Un innovador concepto de GPS para automóviles ya está disponible: se trata de navegadores que apuestan por la seguridad a través de diferentes tipos de alerta que advierten al conductor de situaciones de riesgo, como alarma de fatiga cuando se está demasiado tiempo conduciendo, alertas de choque frontal, asistencia al estacionar, entre otras. Continue reading
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Zarpar a la Antártica
Por años, el padre de Kalle Ljung había amenazado con salir a dar la vuelta al mundo en un velero. Al principio, Kalle y su familia lo escuchaban con paciencia, más que nada por respeto. Eso fue hasta que el veterano de 73 años zarpó: el viaje se volvió real, y en medio de preparaciones e investigación, lo aceptaron.
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Tánana: Listos para Zarpar
En lengua yagán, Tánana significa “listos para zarpar”. Este documental hace un registro histórico en torno al regreso de Martín González Calderón, quien luego de 40 años vuelve al corazón del archipiélago del Cabo de Hornos. Continue reading
¿Cómo enfrentar viajes en SUP en Río?
Salir de remar en aguas planas a ríos con corrientes y rápidos es una posibilidad que entrega el SUP tanto para principiantes como para deportistas más avezados. Aquí hacemos un repaso de varios detalles para considerar en este tipo de aventuras.
1-Investigación:
La búsqueda de información tiene que ser específica del área que visitemos: en el caso del Stand Up Paddle, lo más importante son los vientos; ahí me meto a WindGuru; también si son ríos que dependen de las mareas, como sucede en los alrededores de Valdivia, chequeo las alturas y horas con el SHOA. También es importante saber qué cantidad de agua trae un río; en verano los ríos están más secos por lo tanto tienen menos agua, lo cual hace al río menos profundo y más correntoso. Esto puede ser peligroso porque las piedras y troncos quedan más expuestos. En invierno los ríos tienen mayor cantidad de agua, lo que hace el rio más profundo y menos correntoso. Por lo general, este tipo de información más específica se ve con la gente que vive en la zona y conoce el río o también se puede tener la información según los mm de agua caída hasta ese minuto. Obviamente esto va acompañado de lo que uno pueda notar observando en imágenes satelitales como las de Google Earth; el río puede tener muchas curvas, tener pocos lugares para desembarcar, y uno puede ir planificando jornadas por tramo. En SUP, los tramos van a depender del número de personas y el nivel de remada que tengan ellos; si es gente con experiencia pueden recorrer 50 – 60 km con corriente a favor en un dia y si son principiantes 25 kms puede ser una buena travesía.
2-Trabajo con los locales
Todos los ríos navegables van a tener cerca de ellos grandes conocedores de sus aguas, es importante buscar esas personas que pueden entregarte conocimiento, consejos, recomendaciones y advertencias sobre lugares que hay que evitar en un río. En nuestro caso específico como operación de Stand Up Paddle, varias veces hemos tenido la oportunidad de compartir con boteros, que generalmente trabajan llevando clientes a pescar y conocen mejor que nadie el río.
3-Apostar por la Seguridad
Recientemente en una expedición que bajamos el Rio Bueno, Rio Puelo y Rio Toltén, decidimos acompañarnos por boteros conocedores de cada río, que hicieron de guía y de embarcación de apoyo. Además de dirigirnos en el tema de las entradas y salidas (en una zona donde hay muchos terrenos privados y de difícil acceso), ellos hicieron gestiones para movernos con tranquilidad. Por ejemplo, remontar un rápido para asistir a una persona en SUP es muy difícil; tener un botero con un motor puede conseguir una salida ventajosa y rápida. Para navegar en SUP, la exigencia de la Armada es tener a mano una cuerda de 20 metros y un kit de primeros auxilios. En lo personal, nosotros siempre andamos con un GPS para ir chequeando los tiempos que nos va a tomar la navegación, o también usamos la aplicación SUDA, que se puede tener activa incluso en Modo Avión durante toda la travesía.
4-Moverse en el río
Andar en un río con un SUP significa, sí o sí, seguir normas. Uno siempre debe ir con el leash amarrado a la pierna en cualquier tipo de aguas, en caso de ríos con rápidos sobre nivel III se recomienda llevar quick release, que facilita soltar la cuerda en caso de quedar atrapado con alguna roca o tronco, además de chaleco salvavidas y casco. Si van varios SUP, una caída al agua en río puede significar que te pase la quilla por la cabeza o simplemente golpearte con alguna roca y eso puede acabar con cualquier experiencia. Hay que tener también ojo con el leash, por si éste se enreda en algo; si estamos buscando salir a través de él a la superficie y estás atorado, es mejor soltarse al igual que el quick release. Cuando te caes en un río, los pies siempre van adelante del cuerpo, para ir tanteando si viene un bajo, un tronco o una piedra. ¡Ojo con las partes bajas! La quilla puede tocar fondo y la persona que va sobre la tabla puede salir disparada. Al momento de enfrentar un rápido las piernas deben ir flectadas para absorber y amortiguar el movimiento del agua: siempre es importante llevar la punta de la tabla adelante al enfrentar un rápido, porque si vas de lado es muy fácil que te entre una ola sobre la tabla… y la caída será inmediata. Con un SUP hay que respetar los 30 cms de quilla que tienes bajo tu tabla; a pesar que hay tablas que vienen con quillas muy pequeñas y plásticas especiales para bajar rápidos, es importante tenerlo en cuenta tanto al navegar y desplazarte como al pensar donde dejar tu SUP anclado.
5-Preparación
Cuando uno planifica viajes a lugares muy alejados y con ríos que tienen muchos brazos que tienden a confundir el camino correcto, como pueden ser los fiordos de Chiloé o los mismos ríos valdivianos, vale la pena llevar un dispositivo como el SPOT, que manda una señal satelital en caso de emergencia. A la hora de preparar un viaje, y sobre todo con gente que uno no conoce bien o con grupos grandes, siempre es bueno llevar un extra de cada cosa; perder un remo en el río, por ejemplo, puede ser igual de importante que perder la tabla. Si no tienes uno extra, ¡se acabó el viaje! Nosotros cuando viajamos con tablas inflables -que se usan mucho en ríos- obviamente vamos con el inflador y el kit de reparación; en caso de un pinchazo en 5 minutos el problema estará solucionado. Las tablas de travesía generalmente tienen cuerdas para llevar equipaje, y nosotros ahí llevamos con bolsas secas todo lo que no se puede mojar. Hay que recordar que a diferencia de un kayak, un SUP no tiene compartimentos estancos, entonces vale la pena invertir en una bolsa seca grande y de buena calidad, donde puedas confiar equipos caros como una cámara de fotos sin que le pase nada. Siempre hay que chequear el equipo: los remos bien ajustados para que no se suelten en la mitad del tramo, las tablas deben tener sus quillas bien apretadas, la presión de la tabla en caso que sea inflable debe estar entre 12 y 15 Psi dependiendo el peso de la persona que la vaya a usar y la bolsa seca debe quedar con aire para la flotabilidad en caso de que se caiga y bien sellada.
6-Viaje, Comida y Vestuario
Cuando uno rema en SUP, las cosas que necesitas tener a mano, como el agua, la comida y un cortaviento, las llevas por lo general en tu mochila sobre la misma tabla. Nosotros por ejemplo para las expediciones tenemos el apoyo de Way Bar, una barra de cereal, que es fácil de comer arriba de la tabla y te da energía suficiente para remar 2 horas en caso de fatiga. Para tomar, yo prefiero agua –que en ríos puedes obtener con un filtro purificador- y cuando he participado en carreras, resulta muy bien hacer una mezcla con gel energético, que disuelto en agua te va reponiendo poco a poco. En un SUP por lo general quemas más calorías que remando en un kayak, porque tienen una superficie de contacto más grande que estas embarcaciones, así que mantenerse hidratado y bien alimentado es fundamental.
Cuando terminas de remar y desembarcas para sacarte el traje, lo primero que necesitas es calor, y por eso uno cuida tener una muda de ropa seca en la bolsa seca que va sujeta en la tabla.
7-Hacer Pruebas
Siempre antes de ir al lugar, uno ve los ríos aptos para bajar en SUP. ¡Un Trancura Alto no se puede hacer en SUP! O quizás sí pero el riesgo es muy alto. Hay que conversar con la gente que conoce el lugar y buscar el tramo del río que sea apto y el nivel de los rápidos que corresponda al nivel de quien va a navegarlo. Nosotros recién exploramos tres rutas, y son de tres niveles distintos. La primera, para un nivel principiante, un río con corrientes pero sin rápidos: los últimos 15 km del río Puelo, en la región de Los Lagos, antes de llegar al lago Tagua Tagua. Para un nivel intermedio, hicimos una ruta en el río Toltén, en la región de la Araucanía, que nace en lago Villarrica y termina en el mar. El Toltén por la gran cantidad de agua que tiene en estos meses es un río de corriente, con varias contracorrientes por las curvas que tiene el río y uno que otro rápido que, si no conoces bien, pueden botarte. Finalmente, para un nivel más avanzado, hicimos el tramo del río Bueno en sus primeros 30 km, que te lleva por rápidos consecutivos. Hay que ir muy atento y saber por dónde enfrentarlos. Si has bajado un río en kayak vas a poder leer de mejor manera la bajada, pero esto hay que aplicarlo a las dimensiones, esfuerzos y lógica de desplazamiento de un SUP.
Kayak en los Canales Patagónicos: La Isla
Los canales de la Patagonia, en la región de Aysén son el
escenario del viaje de cinco amigos, que viajan remando a la Isla Kent. Además de tener el desafío de cambiante clima, y la dificultad que ofrece la llegada de la marea sur, se enfrentan a un cambio de paisaje: esa Patagonia prístina que esperan encontrar está dañada en los más remotos rincones por la acción del hombre, que contamina incluso en estos paradisíacos confines del sur de Chile.
La Isla from Eugenio Krumenaker on Vimeo.
Producido por Suda Outdoors
¿Cómo disfrutar del invierno al fin del mundo?
Las actividades invernales son siempre algo de cuidado, sobre todo cuando nos acercamos al polo. En Magallanes, a diferencia de lo que piensa la persona que se acerca como turista, la primavera tiene mucha nubosidad, y el verano ofrece condiciones muy cambiantes. En Otoño e Invierno, en cambio, está mucho más despejado, y es un momento ideal para visitar las montañas y conocerlas de una manera diferente.
Conocer la estación
Para entender el invierno hay que conocerlo, y si bien, viviendo en Magallanes esto puede sonar intimidante, la única desventaja insalvable que se tiene es que los días son inevitablemente más cortos. Por eso, la planificación se vuelve algo fundamental: hay que saber bien en qué estado están los accesos a los lugares de actividad y tener informes de meteorología que estén muy bien acotados. Recomiendo contar con un equipo de comunicaciones y tener al menos un contacto, fuera de la expedición, que te apoye con un reporte en las condiciones atmosféricas; nosotros en invierno nos mantenemos en contacto por radio con Carabineros. Los días cortos significan que las actividades son prolongadas en términos de días; y que a veces también se pueda considerar la noche como un espacio para avanzar, sobre todo si hay buen tiempo y luz de luna; ¡Aquí a las 4 y media de la tarde está oscuro! Si tenías planificado llegar con luz de día y se va la luz solar, empiezas a jugar con los tiempos, ya que al escapar de lo presupuestado muchas veces se sale de los protocolos de seguridad.
La Importancia del Refugio
Aquí es fundamental que los integrantes de la expedición tengan experiencia. Con nieve profunda, hay que hacerse amigo de la nieve, pues ella es la que te permite vivir en este ámbito. Hay que saber armar un refugio, y a veces habilitarlo para poder quedarse una semana, porque te puede pillar una mala condición atmosférica, obligándote a dejar las carpas y buscar la protección de una cueva de nieve que ya esté en condiciones de habitarse.
En cualquier caso, cualquier campamento de invierno requiere de palas adecuadas, así como elementos que te permitan hacer murallas para protegerte del viento y poder mantener las carpas protegidas. ¡Manteniendo siempre en paralelo un refugio en la nieve!
Navegación por un mundo en blanco
Confiar ciegamente en un GPS puede acarrear problemas, en cambio los métodos tradicionales y el propio compás interno es algo que se puede enternar… ¡y nunca se va a quedar sin batería! A veces, por ejemplo al entrar y salir de un glaciar, se puede ir dejando balizas. Algo que usamos aquí, que es más ligero que el tubo de PVC, son las varillas con que se sostienen las plantas; a eso le atas encima una cinta de color arriba, a modo de bandera, de manera que si fallan los instrumentos siempre quedemos con alguna referencia. Obviamente al terminar la actividad estas balizas se van recogiendo.
Me tocó una vez en la península Antártica, al terminar un balizamiento para chequear la dinámica del glaciar Infantería, que se acercó una bruma del mar, que venía con precipitaciones. Íbamos con otro investigador de la UMAG y con un militar; este último no nos había acompañado todo el trayecto, sino que hasta una torre donde finalmente decidimos refugiarnos. Para salir de ahí, el militar usó su GPS y partió para otro lado… ¡yo me quedé ahí! Preferimos chequear con las balizas de coligüe, porque yo sabía que él iba con el rumbo equivocado. En la bruma y nevando alcanzamos a ver la imagen de la base y todos cambiamos nuestra ruta. Siempre hay que tomar varias referencias, si no, íbamos directo un par de grietas.
Mantenerse secos
Este es un tema muy sensible, ya que los tiempos en campamento, durante la estación más fría, son muy largos. En la carpa hay que hacer algo, por ejemplo, ¡comer mucho! Es por eso que hay que generar espacios, habilitarla bien apisonando el ábside, para estar sentados con las piernas afuera. Y estar muy preocupados del ingreso y la salida, para que no entre nieve. ¡Y entrar lo más secos posibles! Los sacos, a menos que uno esté acostado, siempre hay que tenerlos en bolsas secas. Dejarlos extendido y caer en esa tentación puede hacer que estos se humedezcan cuando estés cocinado. Muchas veces la humedad te cubre, y al estar mucho tiempo en esta condición, empiezas a tener otras sensaciones de la humedad: lo menos mojado está seco. Así que hay que ser muy disciplinado, y por ejemplo tener una esponja para cuidar nuestro equipo de cada gotita.
Hay que entrenar esta sensibilidad, entender las condiciones en que estamos y hacer un secado específico en calcetas, guantes y ropa interior. En un campamento invernal siempre debe haber ropa seca y eso se logra manteniéndola así y no usándola para salir calentitos del saco a la actividad. ¡Da mucho frío ponerse la ropa que hemos dejado húmeda! Pero hay que sacarse lo que usaste para dormir, guardarla y ponerse esa “ropa ducha”, que te despierta al tiro y te obliga a prender la cocinilla, tomar algo caliente y apurar la salida.
Jornadas de Marcha
Como a veces uno sale muy temprano y sin luz natural, hay que tomar las precauciones para cuando aparezca el sol, y calcular bien también dónde va a estar uno al mediodía, o al momento en que atardezca. Todos estos momentos producen dinámicas en la nieve y el hielo, donde puede haber avalanchas o deslizamientos.
Al moverse por terreno helado hay que evitar la pérdida de calor por contacto con hielo o nieve; podemos hacer uso de nuestra mochila como asiento o improvisar sillones con algunas estacas, usar nuestra creatividad para generar espacios que nos den comodidad sin enfriarnos. Al caminar uno va generando calor, y ese calor hay que evitar que escape por las “chimeneas” naturales que tenemos: manos, cabezas y pies. Con esas chimeneas cortadas, no hay escapes, pero tampoco al punto de humedecerse por dentro; yo recomiendo por ejemplo ir jugando con una balaklava, que puede ir controlando la apertura y ventilación de la cabeza.
Pasarlo Bien
Generalmente estas expediciones invernales son largas, hay poca luz, y pasas mucho en las carpas. El ambiente en cada carpa, si se motiva, debe tener un sello especial: puede haber una carpa que es buena para la cocina; o una donde hayan buenos juegos: un alumno hizo una vez cartas para jugar truco con una libreta, con 44 hojitas, a mano. También se puede hacer juegos alrededor del campamento, o si las condiciones lo permiten construir comedores fuera de la carpa, o quizás elaborar dentro del refugio de nieve repisas, mesas y asientos. Si la expedición dura muchos días es bueno ir cambiando los grupos carpa; hay grupos de marcha y viaje y, por otro lado, grupos de carpa, que se van volviendo un espacio social para contar lo que sucede con las otras personas y generar un vínculo social. Encerrarse genera copuchas cahuines y hasta amotinamiento, ¡hay que evitar esto! En la naturaleza, una persona sin experiencia se encuentra consigo misma y empiezan a aflorar cosas distintas a lo que uno le conoce.
Algo que funciona bien para sacar al grupo del aislamiento es la cobertura radial, que ayuda a mantener la moral y motivación en alto. Por ejemplo, en nuestras primeras actividades en zona de la Cordillera de Darwin, sabíamos bien sobre la existencia de faros de la Armada, que están habitados. SI veíamos barcos, les dábamos nuestras coordenadas a través del personal del faro Yamana, Cordillera de Darwin. Para la gente que está aprendiendo y quiere sentirse segura y sin temor, era muy especial escuchar el saludo de estas grandes naves, con sus bocinas, saludándonos a la distancia.
Alfredo Soto es profesor de Educación Física de la Universidad de Magallanes, Director Alterno de Gaia Antartica y un apasionado organizador de actividades deportivas de investigación y apoyo científico en su región y el territorio Antártico Desde hace más de 15 años está haciendo actividades invernales al aire libre con sus alumnos de la UMAG, para conocer la montaña en la estación que antes de su experiencia pionera, muchos esquivaban.
A Vela de Hoorn al Cabo de Hornos: África
En este segundo capítulo, Cristian Donoso nos cuenta como unió navegando Holanda y Chile. Con una selección de los registros de su bitácora, en esta ocasión nos cuenta de su viaje desde Portimao a Isla Sao Vicente
Texto y Fotos: Cristian Donoso
En principio teníamos proyectado navegar hasta Palmas de Gran Canaria, pero el anuncio de un fuerte temporal que entraría en el archipiélago antes de que pudiéramos alcanzar puerto, nos persuadió de seguir el “plan B”: Marruecos. Entonces pusimos proa al Este, en dirección a Agadir. Entramos a la Marina Agadir 15 minutos antes del Año Nuevo. Desde la costa la gente nos saludaba con entusiasmo etílico.
Ya es 5 de enero. Mientras nos servimos unos ricos pescados a la parrilla en un mercado tradicional, por un parlante a un metro de mi cabeza comienza a sonar con estridencia un canto místico y desgarrador de alabanza a Alá. Afuera, los creyentes se postran sobre sus alfombras, inclinándose hacia La Meca, en Arabia Saudita. Más arriba, en el cerro que domina Agadir, y junto a unos camellos, se lee en grandes letras arábicas la triada “Alá (Dios), el rey y el pueblo”.
dir”, rodeada de tiendas exclusivas y departamentos de lujo.
Nubes del Sahara
Hoy es 14 de febrero, el martes pasado zarpamos de Agadir, con destino a las islas Canarias, un gran archipiélago ubicado frente a las costas de Sahara Occidental. Fue la primera singladura con sólo dos tripulantes a bordo de la goleta: Fabiola y yo. Fue también, una de las singladuras más felices que hayamos tenido. Buena comida, buena música, muchas risas, poco oleaje y un excelente viento del sureste, que nos llevó rápidamente a las costas orientales de Canarias.
En el camino, centenares de tortugas pasaron junto al yate, impregnando la navegación de un aspecto onírico. Poco después de llegar a Puerto Corralejo, en el extremo norte de isla Fuerteventura, nos alcanzó un temporal que venía pisándonos los talones, con vientos de 40 nudos. El ambiente soleado fue oscurecido por la “calima”, un viento proveniente del interior del desierto del Sahara, que nos cerró la visibilidad con una gran nube de arena.
21 de marzo: hemos llegado a isla Sal, en la República de Cabo Verde (Africa subsahariana) empujados por los Alisios, que soplaron constantes por la aleta de estribor por cerca de 1500 kilómetros, desde Las Palmas de Gran Canaria.
En el trayecto pasamos frente a las costas de Sahara Occidental, Mauritania y Senegal. Entrando en aguas de Mauritania, pusimos proa al oeste con el fin de apartarnos más de tierra, y así prevenir el abordaje de piratas.
Paisaje de Pascua
Al día siguiente, durante la mañana, nos cruzamos con el buque escuela español “Juan Sebastián Elcano”, gemelo de la fragata “Esmeralda”, de la Armada de Chile. Navegamos todo el día con Elcano en “conserva”, con sus esbeltos árboles siguiéndonos de cerca. Después de medianoche, Elcano puso en marcha sus motores, y se perdió en el horizonte con destino a Cabo Verde.
Después de ocho días en altamar, finalmente divisamos tierra entre la jarcia de babor. Dos cráteres desérticos destacaban en el horizonte. Desde el mar, el paisaje semejaba a Rapa Nui. Pasando cerca del extremo norte de isla Sal, caímos a babor, y con las últimas luces del día, divisamos los dos molinos de viento que anuncian la entrada del pequeño puerto de Palmeiras.
Entramos en la rada, y tiramos el ancla, quedando “a la gira”. Desde la costa nos llegaban los ecos de un carnaval. Después supimos que se trataba de la antesala a una importante fiesta religiosa, con Sao Jose como figura principal, que seguramente sería algo menos secular que aquella comparsa de gritos y tambores.
Salir al Atlántico
Es 8 de abril y finalmente ¡todo listo para partir! Mañana a primera hora zarparemos de isla Sao Vicente (África), en demanda de Brasil. Será una larga navegación, de 15 a 20 días, en la que cruzaremos el Océano Atlántico de nor-oriente a sur-poniente, navegando de África a América; ¡desde la perspectiva de un yate, el mundo parece muy pequeño!
El 3de mayo, estando próximos a los 4 grados de latitud norte, en el centro mismo del Océano Atlántico, entramos en la zona de calmas ecuatoriales, donde los vientos Alisios desaparecen, elevándose hacia la estratósfera, para dejar bajo ellos un cinturón planetario de mar llana, donde los vientos sólo se presentan ocasionalmente en forma de violentos chubascos de lluvia caliente, que duran algunos minutos y que se suceden en forma alternada, viajando bajo cúmulos de nubes que deambulan como islas erráticas hacia cualquier dirección, y que son visibles a gran distancia, tal como los chubascos que se suceden como olas en las llanuras de Patagonia.
Sobre las aguas calmas emergen bandadas de peces voladores, que a veces vienen a caer sobre la cubierta del yate. Imperdible detener el motor por un momento, y darse una zambullida en medio de esa inmensidad. Las puestas de sol en esta zona de calmas ofrecen espectáculos de belleza sublime.
Siguiendo la ruta Kaweskar al Glaciar Montt
Nuestro objetivo al iniciar esta travesía en kayak era recorrer la distancia entre Caleta Tortel y el glaciar Jorge Montt, puerta norte de Campo de Hielo Sur. Para esto n 70 kilómetros a través de los canales patagónicos, por las mismas aguas que alguna vez navegaron los kaweskar, quienes dominaron las aguas existentes entre la Península de Taitao y el estrecho de Magallanes en nuestra Patagonia. Continue reading