“Mañana empiezo con el entrenamiento, pero me da una flojera tremenda con este tiempo tan malo, la contaminación y al final mejor ni voy”, “Tengo que volver a andar de nuevo, tengo que quemar todo el peso que he ganado, pero tengo cero ganas”, “No sé qué hacer este año y así no hay quien salga a entrenar»
Es probable que frases de este tipo ya te las hayas dicho en helado otoño, que suele dejar fuera a muchos deportistas, aunque la mayoría de los que compite llevan ya algunas semanas preparándose a pesar de las inclemencias del tiempo y las escasas horas de luz.
No siempre es fácil encontrar la energía suficiente para empezar a ponerse en movimiento. Puede ser debido a diferentes factores tanto externos como internos: El poco tiempo disponible, la poca luz natural por las tardes, la mala climatología que no acompaña, los compañeros de siempre que no salen hasta más adelante, el saber que estamos en mal estado físico, etc. pero habitualmente el principal es el no tener uno o varios objetivos claros, y sobre todo adecuadamente escogidos y planificados.
La motivación es una de las variables psicológicas que influyen en el rendimiento deportivo, y que a su vez se divide en diferentes motivaciones, como la motivación básica y la cotidiana, y la motivación intrínseca y extrínseca.
Por lo tanto, debemos intentar elevar y buscar “las motivaciones” necesarias para empezar a trabajar con el fin de conseguir el objetivo que nos hayamos marcado previamente. ¿Y qué podemos hacer para conseguirlo?
1- Realizar una buena planificación de objetivos de la temporada.
Muchas veces nos decimos “Voy saliendo y ya encontraré algo que me motive” y por desgracia, a plantearlo así, simplemente supone que al final no salgamos o cuando lo hagamos, el efecto pueda ser el contrario (aunque no todo el mundo funciona igual y a mucha gente este método le funciona muy bien).
Los objetivos pueden ser muy diferentes dependiendo de lo que queramos. Lo más importante es tener claro qué queremos y qué tenemos que hacer para conseguirlo. Puede ser ir a alguna marcha concreta, competir en un determinado campeonato u open, superar a algún compañero en alguna salida, hacer un viaje largo, perder peso o sentirse en forma y ágil, etc. ¡Pero hay que tener algo establecido! Algo que nos “obligue” a salir cuando no tengamos nada de ganas, a cuidar la alimentación, a elongar, o lo que sea que nos hayamos planteado.
Es muy importante tener algún objetivo relativamente cerca (a corto plazo), ya que a veces es muy difícil que la motivación sea alta desde el principio, si lo que tratamos de alcanzar es dentro de varios meses, y cuando nos queremos dar cuenta, ya no tenemos tiempo suficiente para prepararnos en buenas condiciones.
2-Planificar entrenamientos
Planificar lo que vamos a hacer en cada una de las salidas, habitualmente va a ser un detalle muy importante, ya que saber “qué nos toca” hace más sencillo cumplirlo, y salir, aunque no haya ninguna gana, y por eso, el refuerzo intrínseco que tendrá el haberlo hecho. Esto no solamente es importante si compites, ya que si por ejemplo practicas un deporte por tener buena salud, ya es un objetivo aunque no sea competitivo. Eso es mucho mejor que salir por pasar el rato.
Aquí es donde entra en juego la motivación cotidiana, la del día a día, la que muchas veces cuesta mantener estable durante un periodo prolongado de tiempo, y que es la que hará que podamos conseguir más adelante los objetivos marcados al iniciar nuestro proceso.
Podemos tener objetivos muy atractivos, ambiciosos y alcanzables, pero si no somos capaces de ir trabajando día a día, de ser persistentes o de cuidarnos difícilmente vamos a llegar a ellos. Casi todos nos planteamos cosas a largo plazo, como una gran expedición de fin de año, competir en un evento, hacer un viaje largo pedaleando, que en ese primer momento, vemos relativamente sencillo, pero luego es cuando se van complicando las cosas. Cuando no queremos salir a pasar frío o mojarnos, cuando hay días que para salir una hora solamente mejor no salimos, días donde es imposible siquiera entrenar algo en casa o gimnasio por la falta de tiempo. La motivación cotidiana es por tanto esencial para ir superando esos días y no perder en ningún momento las ganas ni el interés por nuestro objetivo.
3-Cómo potenciar la motivación cotidiana
Si eres de los que entrenan con planificación de un entrenador, es mucho más sencillo. Simplemente hay que remitirse a lo que nos hemos propuesto realizar. La motivación en este caso, probablemente sea alta, ya que nadie recurre a un entrenador, para luego no hacer lo que éste nos indique
Pero si no es este nuestro caso, lo ideal es ir planificando al menos lo que vamos a realizar cada semana, siempre integrándolo en nuestros objetivos generales previamente establecidos. Hacerlo así, en primer lugar nos da la tranquilidad de saber lo que queremos y sobre todo, a cuadrar esas salidas en nuestros horarios que muchas veces dejan poco tiempo libre y que hay que aprovechar al máximo.
También es importante tener alternativas cuando por cualquier causa no podamos realizar el entrenamiento. Lo ideal es siempre hacer algo, sea lo que sea, más o menos completo, pero con el fin de no sentirnos “culpables” por no haber hecho nada. Y si algún día es totalmente imposible hacerlo, buscar otro día para compensarlo. La idea es no dejar nada al azar, para no lamentarnos después, y sobre todo, fortalecer nuestra auto-confianza y auto-control al poder resolver situaciones adversas.
4- Buscar compañía.
Cuando sales con más deportistas, te das cuenta que muchos días, si no fuera porque te has comprometido, no saldrías a a pedalear, a escalar o hacer preparación física. Por tanto, una estrategia muy útil es tratar de salir con algún amigo o amiga, o compañero de club, siempre que se pueda. De este modo, el día que nosotros no tengamos muchas ganas de salir, haber quedado de acuerdo hará que finalmente lo hagamos, y el posterior refuerzo que va a suponer para nosotros, será positivo y muy importante. En otras palabras, nos va a suponer ser menos flojos y eso es muchas veces lo importante es esta parte del año.
5- Auto refuerzos por cumplir
Es obvio, que un adecuado refuerzo es imprescindible para seguir con nuestro plan, ya que sin él, lo más probable es que en algún momento desistamos.
Como hemos comentado antes en temas de motivación, una de las divisiones de la misma, es en intrínseca y extrínseca. El refuerzo que podamos darnos nosotros, estará relacionado sobre todo con la intrínseca, mientras que el que podamos recibir externo a nosotros, se relacionará con la extrínseca.
Por tanto, independientemente de los refuerzos externos que podamos recibir de la familia, o amigos, en forma de halagos, felicitaciones, Me Gusta, por nuestro esfuerzo, lo más interesante va a ser lo que nos apliquemos a nosotros mismos. Y aquí hay que buscar y valorar qué y cómo nos vamos a premiarnos. Por una parte estará el refuerzo que vamos a obtener en forma de satisfacción, auto-valoración y orgullo por haber sido capaces de realizar lo propuesto y ver que vamos alcanzado nuestros objetivos, que servirá para seguir aumentando la motivación y la auto-confianza, y nos servirá para afrontar más adelante situaciones en las que no podamos hacer mucho de lo planificado o no nos veamos capaces de superar algo. Y por otra, puede ser útil darnos un premio, algo que nos “auto-administremos”, cosas sencillas, pero que realmente valoremos y merezca la pena haber “sufrido” por ellas. Por ejemplo, si durante una semana hemos hecho todo lo previsto, a pesar de las inclemencias del tiempo, de la falta de ganas y de mil obstáculos más, podemos premiarnos con una comida realmente rica o tras cada salida realmente complicada “regalarnos” una cerveza artesanal. Y otro ejemplo, si hemos entrenado todo lo planificado durante un mes, pues nos auto-regalamos ese componente que queremos para nuestra bici, nuestro equipo de montaña o nuestro vestuario