Apareció literalmente de la nada. No tuve ninguna advertencia; ni siquiera el más mínimo indicio de peligro en el horizonte. Las olas eran pequeñas e inconsistentes y yo estaba flotando sobre ellas, me relajé y dejé flotando mi brazo izquierdo en el agua fría.
Recuerdo que pensé: «Espero que las olas salgan pronto …» Eso es todo lo que hice: una fracción de segundo. Sentí mucha presión y un par de tirones rápidos. Entonces vi en estado de shock como el agua a mi alrededor se volvía de color rojo brillante. De alguna manera, me quedé tranquila. Mi brazo izquierdo había desaparecido casi hasta la axila, junto a una gran parte de mi tabla de surf que quedó con forma de medialuna… Recuerdo muy claramente lo que me dijo el paramédico en la ambulancia: Hablaba en voz baja y me cogió la mano. Él me susurró al oído: «Dios nunca te dejará ni te desamparará.»
Bethany perdió alrededor del 60% de su sangre. Aún con el trauma del incidente, Hamilton estaba determinada a volver a surfear. Solo 10 semanas después del incidente volvió a deslizarse sobre las olas. Adaptó una tabla gruesa para hacerla más fácil para nadar. Después de aprender a nadar con un brazo, empezó a surfear completamente.
Esta chica que hoy tiene 25 años empezó a competir nuevamente alcanzando el podio en varias de las competencias. Hoy en día Bethany está esperando guagua y demuestra que incluso con un bebé en su interior ella puede surfear.