Tokyo, es una ciudad con casi 36 millones de habitantes y parada obligada para todo quien visita las montañas de Japón. Desde hace un par de años que esta tierra se ha convertido en destino invernal para muchos de los grandes esquiadores y snowboarders del mundo, principalmente por la calidad de la nieve, la cantidad y los increíbles “tree runs” que es posible ver en más de una película de esquí. Entusiasmados por conocer una cultura completamente distinta y por esquiar metros de nieve polvo, partimos con Javier y Álvaro a la última parada de nuestro viaje de esquí.
Texto y Fotos: Ignacio Rodríguez
Una vez en Japón, nos juntamos con Philip Klawitter, amigo nuestro de Santiago, artista y snowboarder de toda la vida para partir al valle de Hakuba, un cordón montañoso en la prefectura de Nagano a 280 kilómetros al oeste de Tokyo. En Japón existen más de 500 centros de esquí, pero los más famosos se concentran en Hakuba y en la isla de Hokkaido, al norte de Tokyo.
Nosotros elegimos este valle por el terreno más alpino que presentan sus montañas y por los 11 metros de nieve que caen cada año en este lugar. Después de andar en el metro de Tokyo en horario punta con bolsos de ski, mochilas y maletas (sí, el mismo donde tienen guardias empujando a la gente para que entre en los vagones) y viajar en tren bala, llegamos a Hakuba un pueblo de no más de 9.000 personas donde ya se empezaba a ver todo nevado. El valle de Hakuba cuenta con 7 centros de esquí pero solo dos con buen acceso para backcountry: Goryu 47 y Happo-One, mientras que los otros tienen acceso a fuera de pista con árboles que es bastante conveniente para los días que está nevando, los cuales son muchos durante la temporada.
Si bien ningún centro tiene muchas ni muy variadas pistas, la mayoría tiene la suficiente infraestructura como para contar con góndolas, restoranes, áreas de descanso y, como todos los lugares en Japón, máquinas dispensadoras por doquier. Poco a poco nos fuimos acostumbrando a ir al supermercado sin entender nada, caminar por la calle sin entender nada y, básicamente, no entender nada que no fuese pensado para extranjeros y estuviese en inglés. Vivimos con una rica dieta en base a arroz, té verde y pan amasado y disfrutamos de la comida típica de la zona que consistía en más arroz con algo de carne.
Un plato para repetirse
En lo que al esquí respecta, desafortunadamente esta temporada fue la peor en los últimos 30 años, con varios días de lluvia y con solo 3.2 metros de nieve acumulados, pero de todas formas tuvimos unos cuantos días de buen powder y las caras más alpinas se habilitaron más de una vez, dejando al descubierto un valle de spines que no esperábamos encontrar. Principalmente esquiábamos en Goryu 47 porque tenía un buen fuera de pista en las montañas de atrás del valle, que alcanzaban alturas de aproximadamente 2,800 msnm como es el caso de Mt. Goryu y acceso a un “side country” (terreno a un costado del centro de esquí) con árboles para no perdernos nada de la experiencia nipona.
La cultura japonesa es fascinante, es un país cuya sociedad basa sus valores fuertemente en la religión, razón por la cual se ven templos budistas y capillas sintoístas de miles de años de antigüedad por todos lados, existe un gran respeto por el medio ambiente y por los demás, además es una sociedad muy inclusiva con los extranjeros. Ciertamente un destino obligado para todo amante de la nieve y un plato que nos vamos a repetir más de una vez, esperemos que para la próxima tengamos algo más de 3 metros de nieve.
Agradecimientos
Finalmente, queremos agradecer a Mammut Chile, Andesgear, Spy Chile, Wetfly y Jelen Chile, por confiar en nuestro proyecto deportivo ¡Estén atentos para el lanzamiento de las fotos y el video de Japón!