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En monociclo desde la Patagonia hasta Santiago

Anne- Sophie Rodet, francesa residente en Vancouver quiso hacer algo que pocos hacen: viajar en solitario y sin apoyo desde la Patagonia hasta Santiago, pedaleando en un monociclo. La encontramos en la Plaza Italia, luego de que completara, en julio pasado, el sueño de cubrir, sin buscar records, la ruta que une Ushuaia con nuestra capital.

¿Cómo fue que te decidiste a emprender una travesía como esta?

Yo fui a un viaje antes en Europa con otros monociclistas, pero íbamos con un vehículo de apoyo. Era mi primer viaje de distancia con el monociclo, y al final del recorrido me gustó mucho, pero decidí que en mi próxima acentura iría sin apoyo. Creo que en esa ocasión  me faltó un poco el encuentro con las personas y la posibilidad de parar cuando me parecía interesante el lugar. Hay algunos viajeros que han hecho grandes travesías: por ejemplo conocí a un hombre que recorrió todos los Estados Unidos, haciendo como un círculo. Tengo un amigo que también hizo un viaje en Canadá, y conocí también a una chica y un hombre que hicieron el Great Divide (desde el Norte de Canadá hasta el Sur de México), que es un recorrido muy conocido por quienes practican mountainbike.

¿Qué tiene de especial tu monociclo?

Tengo dos velocidades de marcha, y cuando iba por asfalto plano podía ir más rápido. Voy con una bici aro 29, que me pareció bien para mi tamaño; como soy pequeña me habría costado mucho subir a una 36 con mochila, aunque habría sido más rápido.

Los pedales también se pueden cambiar en la biela; si había una gran subida, como la cuesta de la Dormida, en la región metropolitana o la cuesta del diablo en Puerto Ibáñez, podía cambiarme para aprovechar una pedaleada más larga. La parrilla me la construyó un amigo que hace bicicletas; yo quería hacer algo con él ya que mi novio tiene una empresa de bicicletas eléctricas en Vancouver; y por el trabajo teníamos que hacerlo. En los frenos de disco, el cable va por el interior, no es algo tan especial, se hace mucho en bicis, pero es importante para un buen monociclo.

¿Cómo es  hacer monociclo en tu ciudad?

Yo vivo en la parte inglesa de Canadá, Vancouver, y es un lugar muy bueno para hacer monociclo de descenso, que es mi preferido. Es perfecto, se puede practicar mucho en la zona de North Shore.

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¿Hubo algún momento en que quisieras  renunciar a tu aventura?

Una vez fue cerca de Río Grande, en Tierra del Fuego. El viento era cercano a 100 km/h, y no era posible moverse. Tenía miedo también de poner mi carpa, y porque la mayoría del tiempo estaba pedaleando contra el viento. Yo realmente quería ir a Torre del Paine y Patagonia, pero me estaba moviendo en mala dirección, de sur a Norte. ¡No sabía que hacer! Tendría que haber empezado al otro lado, pero no quería ir en auto o a dedo. Pero era posible fijarme mejor en la predicción del clima y esperar en un lugar protegido. En El calafate, en Santa Cruz, me recomendaron que chequeara windguru.cz. Solo me caí dos veces en el viaje y no fue tan malo.

¿Cómo es andar con peso?

Me tomé mucho tiempo en elegir cada cosa. Llevaba por ejemplo un pantalón, y un pantalón de lluvia que también usaba para el frío. También llevaba dos camisetas, y una carpa muy liviana ( de 1 kg), que no se si era lo mejor para el viento del sur, pero yo lo sabía, y era un equilibrio con que tenía que decidir. Cuando había viento tenía que buscar protegerme, porque yo no quería ir con una carpa más pesada. Es chica para dos, pero había espacio para mis cosas cuando estaba sola. Mi mejor amiga quería venir un poquito conmigo durante el viaje. ¡Y también mi novio! El no tiene mucha experiencia. Yo empecé como a los 6 años. El circo en la ciudad era una actividad como el fútbol. Mi hermano me llevaba una vez por semana a un taller después del fútbol. Yo también quería ir y yo elegí el monociclo. Lo aprendí poquito después de andar en bici.

¿Te acompañaron otras personas durante el viaje?

Me encontré con una ciclista inglesa, Jilly Sherlock que estuvo 2 años haciendo la vuelta al mundo. Era muy interesante para mí su experiencia; fuimos juntas por 10 días, pero  no pedaleando juntas, porque ella andaba más fuerte. Yo sabía que iba lento pero ella me esperaba en las ciudades.  Me encontré también con otros ciclistas, pero iba muy lento para algunos. ¡Hubo un día en que pinché y hice solo 11 kilómetros!

¿Que descubriste en tu viaje?

Aprendí mucho sobre mi misma y mi relación con las otras personas. Me volví más curiosa con la naturaleza, porque tuve mucho tiempo sola, sin preocupaciones, al aire libre. Quiero entender más, sobre los glaciares, el ciclo del día y como afecta la luz lo que estamos viendo. Ahora también quiero construir una casita con mis propias manos, junto a una pequeña huerta. ¡También quiero aprender más español, con un buen acento!  Quiero realmente organizar mi vida para hacer los deportes que más me gustan, como ski, trekking, y escalada, de manera más frecuente. También aprendí a preocuparme bueno, y esperar que las cosas buenas van a ocurrir, si uno está en actitud. Tampoco hay que forzar las cosas en un viaje; un día llegué a Porvenir a las 6 de la tarde y el último barco era a las 5; no había barco el día después. Al principio fue como ¡ oh No! Pero me quedé ahí y conocí mucha gente. Esa es la actitud para disfrutar y crecer.