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Un chileno explorando Los Himalayas

En el año 2012 después de haber tomado la decisión de tomar un año sabático y centrarme en la fotografía de viaje y trabajar como un Instructor de Montaña para la NOLS (National Outdoors Leadership School),  se me dio la oportunidad de trabajar en una de las expediciones de montañismo más codiciadas dentro del circulo de instructores, en los Himalaya, India. El enfoque de esta increíble aventura era aprender a organizar una expedición internacional y enseñar técnicas de montañismo a través de un intento de una travesía de exploración en la Región de Kumao en el estado de Uttarakhand.

Texto y Fotos: Marcelo Mascareño

India era el lugar ideal para  el inicio de mi viaje, donde buscaba, sin duda, exponerme  a diferentes  culturas, principalmente la de las montañas y documentar la vida diaria de esta experiencia. Supe que más que preparar mi viaje, con respecto a lo tenía que llevar o no, y  planificar adecuadamente debía prepárame de manera interna, con una mente abierta, actitud positiva y un gran respeto ante lo nuevo, ¡sin dejar de lado la logística!

Así partí, en agosto del 2012, en búsqueda de este nuevo desafío, a la mágica India. A mi llegada a Nueva Delhi, rápidamente me encontré inmerso en esta caótica cuidad de 22millones de habitantes, donde la privacidad no existe, donde humanos y vacas sagradas luchan por un espacio donde moverse. Afortunadamente  no pasó mucho tiempo, y sin darme cuenta ya me  disponía a tomar un tren de 6 horas, más un taxi de 3 horas, hasta mi destino final de Ranikhet, en el estado de Uttarakhand, oficinas de operaciones de NOLS India.

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Ravi Kumar, director en NOLS India,  me da la bienvenida con un gran abrazo y me invita a probar el famoso chai, una bebida consistente de té, leche y condimentos. Mientras disfrutábamos del chai no dejaba de observar el lugar: sentí un gran sobrecogimiento  al notar que la villa estaba instalada en el filo de un risco que se precipitaba al vacío, y que era parte de un imponente cordón montañoso… un lugar que definitivamente yo no hubiera escogido para poner una villa.  Estaba rodeado de monos y una diversidad de aves, mientras escuchaba a Ravi contarme que estábamos parados en un lugar de tránsito para leopardos,  y que solo hace un par de noches había pasado uno,  hecho del cual los villanos tomaban noticia verificando los destrozos que el felino había dejado a su paso.

La Expe

Durante un par de días, en Raniket,  conocí a mis colegas indios Dilip y Barat, además de Roger, un instructor canadiense. Trabajamos en la planificación de la expedición, revisando la ruta, la comida, el equipo, la logística y probablemente otros cientos de detalles requeridos por una expedición de esta envergadura. Pronto llegaron nuestros estudiantes, y finalmente la expedición se componía de 13 personas: una mezcla entre americanos, canadienses, indios y el infaltable chileno.

Cuatro jeeps Mahindra llegaron listos para llevarnos.  Viajamos aproximadamente  14 horas por valles, filos donde la combinación de campos y pequeñas villas: lentamente tomábamos altura, y percibimos la lluvia y humedad que quedaban del paso de un monzón.

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Llegamos a una villa, Saung, desde desde la cual iniciamos nuestra travesía, pero no sin antes conocer a Tara, el local que se encargaría de llevar nuestro equipo  y alimentación hasta un famoso punto llamado » Zero Point «,  a 3.650 msnm, ubicado antes de adentrarse de lleno en tierra de glaciares.

Tara fue una persona sutil y amable con nosotros, siempre con una gran sonrisa en el semblante. Nos despedimos de él, a pesar que sabíamos que más adelante nos encontraríamos en el sendero con sus mulas y porteadores. El sendero era casi ancestral, compuesto de piedras como las del camino del Inca. Durante la caminata nos encontramos con lugareños, vacas, chivos y templos  hinduistas, donde el olor de inciensos predominaba. Nuestro primer paso en altura fue el Dhakuri Khal (Paso Dhakuri, a 3.000 msnm),  donde rápidamente se sentía la altura y se dificultaba la caminata, lo que no mermaba la experiencia y mi fascinación por el lugar. Pasamos un par de días aclimatándonos y preparando a los estudiantes sobre lo básico en manejo de cuerdas y técnicas de acampar.

Zero Point

Nos adentramos a caminar a la última villa llamada Khati, con una población de 80 familias. Son gente amigable, desapegada de lo material y que son felices con lo que les da la fertilidad de sus tierras, lo que sí les implica muchas horas de trabajo. Una observación muy personal, pero pude percibir que la mujer en estas villas, y en otros lugares de India, son las que realizan la mayoría de los trabajos, bajo un sol intenso, mientras el hombre se dedica a fumar viri (un tipo de tabaco) o bajan a las cuidad más grande para intercambiar sus productos, por otros que no pueden producir.

Khati sería nuestro último  encuentro con la  civilización, antes de caminar por 3 días  al campamento Zero Point. Por lo que nos contaron, en ese lugar también habita Baba G, un hombre sagrado, un religioso que se adentró en las montañas hace 20 años, solamente para meditar, pero que finalmente se quedo viviendo y transformó una cueva de piedra, donde inicialmente vivió, en un templo. Era un misterio conocer este hombre, así que  nos dirigimos por este sendero, a través de un bosque selvático, acompañados por monos que  se balanceaban de un árbol a otro y gritaban por nuestra presencia. Dwali  era nuestro próximo punto de campamento,  donde los Ingleses levantaron pequeñas casas en los años 40 para insertarse en los valles y realizar exploraciones en el sector de Nanda Devi, la segunda montaña más alta de India, de 7.816 msnm.

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Mucho Chai

Después de 3 días de caminata y como último campamento, arribamos a Phurkia, donde finalmente llegó el día de conocer a   Baba G.  Ese día dejé que el grupo viajara adelante, mientras me quede atrás observando más lentamente el lugar y fotografiando los parajes y campesinos, que bajaban con cientos de chivos. A lo lejos ya empecé a divisar el templo de Baba G. Cuando llegué, mis estudiantes estaban con un chai caliente en sus manos y felices de ver   al hombre religioso  Baba G…  y porque además era el término de la caminata por el día.

Cuando llegué,  Baba G se me acerca  con una sonrisa  y me da un gentil saludo con sus manos y me dice:  “¡Ah, tú eres el fotógrafo! , ¡¿quieres chai?!”. Desde ahí fue el inicio de mucho chai, conversaciones, comidas y ceremonias religiosas. Pasé mucho tiempo con esta persona el 2013 y parte del 2014, lo que  me daría para mucho que contar sobre él.

Estábamos en el último punto de acondicionamiento, de dar clases y de que llegaran nuestros 13 porteadores, ya que las mulas no llegan a este sector. Aunque la progresión de la ruta fue lenta y con tiempo para la  aclimatación, pasamos 4 días, adaptándonos, mejorándonos,  descansando e hidratando, y viendo cada día muy temprano a Baba G, quien meditaba cerca de un arroyo, con ojos abierto y mirando el sol directamente, por horas. La última noche nos bendijo con una ceremonia y nos entregó un collar de semillas (que todavía uso). Luego, nos despidió.

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Sin regreso

Partimos con dos porteos al siguiente campamento, lo que fue relativamente fácil, pero muy empinado… y con apunamiento incluido. Eso sí, la vista que empezamos a tener de la afamada montaña Nanda Devi era impagable, bellísima y gratificante. Y pensé: “¡estamos en los Himalaya!”.

Usamos este campamento para enseñar los conocimientos más técnicos para viajar en glaciares y el manejo de crampones y piolet. Lamentablemente a este punto había personas que no se estaban recuperando del apunamiento, incluyendo uno de mis colegas: Roger Yim. Entonces iniciamos la medicación con Diamox. Mientras  unos se quedaban mejorando, otros instalaban el Campamento 2, donde nos dejaba bien posicionados para realizar dos pasos altos en la travesía.

Logramos poner a todos  en el C2, pero algunos no mejoraban de salud.  Nos quedaban los días necesarios para realizar el paso, de lo contrario tendríamos que retroceder. Llego el momento de decisiones críticas entre instructores y estudiantes, para buscar las mejores soluciones, que involucraban factores humanos, climáticos y  de tiempo. Después de un día de deliberar, se acordó dividir el grupo en dos, donde mi colega Roger Yim y Bharat bajarían con 4 estudiantes que no se sentían bien,  iniciando así el regreso con un leve cambio de ruta, para experimentar de mejor manera la cultura de algunas otras villas. Dilip, yo y 5 estudiantes iniciaríamos un intento del primer paso, y, dependiendo la condición del clima y los estudiantes, continuaríamos al segundo paso, donde ya no habría espacio para regresar, si no que solo de continuar y terminar la travesía.

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Angel de La Guarda

La última cena con la expedición fue mística, bajo una noche estrellada, temperatura de 35º bajo cero, mas con una vista alucinante de Nanda Devi. Partimos al día siguiente con tornillos de hielos, estacas , cuerdas y comida para tan solo 5 días, que es lo que tomaría realizar estos dos pasos,  y si lográbamos llegar al otro lado, deberíamos encontrarnos con lugareños y comprar un chivo y algo de papas.  Esto me dio una gran satisfacción, puesto que siendo originario de la Patagonia chilena, un asado de chivo no me venía nada de mal.

El primer paso Kafni Col fue agotador, por lo que no pudimos atravesarlo, y tuvimos que improvisar un campamento en la pared, sabiendo que al otro día tendríamos que cubrir un poco más de terreno para  no atrasarnos. Al día siguiente  avanzamos bastante, quedando muy bien estratégicamente  para el siguiente movimiento. Nos dimos cuenta que tendríamos que hacer una avanzada de investigación, dada la cantidad de grietas y una brecha complicada de pasar. Dilip y yo salimos a la exploración de la ruta,  y, después de varias horas de navegar, pudimos marcar con caña la ruta a seguir y que nos llevaría al siguiente paso. En este punto del viaje el acampar se tornó incómodo, con noches muy frías, y de poco dormir.

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Pero llegó la hora de la esperanza, y partir a este último paso: el buen clima nos fue acompañando durante el día, pero al atardecer se iba deteriorando. Mientras nos acercábamos al paso, mi colega Dilip me mencionó que recordaba un gran amigo y compañero de escalada que había muerto en este paso, quien después de varios días de tormenta, decidió escapar de ella, pero fue arrollado por una avalancha. Dilip decía que estaba allí, con nosotros.

Con humildad llegamos al paso donde instalamos una serie de cuerdas fijas. Fue agotador! Y así, un día a finales de septiembre estábamos sobre el punto más alto de nuestra travesía, Dhanu Dhura 5580 msnm.

Próximo Viaje

El descenso  fue sobre  un filo, en donde nuevamente improvisamos un campamento en un fina línea de nieve, que a cada lado se precipitaba con glaciares hacia los valles de abajo.

La vista jamás dejó de impresionarme. En 3 días de descenso y caminata por el glaciar finalmente llegamos a Martoli,  un pueblo abandonado, pero donde todavía se encuentran un par   de lugareños. Es  parada esencial de una de las caminatas más famosas por el area del Himalaya, en la región de Kumaon. Pasamos dos días de pura recuperación física y mental, comiendo y durmiendo mucho… ya  habíamos pasado lo mas difícil y  estábamos finalizado una travesía de 130 km  que no se había logrado desde el 2010.

El resto de la semana fue para finalizar la travesía con dos días más de caminata, un par de controles militares (dada la tensión existente en la zona entre India y China).  Terminamos en un pueblo llamado Munsiari, donde celebramos con una buena comida India, nos duchamos y afeitamos con navajas. Regresamos a la las oficinas de operaciones en los famosos Mahindra, encontrándonos con el otro grupo en el camino, con los que intercambiamos un sinfín de vivencias.

Pronto, ya nos encontrábamos viajando en los  famosos trenes  de la India: ya volvíamos a Nueva Delhi, a su calor, población interminable, Internet… en resumen, estábamos de vuelta en la civilización. Un par de fuerte abrazos, intercambios de correo  y me despedí, preparándome para mi  siguiente viaje: Sri Lanka

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