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Amistad y Conectividad en el Deporte

La piedra angular sobre la cual se basa una aventura o una expedición outdoors es la amistad. Tu partner, buddy, amiga o amiga, tu cordada, tu hermana o hermano: hay muchas palabras que definen a quien te acompaña en estas experiencias, dependiendo del deporte y la cultura.
Pero a medida que las relaciones se profundizan, esos partners van calando más profundo y teniendo un rol más protagónico en nuestras vidas como amigos de verdad, hasta que te haces la pregunta: ¿qué tan profundo quiero llegar en la amistad? ¿Me atrevo a abrirme y mostrarme tal cual soy?.. ¿y si me atrevo, qué puede pasar?
Para profundizar un poco, con la ayuda de los grandes pensadores, podemos remontarnos a cómo se definió la amistad en el pasado. Marco Tulio Cicerón (106 AC – 43 AC) es uno de los hombres más brillantes en la materia en su Tratado de la Amistad, que ilustraba sobre el deber ser de este vínculo:
“¿Cómo puede ser soportable aquella vida que no descansa en la mutua benevolencia de un amigo? ¿Qué cosa tan dulce como tener uno con quien hablar de todo tan libremente como consigo mismo? ¿Sería por ventura tan grande el fruto de las prosperidades, si no tuviéramos quien de ellas se alegrara tanto como nosotros? ¿Y, se podrían sufrir las adversidades sin uno que las sintiese aun más que los mismos que las experimentan? «, dijo Marco Tulio Cicerón, describiendo bien algo que todos hemos vivido: no importa cuántos años pasen sin ver a ese amigo con el cual vivimos una aventura extraordinaria, pero siempre al juntarnos y vernos las caras parecerá que fue ayer cuando compartimos al aire libre.
«Mas siguiéndose tantos y tan grandes provechos de la amistad, el mayor de todos es que hace concebir buenas esperanzas para todo lo que puede sobrevenir y no deja que desfallezcan o se acobarden los ánimos. Porque el verdadero amigo le mira al otro como una imagen de sí mismo; y así se hacen presentes los ausentes, los necesitados abundantes, los flacos poderosos…»
Cuando estamos por abandonar nuestro camino o cuando flaqueamos al decidir, un amigo real se pondrá en mi papel y me ayudará a levantarme, a seguir y entregarnos mutuamente la confianza para llegar. Así muchas aventuras llegan a buen término por la fuerza de la amistad. Sin el amigo hubiera sido imposible y no por los medios sino por la amistad.
“Porque si fuera el interés el que une las amistades, él mismo en faltando las desharía. Mas por cuanto no puede trocarse la naturaleza, por eso son eternas las verdaderas amistades…
Tratando de explicar la amistad desde la naturaleza humana y superando las necesidades pasajeras, este sentir se vuelve un ejercicio de virtud. Tan importante es el concepto de amistad en la antiguedad que Aristóteles ( Nicómaco VIII 1, 1155 a3-4) nos dice “ nadie querría vivir sin amigos, aun estando en posesión de todos los otros bienes”
Impresionante saber que esto fue escrito hace ya más de dos mil años. Efectivamente la presencia o ausencia de amistad, hace que la vida sea aburrida o motivadora. Por otro lado, hoy más que nunca debemos cuidar las amistades dada la asimilación de la tecnología en las comunicaciones. Todo tiene su lado bueno y malo. Quienes tienen sus amistades bien arraigadas pueden hacer buen uso de las redes sociales, para estar más informados, pero en las nuevas generaciones nativas digitales puede darse al revés. Antes de la explosión de redes sociales uno tenía un sentimiento o una idea que compartir con un amigo y hacía una llamada o se reunía físicamente en una casa para planificar una salida o discutir de algún tema apasionante. Hoy por hoy, al sentir algo surge muchas veces la necesidad de comunicarlo online, buscando impacto, como una manera de existir o estar presente.
Ahora, la soledad es un problema que puede solucionarse “conectándose” y no “comunicándose”. ¿Yo comparto en la red, luego existo? Será que se está utilizando la tecnología para definirse uno mismo? ¿Será que hoy esperamos mucho de la tecnología y muy poco de entre nosotros? Ser amigos es aprender a escucharnos aunque sea de repente latoso o un tipo o tipa cuente el mismo cuento un millón de veces. ¡Todos tenemos nuestros minutos lateros!

Estar frente al aparato de conexión móvil nos puede ofrecer entretención o gratificación inmediata, pero también nos puede hacer pensar sobre las consecuencias y el contexto de nuestras conexiones y manera de comunicarnos:
a) Podemos poner nuestra atención en lo que queramos. En una conferencia algo lenta o mientras pretendemos escuchar a una persona, podemos estar físicamente presentes… pero realmente estamos mirando el último mensaje que nos llegó por el celular. ¡Sigue hablando, dale! ¡Te estoy escuchando!
b) Siempre seremos escuchados al hablar por teléfono… ¿pero sabes tú en qué están al otro lado? La persona que te escucha puede estar mirando TV, viendo su computador, comiendo y siempre te puede decir, mascando el almuerzo, ¡sí sí, claro!
c) Nunca tendremos que estar solos. Si estás solo conéctate, ¡llama a quien sea! …aunque la soledad es un espacio vital para encontrarse con uno mismo y pensar, un espacio que ha sido invadido y que hoy por mil caminos se puede y deja invadir. Algunos desean aislarse y el teléfono no los deja descansar y otros no soportan la soledad y se obligan a conectarse y compartir cualquier cosa.

Por lo anterior, creo que la vida Outdoors, sin conexión, sin cobertura, en donde no puedes volver en un momento a la llamada «civilización», da todavía un espacio para descubrir nuevos amigos y cultivar los ya atesorados, sin interrupciones de mensajes, sin llamadas, sin redes sociales. Solo frente a una fogata, conversando y mirándose a las caras, en una cordada, en un trekking, riendo y compartiendo sin estar “conectados”.
¿Y tú qué opinas?