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The North Face Endurance Challenge 2017

El Endurance Challenge ya es casi una institución en nuestro país. Cada año una multitud se reúne bajo los cerros capitalinos para domar esta carrera donde se corren 10, 21, 50, 80 o los temibles 160 k y que pasa por cinco comunas capitalinas. Gonzalo Greene relata la experiencia de su primera vez en esta competencia.


Texto: Gonzalo Greene Valenzuela

La montaña

Soy un hombre de montaña, nacido y criado en Santiago, ciudad rodeada de grandes montañas. Desde mi etapa escolar, siempre observé y contemplé nuestra cordillera y fue así como empecé a explorar y subir los cerros que rodean Santiago como el Pochoco, el Provincia, el Leonera, El Plomo y el Manquehue, todos provistos de una singular belleza.
Pese a mi experiencia en montaña, nunca había competido en trail running, ya que lo mío era subir cerros, con peso y a paso lento. Pero debido a la agitada vida laboral, la escasez de vacaciones y días libres, empecé a subir el Manquehue con un grupo de amigos en el verano del 2011. Íbamos tres veces por semana después del trabajo. En esas oportunidades el desafío era la velocidad; es decir, tratar de llegar a la cumbre lo más rápido posible. En una de las tantas subidas logré mi récord: 36 minutos desde el comienzo de la ruta hasta la cumbre, algo que jamás he podido igualar.

El origen

Volviendo al desafío de los 10K que corrí este año, en un principio no iba a correr la carrera, ya que venía llegando de un cansador viaje a Tanzania y Uganda, en donde había subido el Kilimanjaro, montaña de 5.895 M.S.N.M. Por eso, sumado a mucho trabajo post viaje y a los malestares de la alergia típicos de esta estación, no estaba lo suficientemente motivado para afrontar el desafío de la carrera.
Pese a ello y gracias a la motivación de una gran amiga, me animé y me inscribí en los 10K, principalmente por el desafío que me inspiraba, sumado a que me encantan las actividades al aire libre y la conexión con la naturaleza. Lo asumí como una forma de demostrar que podía arriesgarme en este tipo de desafíos y poner mi cuerpo al límite.

El día previo

El día de la carrera me levanté a las 8:00, me tomé una buena taza de café y unos panes con dos huevos revueltos con tomate y, después de ponerme todo el equipo para la carrera, taparme en protector solar y de cargar mi Camelback con agua hasta arriba, debido a que era un día muy caluroso, salí de mi casa rumbo al metro para enfrentar el desafío.
En el trayecto, me empecé a poner nervioso, por lo que me concentré para tener un buen desempeño. Aproveché también de mandarle un par de fotos a mi familia y amigos, para hacerlos partes de este gran desafío que estaba por enfrentar y todos me mandaron sus buenas vibras para la carrera, lo cual me motivó todavía más.

La carrera

A las 9:45 ya estaba en el punto de partida, me situé en los puestos de más adelante previos a la largada y estuve moviéndome constantemente antes que empezara el conteo final. Seleccioné una lista de música para correr. Me impresionó la cantidad de gente que iba a correr los 10K. Quedé maravillado con el ambiente que había en torno a la carrera, la cantidad de personas con pasión por la montaña, la naturaleza, el deporte y la vida al aire libre, factor común en todos aquellos que vibramos por este deporte, es algo que se me metió en el cuerpo, me puso la piel de gallina y me inyectó una gran motivación para partir con todo la carrera. Así, cuando por los altos parlantes preguntaron gritarando que cómo estaba la gente más loca de todas y luego cuando empezaron a hacer el conteo previo a la largada con la canción Thunderstruck de AC/DC de fondo, miré a mi alrededor y me invadió una gran motivación que me permitió partir la carrera a fondo.
A las 10:00 en punto dieron la largada y partí como siempre, bien rápido para ganar un par de puestos, y luego cuando empezó la primera subida de tierra, bajé un poco la velocidad y traté de ir a un trote constante que me permitiera aguantar toda la carrera a buen ritmo. Después de salir de la primera gran subida, entramos en el primer pequeño sendero de montaña y se generó un mini atochamiento que yo y muchos más agradecimos, ya que te daba un respiro y te permitía descansar durante la carrera.
Luego de eso y justo cuando había agarrado un buen ritmo en la carrera, apareció la temible subida, lo cual en un principio me desmoralizó. El camino se puso solo cuesta arriba por el cerro durante largos 7 kilómetros. En más de una oportunidad las piernas me flaquearon y a ratos me bajó la moral por lo duro del trayecto. Pese a ello y para mi sorpresa, pude pasar gente y ganar un par de puestos y lugares en la carrera, lo cual me alegró mucho. Durante el transcurso de la misma y pese al durísimo calor que hacía producto del gran sol primaveral que nos acompañó ese día, admiré el camino que transcurría cerro arriba por los cerros que le dan la espalda a Santiago, con una vegetación baja y más bien seca, pero con muchas flores producto de la estación del año, lo cual hacía que la carrera fuera muy bonita y con muy buenas vistas de la ciudad.

Primer Check Point

Cuando todavía no llegaba a una hora de carrera, llegué al primer check point ubicado en el kilómetro 6. Me hidraté y continué rápidamente mi trayecto. En este punto me animé mucho, ya que llevaba más de la mitad de la carrera y me sentía muy bien físicamente, lo cual me motivó a seguir metiéndole con todo el resto de los kilómetros que me quedaban.
Para mi suerte, después de la primera parada, sólo quedaba un kilómetro de subida, ya que en el kilómetro siete y después de un breve plano empezó la empinada bajada, la cual debido a mi condición física me acomodó mucho. Ese fue el momento para aumentar mucho la velocidad, ya que corrí cerro abajo lo más rápido que pude, volviendo a ver la ciudad después de un par de kilómetros en los cuales estuvo oculta. Gracias a mi reloj que me indicaba cuantos kilómetros llevaba, pude dosificar bien durante la carrera y llegué a la bajada con mucha energía, por lo que pude hacerla casi entera a un muy buen ritmo.

Último Check Point y últimos kilómetros antes de la meta

Después de la bajada llegué al último Check point, donde me encontré con mi cuñado, quien estaba corriendo los 50K, le di palabras de ánimo, me tomé un Gatorade rápido, y continué corriendo con todo por el camino de tierra que te llevaba hasta el plano final de la meta. Pude mantener bien el ritmo hasta el final de la bajada y cuando llegué al pasto, lo cual significaba que ya sólo faltaban metros, me gasté las últimas energías que me quedaban y corrí con todas mis fuerzas hasta cruzar la tan añorada meta.
Mi tiempo final fue de 1 hora y 35 minutos, lo cual estuvo bien para no haber entrenado mucho previo a la carrera, pero me motiva a entrenar todavía más, para el próximo año correr los 21K y tratar de hacer un buen tiempo. Ya sé de antemano, que lo que tengo que mejorar es la largada y el mantener un buen ritmo en las subidas, lo cual solo se logra con mayor disciplina y entrenamiento.

El merecido descanso

Después de finalizar la carrera, con mi medalla colgando y orgulloso de mi esfuerzo, fui a comer unas ricas pastas Suazo y a tomar una helada cerveza Royal, mientras disfrutaba de la música y de todas las entretenciones que Northface nos tuvo preparado para esta versión del siempre temible Endurence Challenge.