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Descubriendo el Cerro Azucena en Magallanes

Con 1450 msnm, esta nueva cumbre es parte de un escondido grupo de montañas y deja entrever su cumbre desde la ciudad de Puerto Natales solo cuando las condiciones meteorológicas lo permiten. Acá te contamos lo que fue esta nueva travesía.

Detectada solo por quienes agudizan su mirada hacia el sector. Protegida tras los macizos Prat y Onteaiken, tiene una belleza única, lográndose ver por completa recién por sobre los 900 msnm, y presentando un buendesafío para montañistas que busquen internarse en el corazón de los valles y montañas patagónicas.

Texto y Fotos: Francisco Javier Rodríguez

La Provincia de Última Esperanza, es una zona geográficamente muy atractiva para todos los amantes del deporte aventura. Siendo circundada por grandes cadenas montañosas y bosques infinitos en sus faldas, presentan un diverso campo de diversiones para los montañistas locales y visitantes.

La Cordillera Prat, grupo  montañoso localizado a unos 30 kilómetros de Puerto Natales, capital provincial, destaca por su belleza y escarpados cerros que se unen por expuestos portezuelos. Si bien, desde dicha urbe se divisan tres macizos principales; esta guarda en su lado occidental, un inhóspito y poco explorado grupo montañoso.

Cuando se ascendió el Prat, divisé hacia el norte esta montaña y se me quedó grabada la posible ruta hacia la cumbre, para dos años más tarde, regresar y poder ascenderla.

Habiendo sido este ascenso en temporada invernal, debido a los cortos días que tenemos por estas latitudes los meses fríos del año y el largo acercamiento que conlleva arribar hasta el Azucena, es que nos llevó tres días realizar la expedición.

Para llegar a los pies de la cordillera, se debe arribar hasta la estancia Puerto Consuelo, localizada a orillas del fiordo Última Esperanza, 50 kilómetros hacia el nor-oeste de la ciudad. El trayecto hacia la estancia tiene una duración de una hora y media aproximadamente, en donde pasando por quebradas, bosques, ríos y borde costero, es un atractivo incluido en la aventura.

A vuelo de cóndor

Son las 10:00 cuando estamos listos junto a mi hermano para comenzar la expedición; los alrededores de la estancia se encuentran completamente blancos, todo escarchado por las bajas temperaturas que se presentan cada noche en este lugar montañoso. Escuchando algunas aves despertando del frío, nos disponemos a dejar atrás las casas y adentrarnos en el inmenso bosque característico de las montañas australes. Superada la gran turba que separa la estancia de los pies de la cordillera, después de una hora se da inicio al ascenso propiamente tal. Siguiendo una huella marcada por los baqueanos, nos abrimos paso hasta la cota de los 300 msnm, aproximadamente; posterior a eso, el bosque se presenta como un gran desafío nuevamente. El día permanece totalmente despejado, sin viento y con un gran sol encima de nosotros que ilumina sin calentar. Esto permite observar a ratos el espectacular paisaje que nos hace imaginar lo que podremos observar desde la cumbre del Azucena.

Después de tres horas de ascenso, la ruta sigue por entre medio de nothofagus betuloides (coihues de Magallanes) y nothofagus pumilio (lengas), avistando a lo lejos el límite boscoso y zona de campamento. Después de haber atravesado el bosque cubierto de nieve, salimos a la cota de los 700 msnm; son las 16:00 y nos restan solo dos horas de luz. Algunos cóndores nos dan la bienvenida a la montaña, planeando en vuelo rasante a nosotros. Como la zona de campamento se sitúa por sobre los valles, los ríos no se presentan en el lugar y por ende se debe dar paso a la faena de derretimiento de nieve. Favorablemente, como el ascenso se hizo en pleno invierno, teníamos agua en abundancia, por lo que una vez instalada la carpa y puestos secos, comenzamos con dicho trabajo. Cuando el crepúsculo se hacía presente a eso de las 18:00, ya teníamos -9°C fuera de nuestra carpa. Favorablemente, nuestro equipo nos mantenía secos y temperados. La noche fue algo incómoda y la temperatura siguió descendiendo.

Cumbre Invernal

Al día siguiente, la fría mañana nos despierta con fuertes vientos del oeste; el movimiento de la nieve polvo superficial levanta también el respetado viento blanco, con algunos remolinos pasando por los alrededores. Pero este viento traería algo muy favorable, la visita de unos cinco cóndores andinos sobre nuestro campamento, a muy pocos metros de altura, como si estuvieran dándonos los buenos días.

Ayudados de una cuota inspiración extra, entregada por nuestros visitantes alados, salimos dispuestos a comenzar la jornada. Con nuestro equipo listo, a las 09:00, partimos en busca de la desconocida cumbre. Azotados en un comienzo por el fuerte viento blanco, la empinada pendiente inicial no dejaba mostrarse al macizo hace dos años visto. Posteriormente, siguiendo pendiente arriba, después de una hora y media, sobre los 900 msnm aproximadamente aparece a lo lejos, el gran y hermoso monte, el cual sería llamado posteriormente, Azucena. Separado del Prat por un angosto portezuelo, todo cubierto de blanco, con un gran y expuesto filo que lleva a su cima y una gran pared rocosa levantándose en su cara Este, es sin duda es una montaña hermosa.

Desde el portezuelo, la ruta comienza rápidamente a tomar altura, donde el reinante viento se hace notablemente más fuerte y algo de granizo comienza a lastimar la cara. Durante el progreso, las nubes comienzan a cubrir las cumbres adyacentes amenazando con traer precipitaciones y mal tiempo. Después de una hora, a lo lejos alcanza a divisarse la posible cima, la cual dejaba ver hacia el otro lado algo de horizonte. Con esta idea apuramos la marcha y finalmente después de dos horas y media desde el portezuelo, ¡pisamos la anhelada y gélida cumbre! Esa cima que se había visto hace dos años desde el cerro Prat, era alcanzada  por primera vez y, mejor aún, en invernal.

Una nueva y gran felicidad

Se puso a nevar con viento muy fuerte, lo que siempre aumenta la sensación de adrenalina y, a su vez, de humildad frente a la montaña. De pronto se abre el cielo y se deja ver lo que todo montañista busca ver desde una cumbre: el gran paisaje desde las alturas, apareciendo alrededor nuestro los grandes colosos como el Esmeralda, el Prat, el Onteaiken, la Cordillera Chacabuco, el Tenerife y un sinfín de cumbres jamás alcanzadas por nadie aún, y que despiertan la motivación por su exploración y entrada a ellas.

Después de haber disfrutado la cima durante unos quince minutos, comenzamos nuestro descenso hacia el campamento. El fuerte viento y el frío impedían la permanencia más prolongada allí arriba, además, al ser más de la una de la tarde, el descenso se volvía una carrera  en contrarreloj. Así entonces, a eso de las 17:00, nos encontrábamos de regreso en la carpa, con una nueva y gran felicidad.

Después de haber procedido a hacer agua, afirmamos un poco la carpa ya que el viento no cesaba y amenazaba con empeorar durante la noche. La noche estuvo bastante agitada, el viento –tal como habíamos presagiado- aumentó su fuerza, haciendo el dormir una situación bastante complicada.

El tercer día amaneció muy cubierto y amenazante, por lo que rápidamente nos dispusimos a levantar el campamento y descender antes que la lluvia nos diera alcance. Después de tres horas, alcanzamos la hostería nuevamente, dónde casi por cálculo matemático, justo comenzó a llover, sin parar, hasta que se hizo de noche. Acá uno de los trabajadores de la estancia nos recibió con un buen plato de cazuela, que hizo revivir nuestro cansado cuerpo y así finalizar, de una muy grata forma, el gran ascenso al ahora nuevo, cerro Azucena.

DATO

Este cerro lo bautizamos en honor a mi abuela, que falleció hace poco. Le prometí realizar un primer ascenso y  esta cumbre se la dedico a ella, la persona más querida e importante que he tenido en mi vida y que hace un tiempo, se transformó en mi fiel y eterna cordada, Azucena (1930-2012)

Itinerario

Día 1: Puerto Natales – Campamento.

Día 2: Campamento – Cumbre – Campamento.

Día 3: Campamento – Puerto Natales.

Azucena fuera del Invierno

Esta nueva montaña, la cual espero sea alcanzada por muchas más personas debido a su belleza y desconocimiento, es totalmente realizable en un itinerario más corto de 2 días, en temporada de verano, necesitando para ello equipo menos invernal pero no por eso menos técnico, tratándose de Patagonia. La vegetación que cubre la base del Azucena durante los meses estivales, junto al gran valle del río Tenerife, brinda una increíble satisfacción para los amantes de la biodiversidad y fotografía,  lo que no puede apreciarse con tanta riqueza mucho durante un ascenso invernal. Sin embargo, el problema de un ascenso al Azucena en estas condiciones, recae en ausencia de cursos hídricos para abastecer el campamento, por lo cual habría que cargar agua o instalar el campo varias cotas más abajo, lo que significa lógicamente, mayor esfuerzo el día de cumbre. ¡Pero es total y absolutamente realizable durante todo el año!

El Azucena, pasa a formar parte de las poco conocidas e incluso desconocidas cumbres que rodean la Patagonia, cumbres que debido a sus vecinos más populares y también a su difícil acceso, se ven opacadas. La cordillera Prat, la cordillera Chacabuco, la cordillera Moore, la cordillera Chilena hacia el sur de la Provincia de Última Esperanza, todas con diferentes accesos y rutas, entre muchos otros sistemas orográficos, esperan por ser explorados y salir a la luz mediante fotografías y relatos como lo que esta sucediendo hoy con el nuevo Cerro Azucena.