Se realizó la tercera edición de la carrera Ultra Trail Torres del Paine. Tito Nazar quiso parti- cipar por segunda vez consecutiva, y nos cuenta su enriquecedora experiencia. Sin muchas expectativas, este avezado corredor inicia su aventura, para terminar en el séptimo lugar de la tabla de resultados de 50K; toda una hazaña, marcada por paisajes grandiosos, pe- queños detalles y recuerdos de infancia.
Texto: Tito Nazar
La verdad nos hace libres. Y elijo serlo: No esperaba cosas grandes de UTTP 2016. Ello porque en los comunicados por redes sociales comentan que no se hará por el famoso circuito de la “W”, y eso para mí daba varios puntos negativos al evento que tuve la oportunidad de hacer en el año anterior finiquitando mi primer ultra (carre- ra por sobre los 42K). Pero cuando haces tu primer ultra, dime si no le tomas cariño al evento que te hizo romper un límite prepa- rado por tanto tiempo… dime que no es así. La Patagonia es una sola y por más que varios intenten darle a otras carreras paisajes dignos del olimpo, no es pecado decir que las carreras del sur tienen ven- tajas favorables para dejarnos marcados con cuadros pintados por la naturaleza en forma inestimable.
Entonces, me dije a mí mismo: “Iré a correr, pero iré con las expectativas bajas, así no me desilusiono”. Ya conocía a NIGSA (quienes organizan la carrera) y resonaba que los chicos conocen como nadie la zona, que quizá un plan B de ellos podría dar una sorpresa inesperada.
El sábado fue PIM: Patagonian Internatio- nal Marathon, donde tuve la oportunidad de integrarme en el equipo de prensa y ver a los corredores emocionarse eufóricamente comenzando en la línea de partida con gla- ciares a sus espaldas para llegar a la meta con todo el macizo Paine en sus espaldas. Los trazos del UTTP eran similares al PIM en partes, pero a nosotros nos tocaría por senderos.
Quemando los Primeros Kilómetros
En la largada me viene una desesperación por correr, estaba casi con frenesí cuando el director de carrera comenzó con la cuen- ta regresiva. Tuve la fortuna de largar con el pelotón líder. Los primeros 18 kilómetros eran por pampa, por lo tanto, planos. Pero cuando digo planos, eran planos: íbamos corriendo a ritmos de 4:20 +/- K. No podía creer el tranco de los corredores de ade- lante. Elijo “quemarme” en el plano, para después terminar a puro corazón.
La suerte estaba echada. El track en gene- ral iría de este a oeste siempre teniendo la cordillera a la diestra. Es tan sobrecogedor recordar que corrimos por horas mirando rocas de granito, rocas volcánicas, nieves eternas, aguas puras, cóndores, liebres y tanto más.
Por fin, el sendero aparece abruptamente ante nosotros. Es un single track de mis favoritos: hechos por ovejas, por tanto, son muy angostos en algunas secciones y con pequeñas curvas que te van balanceando de un lado a otro, haciendo que tomes mucha velocidad al ser un camino parejo en su textura, pero con variantes de altimetría suaves. Son tan divertidos, creo que son los senderos naturales más disfrutables que he hecho (en general, los senderos de vaca a veces son un barrial, o si no, un barrial que se secó lleno de hoyos peligrosos para los tobillos). Fue agradable al espíritu poder llegar a esa parte donde las matas aparecieron, después los árboles también. Desde el lago Porteño sólo nos esperaría lo mejor e in crescendo en todos los ámbi- tos. La temperatura era agradable, fresca levemente, y el sol atravesaba la capa de nubes (que estuvieron toda la jornada, pero altas, entonces no entorpecieron las vistas panorámicas) de vez en cuando entregando segundos de calor.
Escapando del Enemigo
Hacia el río Serrano, lugar de la meta, la senda fue siempre rauda. Muchas veces pasadas de ovejas estrechas, la vegetación te puede pegar en la cara y por la velocidad debes ir muy atento a no darte un chico- tazo con ellas. Después había un poco de secciones más anchas y breves huellas de automóvil para de nuevo retomar huellas muy claras y otras no tanto, que se notaba la organización las había diseñado para conectar con otros senderos.
Cada vez que vi un río, quería mojar mis pies y quedarme un rato. Recordé a Manuel Acuña diciéndome lo beneficioso y reno- vador que es mojar las extremidades en el agua fría y la tentación me invadía en cada riachuelo. Pero, me vi siempre arrancando de un tipo que me pasó en el kilómetro 20 en el plano, después lo pasé yo y cada vez que me detenía a mirar atrás, lo podía ver desplazándose como relámpago, no mucho más tiempo del mío, por lo tanto, tuve una carrera que en un gran parte no me dediqué a otra cosa que imaginar que tal runner era un indígena rastreador nativo que quería atraparme y molerme a palos. Súper positiva mi motivación, eso lo sé, pero al menos a mí funcionó y mantuve mi posición hasta el final.
Un Escenario Grandioso
Es tan sublime correr cuando todo es tan verde, recuerdo ver notros con ese rojo úni- co y más maravilloso fue ver las recientes floraciones del amarillo puro de los calafa- tes, que casi pude saborear el sabor de mi infancia pescando con mi viejo en el verano en la isla Riesco, una bendición que sólo la latitud 50 puede entregar.
Es una carrera que se debe vivir, es estéti- camente fastuosa, además es muy rápida, es de esos circuitos que se puede correr mucho en la jornada, todo con un escenario de los mejores del mundo, porque desde la partida hasta la meta misma vas mirando diferentes caras del macizo Paine. Las torres con el cerro Almirante Nieto, con un glaciar majestuoso, después vas viendo mejor los cuernos del Paine mientras te vas torciendo más y más hacia el oeste para ver una mejor cara del Paine Grande. Mientras te internas en el bosque aparece después un brazo del lago del Toro, tan calmo que no había ni una gota de corrien- te, y en ella un par de caiquenes (gansos salvajes) nadando, delineando una estela de varios metros mientras progresaban. La paz de lo salvaje y poco visitado por el hom- bre sin una gota de viento. La meta estaba a eso de 30 kilómetros lineales al Paine Grande, tan cerca estábamos del Campo de Hielo Sur.
El nuevo circuito sí fue una sorpresa, con un escenario magnífico, el plan B superó al plan A. El asombro efectivamente fue una jugada de la organización y la lograron con creces; UTTP lo tiene todo: es bella, es ágil, es conmovedora. Un comentario aparte es el marcaje de la carrera: NIGSA marca sus tracks con tubos de PVC. En una punta le pusieron cinta reflectante para cuando se progresa de noche. Me parece un sistema interesante a considerar, porque las cintas típicas tienen muchos beneficios especialmente de tipo logística, pero se vuelan (acaso nunca hemos visto una cinta suelta por ahí), y hasta se las comen las vacas. Además el tubo se extrae, se lava y está listo para otra carrera, la cinta que sea reutilizable, es poco viable.