte es al revés, ya que su forma de “C” en el cenit, significa que está menguando).

Ahora, si no hemos observado las fases de la luna, tenemos otros indicios para establecer que altura alcanzará la próxima marea alta. Como hemos señalado antes, las mareas nocturnas siempre son más altas que las diurnas, cuando la luna está creciendo o menguando. Si vemos varios rastros de mareas en la playa, como líneas paralelas, sabremos que la luna está creciendo o menguando. Si no vemos más que un rastro, sabremos que la luna está llena o nueva. En tal caso, es posible que la marea alta nocturna alcance el mismo nivel de la última marea alta.
Con todas esas observaciones, podremos establecer si contamos o no con un espacio dentro de la playa para acampar, a resguardo de las mareas.

Estas herramientas de análisis en base a las observaciones anotadas son muy útiles en Patagonia, especialmente al sur del Golfo de Penas, ya que las selvas avanzan sobre los bordes de las costas, justo hasta el punto donde llegan las mareas más altas de ciclo lunar (luna llena y luna nueva), también llamadas mareas de sicigia, que ocurren cuando se alinean la tierra, la luna y el sol. Estas mareas alcanzan sus máximas alturas anuales durante los equinoccios (20 o 21 de marzo, y 22 o 23 de septiembre).

Es por esta razón, que las fases de luna nueva y luna llena, las dificultades para encontrar un sitio para establecer campamento en la costa de Patagonia, es mucho mayor a las que existen durante las fases de cuarto creciente y cuarto menguante, cuando las mareas altas alcanzan su menor altura, dentro del período del ciclo lunar.
En el tiempo en que la luna completa una órbita elipsoide sobre la Tierra, la Tierra da 27,32 vueltas sobre su eje. Como la luna se desplaza en su órbita, en el mismo sentido que lo hace la tierra en su rotación: de oeste a este, observamos que la luna sale en el horizonte cada día entre 52 y 53 minutos más tarde. Por esa misma razón, el tiempo que transcurre entre una marea alta y la que le sigue, es de aproximadamente seis horas y 26 minutos. Si observamos que la marea alta ocurrió a cierta hora durante una noche, sabremos que en la noche siguiente la marea alta tendrá lugar 53 minutos más tarde, aproximadamente. Se trata de una estimación aproximada, que pude variar varios minutos según el lugar en donde nos encontremos.

La utilidad de esa información está que, como la mayoría de las playas en las desembocaduras de los ríos nos ofrecerán poco margen para acampar entre la selva y el mar, no pocas veces deberemos estar atento a la evolución de la marea. Habiendo registrado a qué hora ocurrió la marea alta la noche anterior, sabremos a qué hora podemos estar seguros que la marea no seguirá subiendo, y estaremos a salvo de una inundación.

En el caso de Antártica chilena, en especial en la costa oeste de la Tierra de O´Higgins, los sitios para desembarcar son muy escasos, siendo la costa regularmente acantilada, enfrentando el mar en forma de pared de hielo o de roca. Un antecedente útil para la planificación de una expedición en esa costa, son los estudios del BAS (UK) sobre la localización de colonias de lobos, pingüinos y otros animales. Donde puede desembarcar un lobo, foca o pingüino, también puede hacerlo un kayakista. En estos casos, cuando se desembarca cerca de una colonia de pingüinos, hay que ser respetuoso con ellos, evitando especialmente interferir en sus rutas de acceso al mar. Existen directrices para los visitantes de Antártica, especialmente para los turistas de cruceros, que pueden y deben aplicarse en una expedición en kayak. Respecto a las mareas, a causa de la inclinación del eje de la tierra, existen zonas de la Antártica donde prácticamente existe solo una marea alta y una baja al día. Las amplitudes son, en general, bajas. La nieve, presente en la mayoría de los sities de desembarco, es fácil de aplanar para levantar campamentos, y sirve para construir muros en caso de temporales.
Hacia el norte del Golfo de Penas, y en especial de Chiloé y Puerto Montt, donde los sitios planos son más abundantes -salvo importantes excepciones-, la planificación de los campamentos se centra en evitar el desembarco en playas o zonas con rompientes, tener acceso a agua potable, y evitar sitios donde esté prohibido acampar, o de acceso prohibido.


CRISTIAN DONOSO
Navegante y explorador, ganador del Premio Rolex. Profesor de Navegación en la carrera de Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo de la Universidad San Sebastián. Es el ser humano que más millas ha navegado en kayak en Antártica, a nivel mundial, y el único chileno que ha realizado expediciones de largo aliento en ambas regiones polares de la tierra: el Ártico y Antártica. En Antártica, lideró la primera expedición en cruzar a pie las mesetas Foster y Herbert, en la Tierra de O´Higgins. Como skipper de la goleta Ladrillero, navegó de Hoorn (Holanda) al Cabo de Hornos, lugar que ya había alcanzado en kayak algunos años antes, sin embarcación de apoyo. Ha realizado más de 50 expediciones en Patagonia, varias de ellas en kayak de travesía. Casado con Fabiola Torres y padre de Marina.

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