Por la entrada a Campos de Hielo Norte y el último de los ríos glaciares que desembocan en el Baker, el desconocido río y Lago Guillermo regala bosques encantados, desfiladeros y afluentes prístinos. Una aventura donde las tradiciones gauchas se mezclan con el trekking, la navegación y porteos en balsa.
Texto y fotos: Tomás Gárate
El Lago Guillermo y sus hielos flotantes, el premio después de una jornada maratónica de 30 kilómetros remontando el río y 3 días navegando. En el fondo a la izquierda, el silencioso Campo de Hielo Norte.
Las turbulentas aguas del Paso San Carlos, a últimas horas del atardecer
Patos Yecos, infaltables compañeros en nuestro flote por el Baker, y ejemplo de la increíble avifauna que vive en torno a los cuerpos de agua patagónicos. En total, contabilizamos mas de 15 especies.
El río regala postales simples y mágicas: reflejan el quehacer silencioso de los gauchos bakeranos.
Uno de los cuantos amaneceres que nos regaló el río Baker. A primeras horas de la mañana, una sutil línea de luz se fundía con la neblina ribereña.
La desembocadura del río Guillermo sirvió de campamento base y punto de encuentro con el gaucho Bernardo, quien nos acompañó hasta el inexplorado Lago Guillermo.