En el sueño de vacaciones de un mountainbiker, Santiago Flores y su amigo Cristián Jaime se lanzaron a descubrir algunos de los mejores lugares para hacer Enduro en el Viejo Continente. Portes du Soleil, Les Deux Alpes y Finale Ligur, son los destinos que visitaron, y aquí están sus consejos y experiencias.
Texto y Fotos: Santiago Flores
En Chile están de moda las bicicletas. En la ciudad se nota y mucho. Aparecen nuevos y originales modelos de naves urbanas, de distintos colores y estilos que hasta en ciertos círculos produce una especie de culto y que en la calle, al pasar, atraen las miradas de los transeúntes.
El crecimiento es evidente, pero no sólo significa aumento del número de ciclistas, sino también que los que entran, quieren hacerlo cada vez mejor. Es un deporte que envicia y la gente entrena, se autodesafía y busca constantemente nuevos circuitos y aventuras para atacar. Personalmente compito en el campeonato nacional de Enduro, me doy cuenta de un progreso casi constante a lo largo de los años en técnicas de manejo. Pero en el ranking estoy siempre más o menos igual: o sea, todos mejoran.
En esa búsqueda de nuevas aventuras, hace un tiempo decidimos con unos amigos cumplir un sueño: hacer mountainbike en Los Alpes. Más de un chileno va entre julio y agosto a Whistler, sobre la costa oeste de Canadá, un centro de ski emblemático que se transforma en La Meca mundial de este deporte. Pero de Europa, poco, y es el Viejo Continente un imponente semillero de deportistas que se han transformado en leyendas, donde detrás de cada curva de camino montañero hay un pueblito con su iglesia de piedra y su bikepark.
Seis meses nos demoramos en elegir el cronograma del viaje. Es difícil la tarea: hay decenas de excelentes lugares para ir en Austria, Francia, Italia, Suiza, Croacia y Alemania… y para qué decir Escocia, que se aleja un resto del resto de estos países.
Producto de tanto desorden mental y dificultad para de decidirnos, fuimos sólo dos los sobrevivientes que terminamos comprando nuestros tickets de avión con destino al Aéroport Charles de Gaulle, París: Cristián Jaime, alias “CJ” (pronunciado en inglés) y yo.
Elegimos tres lugares, por prestigio, infraestructura, relativa cercanía entre ellos y universo de niveles técnicos de sus pistas y senderos: Portes du Soleil, Les Deux Alpes y por último Finale Ligure, que además combina la cultura de las dos ruedas con playa, nada de mal para cerrar el viaje, ¿no creen?
Los bikeparks
Portes du Soleil es una gran localidad en la frontera entre Francia y Suiza, no muy lejos hacia al norte del emblemático Mont Blanc, compuesta de doce pueblos, ocho de los cuales son franceses (Abondance, Chatel, Montriond, St Jean d´Aulps, Avoriaz, Les Gets, Morzine y La Chapelle d´Abondance) y cuatro suizos (Champery, Torgon, Morgins y Val-d Illiez), todos y cada uno adornados por entornos de bosques de pino y praderas de verde brillante que suben y bajan las faldas de montañas ataviadas por picos de roca negra y glaciares colgantes.
La gran mayoría de ellos son centros de ski que se transforman en bikeparks conectados durante el verano. Uno puede comprar un ticket de andarivel (aprox. $14.000 chilenos) en cualquiera de ellos y pedalear yendo y viniendo por pistas y senderos entre las montañas de los Alpes de uno y otro lado. Estamos hablando de 650 km de senderos de bicicleta, de 20 andariveles de verano distribuidos por las montañas, de aproximadamente 50 pistas de descenso de distintos niveles perfectamente segmentados y un circuito de enduro de 80 km. Si a todo esto se le suma que los doce pueblos y villas de la zona están conectados por calles de asfalto, donde ruedan por inagotables posibilidades los ruteros, podemos llegar a pensar que estamos en el paraíso de la bicicleta.
El que vaya encontrará un mundo de senderos muy distintos a lo que acostumbramos: bosques, toboganes soñados, raíces, senderos sobre cornisas, filos montañeses y pendientes larguísimas y fuertes son pan de cada día entre las posibilidades para explorar.
La gran mayoría de los pueblos mencionados también tienen la infraestructura suficiente para entretener con creces a familias completas, porque no sólo del mountainbike viven en verano. Se encuentran piscinas, canchas de tenis, tours, restaurantes, tiendas y actividades durante gran parte del día.
A los cinco días nos cambiamos a Les Deux Alpes, un pueblito unos 200 km al sur, enclavado a gran altura entre montañas, que tiene unas pendientes intimidantes, y uno de los andariveles llega a los 3.200 msnm. Esto hace posible que, como si fuera poco, en este lugar se puede esquiar todo el año. Acá encontramos también un gran nivel de movimiento, pero mucho más enfocado en las bicicletas y el ski. Esta villa, siendo más pequeña y con menos pistas que Portes du Soleil, nos asombró con sus senderos de descenso interminables y diseños entretenidísimos, además de sus vistas a los valles encajonados entre las montañas hacia abajo y coronas de glaciares hacia arriba.
Les Deux Alpes cuenta en verano con 110 km de pistas de descenso repartidas en 29 pistas en casi 3.000 metros de desnivel de altitud. Definitivamente, otro paraíso del mountainbike.
Un día nos sorprendimos a nosotros mismos: habíamos hecho 6.200 metros de descenso vertical, 40 km. recorridos en 11 pistas distintas. ¡mucho más de lo que hacemos en un largo período de tiempo en Chile!
Finale de Ligure
Como mencionamos anteriormente, después de tantos días haciendo zumbar nuestras máquinas, consideramos que terminar pedaleando unos días en la costa mediterránea era un lujo al alcance de la mano, así que embalamos las bicis, las metimos jugando al tetris en un Renault Clio junto a las mochilas y nos largamos a cruzar Los Alpes rumbo al sur. Cuatro horas de auto significó el trayecto, pero fue un paseo alucinante, por valles que tienen un aire a la Carretera Austral, pero pobladísimos de gente.
Finale de Ligure, “Capitale del Outdoor”, como le llaman los locales, es un pueblo con mar empotrado entre cerros similares a los de Papudo, pero de mil metros de altitud y de fuertes pendientes. Es un lugar mágico donde hasta los monjes y las abuelas andan en scooters, las chicas siempre tostadas por el sol, van y vienen con tacos que parecen zancos, donde algunos de los barrios tienen construcciones que datan del Renacimiento o de antes, y donde se puede pedalear por senderos en los que de pronto, en la mitad de nada, te topas con una iglesia antiquísima, las ruinas de una fortaleza, o una parcelita en los deslindes del límite urbano con una diminuta viña propia.
Acá no hay andariveles y los senderos están marcados en los troncos de los árboles o en el suelo, tal como podría pasar en Chile: estamos en un país donde hierve la sangre latina, por lo que un mapa es parte esencial del equipo que se mete en la mochila, y preguntar mucho debe ser rutina diaria.
Los cerros aledaños al pueblo tienen altitudes de aproximadamente 300 metros y hay buen material para hacer vueltas relativamente cortas. Los senderos son rocosos y de mucha piedra chica y suelta, que exigen mucho manejo. La belleza escénica es impresionante. Por lo demás, gran parte de las bajadas terminan siendo descensos urbanos por pasadizos peatonales y escaleras de piedra. Pero el universo crece hacia los cerros de atrás, donde los trail builders han hecho un trabajo excepcional construyendo senderos bajo las copas de bosques de pinos interminables. Louise Paulin, una sueca fanática de las bicis nos decía que le sorprende como todas las postales que se conocen de Finale son en los senderos junto al mar, cuando lo mejor está escondido cientos de metros arriba.
Así vivimos dos semanas que quedaron en la memoria para narrársela a los nietos algún día. Cuando llegué a Chile, en una conversación en la que le contaba a un grupo de amigos la experiencia, uno me dijo: “para qué volviste”. Después de un breve silencio, otro contestó: “para poder volver a hacerla algún día, seguro”.
Recomendaciones de viaje
Destinos: La primera y más básica recomendación para los que les guste el Enduro y el Descenso, es ir a los mismos lugares que nosotros fuimos. La realidad, les garantizo, superará las expectativas (salvo que ocurriera algún accidente, claro).
Adaptación de las bicicletas: Es bien fome perder uno o dos días por no estar equipado como corresponde: sacrificamos peso por montar neumáticos nuevos, anchos y pesados, para disminuir el riesgo de pinchaduras, rajaduras y llantazos. Las pendientes son habitualmente fuertes y los senderos largos, bastante más de lo que estamos acostumbrados, no porque no tengamos los cerros, sino porque el acceso en Los Alpes es tan completo a todos lados que se pueden dar el lujo de construir senderos que nosotros sólo podemos soñar por ahora. Por lo tanto, llevar pastillas de freno nuevas y de recambio. Y para los que tienen un nivel técnico medio-alto o alto de manejo, es conveniente montar discos de freno grandes. También recomiendo llevar un set de repuestos básicos.
Trasladar las bicis: En trenes y aviones, es mejor llevar maletas que cajas: las últimas son ideales de llevar cuando uno se va a instalar a un lugar determinado a pedalear, porque son más livianas, pero es complicado cuando el viaje implica estar moviéndolas mucho, de un lado para otro.
El ideal es juntar un grupo de amigos y arrendar una van o furgón, porque el costo del arriendo se diluye, acorta bastante los tiempos de viaje y desaparecen las esperas en las estaciones. Además, en las montañas siempre está el riesgo que suspendan un servicio de bus o te cierren un hostal porque llegaste de noche. Nos pasaron ambas cosas.
Reservar: Tanto alojamientos, asientos de tren y/o aviones, si es lo que corresponde, con tiempo.
Dos detalles que parecen menores: Pero que se hacen importantes con los días de rodaje, son los puños del manubrio ¡tienen que ser suaves al tacto!, porque las manos sufren bastante muchos días seguidos sobre la bici. También es recomendable tener ciertas nociones básicas de mecánica para no perder el tiempo buscado especialistas que, por lo demás, pueden tener ocupada la agenda.
Llevar Bicis de Enduro: Ecualizadas lo más posible para hacer descenso es mejor que de Downhill, porque amplía el horizonte de posibilidades de pedalear. Esto, por supuesto, a excepción que lo que se quiera hacer es exclusivamente Downhill y poder aprovechar así las pistas más extremas.
Por último, llegar entrenado específicamente para lo que se va a hacer, puede ser de gran ayuda.