El aire de Torrencial Valdivia tenía una carga de certezas: uno, que sería un evento sólido en términos de organización, y en las esferas altas una carrera a la que muchos venían por un buen lugar en las posiciones. Nunca antes me fue tan evidente el aire de competencia; se veía en los corredores los gestos expeliendo su sed por dar un golpe magnánimo a sesiones de entrenamiento de dolor y sufrimiento culminándolas con un buen lugar en la carrera: todos los caminos llevan a Torrencial Valdivia.
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