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Desafío Selva Valdiviana

Con el magnífico panorama de dos volcanes y el privilegio de correr por senderos de un área protegida que representa la más pura naturaleza de la región de Los Ríos, esta carrera, organizada por Conaf y Sernatur completó 60K en dos días de ardua competencia, donde el sol radiante de la primera jornada, que se corrió en duro ascenso, dio paso a una segunda jornada donde la tónica fue la niebla que llenó la parte más alta de la montaña, así como la lluvia y la humedad del bosque valdiviano andino.

 Texto y Fotos: José Francisco Hurtado

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El primer día de competencia se hizo siguiendo el empinado y serpenteante camino que accede a la Reserva Nacional Mocho Choshuenco y el Refugio de Conaf. Partiendo desde la playa de Choshuenco, los corredores se enfrentaron a un camino que estaba seco y en excelente estado, por lo que las diferencias en los tiempos de llegada no fueron tan grandes.
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La tarde del primer día fue perfecta para descansar o enfriar las piernas en el lecho del río Blanco, cercano al campamento. Luego de la cena, la noche tuvo algo de lluvia, pero el sector habilitado por la producción del evento y las carpas de los competidores resistieron bien.

 

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Al terminar la última sección a la cual se podía acceder en auto en el segundo día de competencia, fue el momento de empezar a mojarse y estabilizar el paso entre los coironales, La carrera empezaba a ganar desnivel, y había que estar atento a la marcación de la ruta, mientras las nubes se volvían cada vez más amenazantes.

 

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EL sector de Tumba del Buey es uno de los accesos al complejo volcánico de las cumbres del Mocho y Choshuenco. Había que realizar un sube y baja intenso entre quebradas con abrasiva piedra volcánica.

 

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El ascenso a la zona alta de la competencia, por estrechos senderos que llegaban a filos en la cota de los 1600 metros, se hizo con poca visibilidad, poniendo a prueba también las habilidades de orientación y exploración de los corredores. El avance lento y los grupos que se iban formando naturalmente en el avance hicieron que muchos cooperaran en improvisados equipos.

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El descenso fue muy largo y castigador para las piernas, preparándose para llegar a la zona de Cerrillos, cerca de Llifén. La tierra mojada de los senderos en medio del bosque, entre el km.11 y 16 fue unos de los tramos más gentiles en la bajada, que ocupaba dos terceras partes del recorrido del segundo día.