Buscando nuevos desafíos Catalina Salata comenzó hace cinco años a practicar mountainbike. Coronó su efuerzo al obtener un tercer lugar en una de las carreras más desafiantes de esta disciplina : el Trans Andes Challenge en la región de Los Lagos.
Texto: Catalina Salata R-T.
Todo partió como algo recreacional. En el colegio tuve la fortuna de practicar hockey, volleyball y atletismo. Entré a la universidad a estudiar (Odontología) y comenzó un período de mucho estrés; quería aprender, cumplir y sacar buenas notas. Es así como busqué un escape y lo encontré; comencé a hacer spinning en el gimnasio. Hice spinning muchos años. Era mi manera de liberar tensiones, de despejar la cabeza después de un duro día. El año 2010 un grupo de amigos de spinning me invitó a mi primer paseo de mountainbike y ahí fue donde me enamoré de este deporte. En el 2012 participé en mi primera competencia en cerro. Fueron las personas que conocí, los increíbles lugares y la adrenalina del deporte lo que me motivaron a seguir pedaleando.
Pasarlo bien arriba de la bicicleta, rodearme de sorprendentes paisajes, reír mucho, caerme, llorar, aprender, mejorar, son las cosas que me mueven y hacen que quiera entrenar duro. Disfruto y sufro durante los entrenamientos, algunas veces sola en la inmensidad del cerro y otras acompañada de buenos amigos. Todas estas son las razones por las que busco mejorar día a día mi rendimiento y mi técnica en el mountainbike, seguir escalando poco a poco en esta disciplina que tanto me apasiona.
Actualmente soy odontóloga y aún estudio en busca de mi título de especialista. A lo largo de los años no ha sido fácil equilibrar el entrenamiento con el estudio, el trabajo, la familia y los amigos. El mountainbike se transformó en mi pasión y no hay motor más fuerte que la pasión para querer motivarse, superarse, mejorar y ser feliz. Es así como, a pesar de lo dificultoso que puede ser, he logrado organizarme y encontrar un balance y sacar adelante mis proyectos.
Mi gran desafío
El Transandes Challenge (TAC) es una carrera de mountainbike con etapas, desarrollada hace 9 años en Huilo Huilo, reserva biológica ubicada en la Cordillera Patagónica de los Andes. Es una carrera que se ha hecho muy conocida y que logra convocar a casi 300 corredores provenientes de todo el mundo. Todos se enamoran del entorno, de la naturaleza sureña, de la amabilidad de las personas de la localidad, de los entretenidos senderos y de la buena comida. Fuera del mountainbike somos todos diferentes personas: padres, madres, hijos, parejas, novios. Tenemos diferentes nacionalidades, profesiones, edades, pero todos contamos con una misma pasión, la que nos hace a todos iguales en el momento de ponernos el casco y subirnos a la bicicleta, y esto es lo más maravilloso de este deporte.
Son 5 días en los que hay que aguantar más de 4 horas al día arriba de la bicicleta a un ritmo de carrera, a través de terrenos técnicos muy duros, y a pesar de eso, siempre pensando en que al otro día se viene otra etapa, que puede ser igual o más dura. Este tipo de carreras, más que algo físicas son extremadamente mentales. Hay que tener una preparación psicológica, parte esencial de cualquier deporte.
Años después de haber corrido en dupla con una amiga y ya con mi vida profesional más estructurada y mis objetivos más claros, tomé una decisión que haría que todo fuera distinto: fijé mis ojos por segunda vez en el TAC, pero esta vez lo correría sola. Una experiencia nueva, un desafío personal del cual lo único que tenía claro era que no sería nada fácil.
Preparación para una carrera por etapas
Las carreras por etapas van desde tres, cuatro, hasta nueve días pedaleando, a veces más. Son varios días en los que se exponen cuerpo y mente a pedalear por circuitos exigentes, por varias horas, largas distancias, muchas veces en un clima impredecible en que pueden tocar fuertes lluvias o un fuerte sol, temperaturas muy elevadas o muy bajas. Para todo esto es necesario tener un mínimo de preparación, planificarse y considerar cinco puntos importantes: estado de la bicicleta, alimentación, hidratación, preparación física y preparación mental.
1. Estado de la bicicleta:
Previo a la carrera llevarla al mecánico para una mantención y después probarla para asegurarse de que está todo bien. También es muy importante comprar repuestos (neumático, cámara, cadena) por si en la carrera se presenta alguna falla.
2. Alimentación e hidratación:
Ambos elementos son esenciales para el rendimiento durante la competición. Los 2 días antes, durante y después de la carrera es necesario consumir carbohidratos ya que son el combustible para el buen rendimiento. Se debe comer cantidades un poco mayores de las que se comen normalmente. En cuanto a la hidratación, el cuerpo día a día se deshidrata más, por lo que la hidratación debe ser constante: tomar mucha agua durante y después.
3. Preparación física:
Hay que prepararse previamente para que el cuerpo aguante varios días de carrera. Lo ideal es hacer fondo, es decir, pedalear por al menos 3 horas y mejor aún si es dos días seguidos. Por otro lado, el descanso también es necesario. Los días previos a la competencia es bueno pedalear poco, y de noche intentar dormir varias horas para permitir una mejor recuperación del cuerpo.
4. Preparación mental:
Hay que tener claro que el objetivo primordial es terminar la carrera, llegar a la meta todos los días, y esto no será fácil; las horas, los kilómetros, las largas subidas y difíciles bajadas pueden jugar con nuestra cabeza. Con esto presente, hay que mantener una mente fría, fija en el fin último.
Expectativas
Mis expectativas este año eran darlo todo; dejar hasta el último cartucho en el circuito sin importar el resultado. Tomármelo con competitividad, pero siempre teniendo en mente lo más importante: disfrutar y pasarlo bien.
En una carrera de este tipo no hay que crear expectativas muy altas, ya que son muchos días y muchos factores externos difíciles de controlar como, por ejemplo, el cuerpo. A veces los nervios traicionan y la ansiedad hace que bajemos nuestro rendimiento. Los primeros años me pasaba mucho antes de las carreras, me ponìa tan nerviosa que se me secaba la boca. El tiempo me ha dado un poco de experiencia, ya tengo mi mente más entrenada y parto más tranquila. Otras veces alguna comida puede caer mal al estómago o una caída fea puede dejarnos fuera de carrera. El tipo de circuito también es un factor variable; a algunos les va mejor en circuitos más cortos y técnicos, a otros les acomoda que sean más largos y constantes. Creo que las fallas mecánicas son lo más impredecible: rajar un neumático nos puede retrasar muchos minutos, y a veces dejarnos fuera de competencia… en fin, ¡cualquier cosa puede pasar!
Afortunadamente no tuve ninguno de estos inconvenientes, gocé como nunca, pero qué manera de sufrir también!
El escenario perfecto
Hasta el año pasado, los organizadores solían planificar las etapas del TAC de manera en que la meta, junto con todo el campamento, se ubicara todos los días en un punto distinto de la Patagonia. Es así como se comenzaba en la Reserva Biológica de Huilo Huilo y se movilizaba hacia las Termas de Huife, luego Menetué hasta finalizar en la ciudad de Pucón, sin embargo, este año la modalidad cambió y el campamento se mantuvo en Huilo Huilo.
La reserva Biológica de Huilo Huilo es parte de un ecosistema único y muy poco explorado, el cual posee grandes bosques vírgenes que se han mantenido intactos por miles de años y una flora y fauna tan característica del sur de nuestro país, única del planeta, la cuál está protegidas por las comunidades locales. Alberga lagos de origen glaciar, nieves eternas del volcán Mocho-Choshuenco e innumerables cursos de agua. Las distintas etapas de la carrera nos dieron la oportunidad de vivir y conocer algunos de estos hermosos lugares.
Pedaleamos por caminos y senderos que pasaban principalmente por el pueblo de Neltume, el pueblo de Puerto Fuy y el sector de Remeco. Una de las etapas consistió en subir al Centro de Esquí del Volcán Mocho-Choshuenco y bajar por el maravilloso y famoso “Sendero del Esquiador”. En varias ocasiones los senderos orillaban el Lago Neltume, la Laguna Quilmio, el Río Cua Cuá y el río Fuy, increíble lugares que no dejaron de sorprenderme. Un día incluso pasamos pedaleando por una de las playas del Lago Pirihueico y estando en lo alto de las montañas casi siempre era posible admirar el Valle del Río Fuy, con el Volcán Mocho-Choshuenco de fondo, un paisaje realmente asombroso. Es así como día a día tuvimos la oportunidad de conocer una pequeña parte de este tremendo tesoro de la naturaleza patagónica.
La carrera
Al principio me costó entrar en ritmo de carrera, miraba para atrás y adelante e iba sola, no sabía cuánto más adelante, las típicas incertidumbres de carrera me invadían: “voy bien?”, “en esta muralla ritmo constante, no lleves el ritmo del que va al lado”, “no me vendría mal el empujón de una dupla en esta subida”, “abastecimiento, ya, rapidito un plátano, una sandía, dos vasos de coca y seguir camino”, “la bajada… al fin! Ya pero sin matarse, rápido pero sin volverse loca”, fueron algunas de las miles de cosas que pasaron por mi cabeza durante todas esas horas en las que estaba metida en la mitad de la selva patagónica, subiendo un murallón o bajando por esos maravillosos descensos llenos de grietas y raíces, gozando porque sabía que la rueda iba a afirmarse como fuera en ese maravilloso grip (el agarre que tienen los neumáticos con el suelo) sureño, bordeando un lago o un río, perdida entre las infinitas montañas.
Ya en el segundo y tercer día fui conociendo a algunos corredores, los veía todo el tiempo, iban siempre cerca, a un ritmo muy similar, compartiendo segundo a segundo cada segmento del camino, “sigue atrás de ellos, van a buen ritmo”, “aprieta aquí para llegar primero a la bajada”, “quedan solo 2 kilómetros, el último esfuerzo!”.
El mejor momento: llegar a la meta… No más esfuerzo, no más dolor; frenar, bajarse de la bicicleta, respirar profundo y sentir el relajo y la felicidad inundar mi cabeza… el momento más gratificante que puede existir! De la meta directo al punto de abastecimiento a enguatarme con esa tonelada de sandía helada y refrescante que recibíamos los corredores.
De vuelta partimos a la cabaña en bici, comentando con los amigos los tramos más duros y entretenidos del día. Llegué a la cabaña empolvadísima, sucia, transpirada , pero nada de esto me importaba porque fue una experiencia espectacular. Morìa de hambre! Cualquier menú iba a ser el más rico del planeta.
Y así día a día: desayuno, preparar la bici, calentamiento, partida, meta, almuerzo, lavar la bici, descanso, charla técnica, comer, dormir… el paraíso de los adictos al mountainbike! La rutina se repetía, pero las sensaciones iban cambiando… Las piernas estaban más cansadas en carrera, me dolía la espalda, el sillín de la bici era cada día más incómodo, el cuerpo pedía más comida, el sueño era más pesado en las noches y todas las mañanas me costaba más levantarme . Lo que se mantenía firme: la motivación y las ganas. Sabía que cada día que pasaba era un día menos de carrera y más en experiencias y vivencias inigualables. Un nuevo circuito todos los días, diferentes senderos, una subida más o menos empinada, un descenso diferente al anterior, un nuevo aprendizaje…
Fue una carrera con infinidad de sensaciones y sentimientos: la emoción y el ahogo de la partida; el polvo cubriendo el cuerpo; el golpe de los pedales en las piernas al tener que bajarme y caminar; las heridas en los brazos causadas por las ramas y zarzamoras en el camino; pasar de respirar un calor insoportable a sentir una brisa en la mitad de una cuesta; pasar de estar enterrado en un bosque de pinos a un claro en el que levanté la mirada y pude ver el volcán Choshuenco, el lago Pirihueico o alguno de los tantos ríos de la zona; esa gota de transpiración que cosquilleaba y caìa por la punta de la nariz; el sufrimiento en las subidas más difíciles, en los momentos en que ya dolían tanto las piernas que se me salían las lágrimas y ya quería llegar a la meta; adrenalina y éxtasis en las bajadas; alivio y felicidad en la meta; risas, copuchas, momentos con los amigos… y así podría seguir describiendo todas estas cosas que estoy recordando en este momento, que me suman experiencia, que me ayudan a conocerme y que siento que me han enriquecido como persona. Creo que además estos son varios de los motivos que impulsan a los otros 300 corredores, provenientes de todos los continentes a inscribirse, viajar a este lejano rincón en el Sur de Chile y disfrutar de esta increíble aventura.
El TAC fue un desafío netamente personal, un momento de reflexión, un momento para estar conmigo misma y que cumplió con mis expectativas con creces, sea cuál sea el resultado final en un papel (les cuento que quedé 3era! Pero mi alegría habría sido la misma al haber quedado última).
Agradezco infinitamente a Hi-Tec Chile, gracias a ellos tuve la oportunidad de participar en este desafío. Agradezco también a All Nutrition por proveerme con todos los suplementos necesarios para rendir y recuperarme de la mejor manera día a día, a mi entrenador Carlos Cardemil por ser mi guía e impulsar mi rendimiento todos los días, y a todos aquellos que me apoyaron y estuvieron conmigo para hacer de esta una entretenidísima carrera… Espero poder volver el 2018!
Y por último, le dejo un mensaje a todas las mujeres y a todos en realidad!… el que quiere, puede! Probar algo diferente puede abrirte un mundo nuevo; nuevos amigos, nuevas emociones, inolvidables momentos y entretenidos proyectos! El tiempo me ha hecho darme cuenta de que el entrenamiento sí es compatible con la vida profesional y familiar, que sí puedo hacer todas estas cosas sin dejar alguna de lado, la clave está en querer que sea posible y llegar a un equilibrio. Hay que ser curioso y realizar cosas que se escapan de nuestra rutina, porque es así como uno se da cuenta de qué nos gusta y qué no; es así como nos conocemos más como personas y disfrutamos más plenamente de la vida. Haciendo cosas distintas puede llevarte a conocer un mundo que nunca creíste que conocerías, y termina siendo una parte muy importante de tu vida. Esto es lo que yo siento con la bicicleta; agradezco de corazón a aquellos que me presentaron este increíble mundo: quienes me invitaron a pedalear por primera vez, quienes me ayudaron a elegir mi primera bicicleta, quienes me enseñaron, me ayudaron, me invitaron al cerro, me mostraron nuevos senderos, y quienes actualmente me ayudan y me acompañan en cada pedaleo.