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Una vuelta por Torres del Paine

El Parque Torres del Paine tiene muchos atractivos que lo hacen un lugar único en el mundo, desde montañas de mas de 3000 metros de altura, glaciares con paredes que superan los 30 metros de largo y lagos de color turquesa.

Texto y fotos: Fernando Muñoz

Existen muchas manera de acceder a una de las doce maravillas del mundo, el Parque Nacional Torres del Paine. Realicé este viaje en avión desde Santiago hasta la ciudad de Punta Arenas y posteriormente tomé un bus interurbano para llegar a la ciudad de Puerto Natales que demora alrededor de dos horas y media.
Una vez en Puerto Natales busqué hospedaje en el hostal “Rustic Home Patagonia”. La atención que brindan los dueños de esta hostal es verdaderamente insuperable: amabilidad, simpatía, compromiso, buen trato y asesoramiento para el viajero. Solo me quedé dos noches, una al inicio del viaje y otra al final, ya que contaba con cinco días para conocer este hermoso lugar.

Comienza el viaje

Mi segundo día comenzó temprano con un desayuno de campeones para soportar un largo día. Alrededor de las 07:00 horas tomé al bus desde Puerto Natales hasta el Parque Nacional Torres del Paine ($8.000).
Una hora y media después me encontraba en la portería de Conaf en Laguna Amarga. En esta parada todos los tripulantes del bus debían bajar para pagar su entrada al Parque Nacional ($6.000 para Chilenos – $21.000 para extranjeros). Adicionalmente se entregaba información importante referente a los cuidados del parque ya sea para el entorno (por ejemplo las restricciones del uso de fuego) o de la fauna silvestre (no alimentar animales). Posteriormente cada uno, dependiendo de su objetivo, podía seguir en bus hasta Pudeto o Quedarse en Laguna Amarga para tomar una van ($3.000) para llegar al Refugio Torre Central, que es lo yo hice.

Comencé el trekking en el refugio y después de andar una hora cuarenta minutos llegué hasta el Campamento El Chileno (5,92 Km – 427 m). Es un trekking sin mayor dificultad aunque el viento y la lluvia me acompañaron durante toda la travesía. El paisaje era hermoso, el verde y el blanco predominaban en el horizonte, el lugar estaba lleno de arbustos, árboles, flores y montañas cubiertas por las nubes, parecía que estuvieran dándole un fuerte abrazo a las montañas y que nunca quisieran separarse de ellas.

Un puente de madera al final del trayecto unía el sendero con el campamento. Ahí pude observar costumbres que me hicieron sentir la vida de montaña que llevan los integrantes de este lugar de ensueño. Vi a los hombres que en sus caballos transportaban las bebidas y materias primas que se utilizan el área para brindar un servicio alimenticio de calidad en cada refugio.

El campamento era sensacional, plataformas de madera permitían un armado de manual para nuestras carpas. El vecindario que se generaba era único. Los integrantes de esta comunidad dinámica te hacían sentir su amabilidad y hospitalidad en cada instante, un lugar mágico al fin del mundo.

Paisajes después de la lluvia.

Las condiciones climáticas no siempre fueron las que podríamos esperar, para mi sorpresa y beneficio solo fue cuestión de paciencia, pues después de una espera de 3 horas y media el cielo pasó de la lluvia a contar con unas escasas nubes lo que me permitió tomar rumbo desde “El Chileno” hasta el mirador de las “Torres del Paine” (1,5 horas – 4,73 Km – 546 m) El mirador ha sido muy fotografiado incluso por National Geographic, sin embargo, por muy buenas que sean las fotografías, no logré jamás sentir a través de ellas lo que me transmitió el paisaje rel.

El día terminó con un triunfo personal. Haber disfrutado de la postal de Las Torres significa todo para el viajero, sin embargo cada paso que se encamina en el sendero es igual de magnífico .

Senderos de viento y lluvia

El segundo día comencé mi caminata desde “El Chileno” hasta el refugio “Los Cuernos”, un sendero de escasa dificultad. Completé el trayecto en un total de 3,25 horas, (12,4 Km – 387 m).
En el refugio Cuernos me hospedé nuevamente en mi carpa. Debo mencionar que Fantástico Sur cumple significativamente con la comodidad en los sitios que ofrecía para armar carpas, pues no hay nada mas cómodo que estar sobre plataformas de madera, en donde puedes anclar sin problemas todos los vientos de la carpa. Durante la noche el clima comenzó a cambiar pues una tormenta se aproximaba al sector. Al esconderse el sol, llegó un viento frío y luego la lluvia arreció sin piedad pero amainó en la mañana.

Muy temprano avanzamos hacia Paine Grande. Ese día estuvo marcado por un fuerte viento helado y ráfagas que se sintieron durante toda la jornada. Dada las dimensiones de mi mochila, las ráfagas me desplazaban bastante y se me hacía muy difícil avanzar.

De Paine Grande a Grey

Mi objetivo era llegar hasta Paine Grande, lugar donde dormiría una noche para reponer energías y buscar rutas hasta el glaciar Grey, lugar donde realizaría mi primera experiencia en kayak. Esto me emocionaba mucho. Para mi fortuna el clima cambió nuevamente y se disiparon las nubes .
Paine estaba completamente equipado, contaba con carpas que se arrendaban a los viajeros que no les gusta trasladar tanto equipo y espacios para aquellos que cargaban sus propias carpas. El refugio cuenta también con cómodas habitaciones, sin embargo, nada supera dormir bajo un hotel natural de millones de estrellas.
La noche fue maravillosa, silencio, viento, grillos y más silencio fueron parte del menú de placeres que me entregó este lugar.
Temprano por la mañana armé mi tienda y comencé un viaje hacia el campamento Grey, donde me esperarían aun más aventuras. Al momento de salir, pude apreciar un zorro. Quizás no sabía qué hacíamos todos juntos en este lugar, o más bien se preguntaba cuándo habíamos invadido su espacio. Cualquiera fuesen sus pensamientos en esos momentos, le doy las gracias por tan maravillosa experiencia, por haberme dejado verlo con tan preciosa postal, donde el horizonte se vestía de la cálida luz del sol al amanecer y cada rincón del refugio se iluminaba poco a poco. Los rayos de luz comenzaban a calentar las aguas del Lago Pehoé y las aves comenzaban a cantar al son del viento dando el inicio a un nuevo gran día.
Mi viaje hacia el Grey comenzó después de desarmar mi carpa. Ordené mi mochila y puse música para que me acompañase en todo el viaje. Una bocanada de aire y comencé a avanzar.


Este sendero me hizo imaginar cuánto disfrutaría realizarlo en mi bicicleta, cada peralte y rock garden me hacían pensar en toda esa alegría adicional que sentiría por montar mi bicicleta en ese lugar. Un sendero bien marcado, lleno de peraltes, tramos rectos, algunos pasos por bosques, puentes, sectores con raíces y repechos (subidas) eran características habituales en el sector, sin embargo también había partes llenas de rocas en pendientes las cuales indicaban cambios en el paisaje, pasando de suelos húmedos a secos. Particularmente en cada rock garden me senté a ver como pasaría montando mi bicicleta, ya estaba eligiendo mi mejor línea cuando me daba cuenta que no la había traído conmigo, por lo que tuve que almacenar ese recuerdo en mi mente y dejarlo para la próxima ocasión. Conforme avanzaba por el sendero me dio la bienvenida el Lago Grey. En los primeros miradores ya podía apreciar su extensión, además de los pequeños trozos de glaciar que navegaban por sus aguas arrastrados por el viento.

Cerca de 3 horas separaban Paine Grande del Refugio Grey (10,84 Km – 471 m). El terreno era de fácil acceso. Existía solo un tramo de 30 minutos en el cual se debía transitar por un pasaje de rocas. Eso sería lo más complicado de la ruta, pero nada que con «calma y buena letra» no se pudiera sobre pasar.
Después de tanto esfuerzo vino la recompensa y la mía fue encontrar témpanos de hielo vagando por el lago Grey. Un espectáculo que jamás había visto, por lo que me tomé muchas horas para apreciarlo. Me hubiera quedado viéndolos por toda una eternidad.

Kayak en el Lago

Este fue mi gran día. Esperaba disfrutar una experiencia de kayak en el Lago Grey, sin embargo, el clima cambió drásticamente y por las condiciones de viento que se presentaron durante la tarde no pude zarpar desde la orilla del lago. Tuve que esperar hasta la mañana siguiente que prometía tener condiciones de viento muy favorables para la actividad.
Así comenzó mi último y arduo día. Tomé un buen desayuno, luego desarmé mi tienda y armé mi mochila que me acompañaría en mi última aventura antes de tomar retorno hasta Paine Grande.


El kayak fue una experiencia enriquecedora en todo aspecto, pues me permitió conocer nuevos amigos, establecer un equipo de trabajo y encontrarme con mi yo interno, mientras remábamos rumbo al glaciar. Tuve la suerte, un poco triste, de ver como se desprendía parte del glaciar, señal de su retroceso, sin duda un proceso que nos habla del cambio climático. Dentro del kayak la vista era magnífica. El Lago Grey nos rodeaba, los cerros que marcaban los límites del Grey nos mostraban un paisaje lleno de vida, árboles, arbustos, cascadas, y las aves que volaban por sus faldas eran abundantes en todas las direcciones. Por otro lado el glaciar Grey con sus colores azules, era realmente un espectáculo. La postal del Grey era solo el comienzo, puesto que si observabas más al fondo o cercano a la montaña del lado izquierdo del glaciar, notabas que éste no tenía limites.