Sergio Fuentes y Anita Pardo se enfrentaron a la Travesía del Columbia Torrencial Valdivia Trail de este 2017, se mojaron con la lluvia, se embarraron con el terreno y lo dieron todo por llegar a la meta. En esta nota nos cuentan cómo vivieron este importante encuentro del trail en los hermosos paisajes de Valdivia.
Texto: Sergio Fuentes
Tengo los mejores recuerdos de la versión anterior de ColumbiaTorrencial Valdivia Trail, carrera que se realiza en una ciudad de encanto, gente amable, cariñosa, con bellos rincones y con lugares que a uno nunca lo dejan de sorprender.
Ya se anticipaba en la semana previa que Valdivia nos esperaría con lluvia, frío y algún otro ingrediente extra y, si bien el año pasado también participamos en esta carrera en los 42K, sabíamos que lo que se venía sería muy diferente, pero estos desafíos nos gustan: la lluvia, el frio y el barro nos esperaban en la bella selva valdiviana.
En los días previos disfrutamos el encuentro con los amigos provenientes de diferentes lugares y con los cuales hemos compartido muchas experiencias. Retiro de Kit, fotos casuales y ya estábamos listos para una nueva aventura.
El día de la competencia había llegado, 5:00 de la mañana y ya nos dirigíamos en caravana hacia la playa de Pilolcura en plena Selva Valdiviana, punto de partida de los 45K.
Los buses no podían llegar hasta el final de la ruta así que tuvimos que caminar 2 Km. hasta llegar al punto de partida. Sirvió para calentar motores y aclimatarse al viento y la lluvia que poco a poco se comenzaba a sentir y también para despertar a muchos que íbamos como sonámbulos debido al sueño y al frío…
6:50 hrs. ya se escuchaba la voz, infaltable de las carreras de Trail, de Cristián Valencia dando la señal a encajonarnos para comenzar a las 7:00 hrs.
Comienza la cuenta regresiva y largamos.
La incesante lluvia que existió desde el día anterior se hacía notar en la ruta de esos duros primeros 7K. Junto a la «Machucá» Anita, mi partner de tantas batallas, ya sabíamos que teníamos que afrontar con calma esta parte que ya habíamos conocido el año anterior, pero en condiciones bastante diferentes.
Llegamos al primer Pass ya amaneciendo, había de todo para comer algo rápido y seguir avanzando
-¡Vamos Machucá!- le decía, mientras ella no dejaba de comer un rico dulce de membrillo que había y me miraba con cara de culpa…
Ya saliendo de la primera gran subida, teníamos la idea clara de avanzar lo más rápido posible hasta Casa Manns, lugar ubicado en el Km. 26 donde podríamos descansar un poco, alimentarnos y recargar energías para la segunda parte de la carrera.
En este tramo seguimos siempre juntos para internarnos en un bello bosque húmedo y barroso. Esa bajada era muy técnica, ya que estaba llena de raíces y mucho lodo, varios enlodados debido a las caídas de quienes pasaban sin los cuidados necesarios; el terreno estaba muy complicado.
La bajada te llevaba directo al Valle de Quitaqui donde pasamos entremedio de unas casas donde el año pasado había una familia con niños que te alentaban felices al pasar y te preguntaban de donde eras, ahora no estaban, pero los recordamos y extrañamos
Llegamos al siguiente Pass al Muelle de Quitaqui donde nos hidratamos un poco antes de seguir bajando (por suerte no había dulce de membrillo).
Pero en la bajada, el barro se hacía cada vez más intenso y dificultaba mucho el desplazamiento rápido y el desgaste era mayor
La lluvia había dejado de ser intensa y nos dio una pequeña tregua, pero dificultaba en el traslado y se sentía en cada momento, constantemente se sentían gritos de “cuidado” pero era inevitable no terminar en el suelo en algún momento.
En ruta siempre conoces gente, en este caso conocimos a Carolina Peters, una chica llena de energía, es de la zona, así que conocía a medio mundo y hacía fiesta cada vez que se encontraba con alguien, aprovechamos de acompañarnos, compartir experiencias hasta llegar a Casa Mansn, que para nosotros, era la mitad de la ruta
Por fin llegamos a Casa Manns, una pausa en el camino, recibir la atención, el cariño y las exquisiteces que nos tenían en aquel lugar, no daban ganas de salir de ahí, además que estaban transmitiendo el partido de nuestra selección, pero no nos podíamos enfriar mucho y debíamos continuar el camino cuanto antes. Una sopita, reponer el agua y seguir…
Estábamos contentos, salimos con energías de aquel lugar y ya comenzábamos a enfrentar la segunda mitad de la competencia, prácticamente desde el kilómetro 30 al 40 se nos hizo eterno, ese camino interminable y con esas pendientes que de verdad te agotan sicológicamente, son momentos que uno analiza porque estás ahí, y que lo único que quieres es que ese camino se acabe pronto, la lluvia se sentía cada vez más fuerte, todo ese camino era desde donde comienza y termina el parque Oncol.
– ¡Vamos, vamos Machucao’ que ya falta poco…! – Era el aliento constante…
El desgaste del terreno y la carrera se comenzaba a hacer sentir a medida que avanzábamos. Unas subidas eternas entre los grandes árboles que adornan el bello Parque Oncol.
Poco más de 5 horas y ya comenzábamos a sentir lo que sería la ultima parte de la carrera. A esas alturas las piernas no respondían de la manera como esperábamos
Ya comenzábamos a escuchar el oleaje de la playa de Pilolcura, la vista de la zona alta es hermosa y esperábamos llegar ahí, también los gritos de apoyo de la gente, y la inconfundible “Voz del Trail” se sentía a lo lejos, la mejor de las señales que solo estábamos a muy poco de cruzar la meta.
Felices de compartir una nueva gran aventura, de cruzar la meta sin competir con nadie si no con uno mismo. Una nueva aventura que contar, donde sufrimos, nos embarramos disfrutamos con la lluvia y nos maravillamos con cada uno de los paisajes de la selva valdiviana.
Agradecidos de todos quienes permitieron estar en esta gran evento y de la preocupación de la producción por todos corredores.
Nos colgamos orgullosamente esa medalla de Finisher por todo el esfuerzo que significó, por todo lo que tenemos que dejar de lado por hacer lo que mas nos gusta, simplemente correr.
¡Gracias Columbia Torrencial Valdivia!
Anita Pardo – Sergio Fuentes