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Xtreme Race, corriendo por las rudas sierras cordobesas

Un tentador afiche de carrera se cruzó ante mis ojos en una de esas frecuentes visitas a redes sociales, planteándome con esto la posibilidad de conocer un nuevo destino en suelo transandino, la Xtreme Race 2017, pero esta vez ya no en mi rol como locutor, sino desde el otro lado del pórtico, viendo la ruta de los 30 km como una gran posibilidad para retornar a las competencias después de mucho tiempo.

Por: Cristián Valencia.

Veo las características del terreno y su perfil altimétrico, seduciéndome aún más. Luego vi la fecha y mi calendario de competencias para animar (#CalendarioLaVozDelTrail) y por suerte no tenía nada agendado ya que en Chile se realizarían la elecciones presidenciales en esa fecha, por lo que planteo la posibilidad a la revista Outdoors, de viajar a realizar la cobertura en ruta de este «carrerón» que se presentaba ante mi.

Pasaron los meses y llegó el momento de viajar a enfrentar este entretenido desafío que sabía reunía las características para complicar a cualquiera con una alta temperatura -que no estoy acostumbrado a tolerar-, donde no llegaría al 100% dado que me lesioné en los senderos de la Reserva Altos de Lircay en la semana previa.

3, 2, 1…

La carrera se desarrolló en las sierras de la provincia de Córdoba

Se escuchan las palabras de Pablito Colombo y la música y enciende a los cerca de 1.000 competidores que enfrentarían los 30 km (cerca de 2.500 largaron en las 4 distancias), y antes de partir siento unos codazos y empujones de algunos desesperados competidores que buscaban posicionarse en primera línea, no me compliqué y los dejé pasar. La verdad ya había olvidado esa sensación, de que para algunos no hay camaradería y buena onda sino la imperiosa necesidad de pasar por delante a quien se cruce con tal de lograr sus objetivos.

¡Largamos! Con la película bien clara de disfrutar al máximo, aguantar en los llanos y en cada subida no aflojar por ningún motivo ya que sería donde aprovecharía mi fortaleza que estaba un poco mermada. El objetivo, en cuanto tiempo, era llegar antes de las 4 horas y estar posicionado dentro de los 250 primeros, sin embargo, la calurosa sierra cordobesa y nuevo recorrido planteado dirían otra cosa.

No lograba correr como quería, pero con el paso de los kilómetros veía como mi estrategia daba resultado, dejando atrás una gran y maravillosa serpiente de corredores, donde ya en al final del primer ascenso (km 4,5) solo un poco más de 150 competidores corrían delante mío.

Mentalizado para aprovechar el descenso y soltar rumbo al primer PAS, aparece ese pasto maldito de donde logré escapar con solo un pequeño resbalón. Estoy que estoy seguro de que muchos corredores tuvieron pesadillas con el mismo pasto. El ritmo fue mas tranquilo de lo pensado, aunque ahí logré aventajar a pesar de lo lento que me sentía .
Por fin en el PAS(km 6) y como en todas las competencias, me di unos minutos para recuperar energía e hidratarme y aproveché de  conversar con los competidores que también estaban allí  para decidir cuándo salíamos a enfrentar la segunda subida.  El bosque de la quebrada fue refrescante dado que fuera de él la sensación térmica, a las 9:30, ya era de unos 23°, por lo que era vital salir bien de ese punto.

A las 9:30 de la mañana, la temperatura ya era de 23 °C

Las bajadas, lamentablemente por esta ocasión, no serían una oportunidad para marcar la diferencia, sin embargo el carácter técnico del recorrido me permitía dar pasos cortos, pero ágiles manteniéndome posicionado rumbo al PAS del km 16,  donde nuevamente me di el tiempo para refrescarme, tomar unas sales y escuchar una exquisita música tribal, banda sonora de mi paso por el lugar.

Una vez reseteado,  salgo rumbo a la parte más ruda de la ruta donde las piernas no solo debían responder ante escalones naturales en el ascenso de la Quebrada de La Víbora, sino ante los sobre 26° que ya se hacían sentir a las 10:30 am.

El tercer ascenso continuaba por un terreno rocoso, donde juraba que estaba viendo la serie «The Walking Dead», ya que la cordada de corredores subía como zombies, mirando el suelo sin emitir palabra alguna. Aproveché ese momento para bromear con ellos, aunque solo algunos lograban reír debido al cansancio.

Aún en el ascenso, pero ya en la parte alta de la ruta, el fuerte viento nos daba un fuerte refresco que nos impedía avanzar con tranquilidad (al menos a mí, que soy chico y liviano), pasando por fin al ansiado descenso, donde lamentablemente llegaba con piernas mermadas y no podía fluir, perdiendo algunos lugares donde ya nos encontrábamos con competidores de la ruta de los 15 km.

Con piernas al punto del calambre (dado que modifiqué mi zancada para que no molestara la lesión), zurcaba los senderos de esa rocosa quebrada que nos acercaba hacia el último ascenso (km 22,5), que desarrollaba por un suelo arenoso con roca suelta que maltrataba aún más mis agotadas piernas por no lograr adherencia (es precisamente en ese momento es donde mas extrañé los bastones que olvidé en casa). Ascenso terminado, cuando ya llevaba cerca de 4:30 hrs (horario en el cual ya debiese haber cruzado la meta) y me doy una pequeña pausa con el tiempo para bromear con unas corredoras de 15 km que descansaban en el lugar.

El paso por el bosque fue un refresco que los competidores agradecieron

El ansiado último y eterno descenso comenzaba, así que solté las piernas dentro de lo que se podía por ese camino que nos llevaría rumbo al último PAS y últimos kilómetros de ruta donde mi real motivación era la refrescante cerveza prometida en el kit (punto que ya hablaré mas adelante, no desesperen).

Llegó el llano final y mi sicosis, mirando atrás cómo se acercaban unos competidores, incluso uno a quien lo empujaba alguien de su team en la subida para sacar ventaja (no se si eso estaba permitido). No quedaba otra que tratar de no aflojar el ritmo, que la verdad era de apenas 7-8 min por kilómetro, pero lo suficiente como para que no me pasara nadie en el km final.

Llego a la zona de la cañada, se escucha la voz de animador, busco mi bandera, pensando en hacer una parafernálica llegada, y por más que registro el bolso no la encuentro, resignándome a ser otro loco verde-fluor que cruce la meta, pero sabiendo que era uno de los pocos chilenos que se atrevieron por este desafío.
Mirada en alto, dedicando el momento a quienes me acompañaban a la distancia, sobretodo mi «nena», mi querida viejita que espera operación en el hospital en Viña del Mar y que en ese momento seguro daba su propia lucha para recuperarse.

Llegando a la Meta

Feliz con mi medalla por haber cumplido este desafío.

Desafío superado caminando ansioso y feliz a buscar mi ticket de cerveza en el bolso que dejé en guardarropía, cuando la verdad se sentía extraño el hecho de no poder compartir ese momento con mi gente (Caren, alumnos, amigos y conocidos).
La experiencia había sido maravillosa, con una ruta no apta para cualquiera, con abastecimientos muy bien atendidos, con un camp maravilloso  y con una muy buena energía por parte del equipo de la organización que estuvo atento a cada detalle de ese masivo evento del cual espero ser parte en la próxima versión, donde ojalá me acompañen mas chilenos y por supuesto alumnos a probar este rudo destino.

No solo fueron 30 km, con un poco mas de 2.000 de desnivel, con cerca de 30° y una carrera en la que me posicioné 15° en la categoría, 76° en la general(de 1.000, asi que no la queria creer), fue mi regresos a las competencias después de la segunda operación la rodilla que me enseñó a ver las cosas desde otro prisma, a ser humilde y a enfocar mi energía en las cosas que si puedo hacer.
Si gustan de las carreras con buen desnivel y con un circuito técnico, ésta debe ser una de las que deben estar en su calendario.

Tips de viaje

Catedral de Córdoba

Si vas al Xtreme Race, paso obligado es Córdoba, una bella ciudad que cuida su patrimonio y que nos regala una belleza arquitectónica que no los dejará indiferentes, con edificios de fachada antigua, iglesias muy bien mantenidas y con un mall que mantiene sus cascarón de siglos pasados.
Si buscas donde alojar en Huerta Grande, el Arriero es el lugar, donde atesoro la atención de sus dueños, a pasos de Villa Girardino y a cerca de 1 km del punto de Partida.
Si buscas un hotel, debe ser el Tres Pircas, el cual sirve de sede y camp central de este carrerón de las sierras cordobesas.
Qué mejor para recuperar energía que el Mama Mía, restaurante de Villa Girardino cuya especialidad son las pastas.

Cómo trasladarte en Córdoba

La mejor opcion y más económica son sus buses(colectivos le llaman allá) que requieren de la compra previa de una tarjeta (ya que no aceptan pago al contado). Desde y hacia el aeropuerto hay dos opciones, los colectivos rojos(buses) cuya frecuencia es de unos 30 min y el Aerobus en caso de que tengas maletas, ya que no aceptan subir con ellas a los otros por un tema de espacio.

Cómo llegar a Huerta Grande

La locomoción sale desde el terminal de Córdoba con una frecuencia de 1 hora, demorando aproximadamente 1:30-2:00 horas dado los arreglos del camino.


Cristián Valencia Pizarro es corredor de trail running, entrenador del grupo Corredor Kaizen y animador de eventos de trail conocido como La Voz del Trail