Entre el lago Todos los Santos y el Rupanco está esta deseada cumbre, que con 2493 msnm, destaca entre el panorama de los volcanes del sur. Rodeado de un denso bosque que siempre cobra en cansancio a quienes se quieren aproximar a sus faldas, este volcán es una de las cumbres más interesantes y visibles de Chile. Aquí relatamos un jugado ascenso, sin campamentos, del auto al auto.
Texto y Fotos: Gonzalo Vilches
Al ver el volcán Puntiagudo, por primera vez, no podemos evitar sentir mariposas en el estómago. Nos llenamos de muchas emociones encontradas, querer escalarlo, miedo, deseo y sobre todo de teorías de por dónde ascenderlo. Podríamos decir que esta montaña siembra un bichito en nuestro interior. Luego comenzamos a recabar información al respecto; con el Puntiagudo esta búsqueda es diferente, ya que comienza uno a escuchar un montón de historias: “No, no se puede subir”, “¡Es demasiado técnico!”, “Es fácil”, “Es difícil”, “Es peligroso”, “No se pueden poner seguros ni reuniones”, “Como es muy bajo, no se alcanza a congelar para escalar el hielo”, “Un buen amigo montañista lo intentó, pero es imposible”, “¡Tiene un bosque impenetrable!”, y tantas otras. Lo peor, es que todas estas conclusiones son ciertas. Sin embargo en las primeras semanas de septiembre, tuve la fortuna de encontrarlo en condiciones increíbles. Con todos los comentarios al respecto de esta montaña, ya había perdido todo el interés en visitarl. Además con el viaje, el gasto de bencina y la gran posibilidad de fracasar, me tenían plenamente convencido de evitarle al máximo, es decir, el bichito del Puntiagudo del cual les había comentado estaba durmiendo en una profunda letargia; solo despertaba cuando alguien mencionaba el nombre del cerro, cuando volvía a sentir mariposas. La primera vez que le vi sería por el año 2000, cuando viajaba a tratar de ascender el volcán Osorno. Desde ese tiempo, hasta ahora, muchos amigos, buenos montañistas, fueron y fracasaron; solo unos pocos triunfaron, pero no sin haber pasado penurias y haber ido a lo menos un par de veces.
Acercamiento Nocturno
Este año 2014 no tenia ninguna intención seria de ascenderlo, por el contrario estaba completamente enfocado en disfrutar la temporada de esquí y entrenando escalada en Galpón Chucao, Pucón. Un buen amigo lo mencionó: “Vamos al Puntiagudo Gonzalo, demás que la hacemos”. Por dentro yo pensaba “Aquí vamos otra vez, si no ha hecho nada de frio, este tipo está loco”. Pero lo que sucedió es que, poco a poco, comenzó el bichito a despertar de su profundo sueño. De esta manera se comenzaba a materializar el cerro en mi mente, tal como es bichito que ya iba tomando personalidad. La mujer de mi amigo, con 8 meses y medio de embarazo, le hizo recapacitar -de buena manera- que no era conveniente salir en tan importante fecha, de modo que el bichito nuevamente se ponía a dormir. Revisando las condiciones climáticas era imposible no tentarse, ¡vamos no más! Con mi buen amigo Gianni y Pablo, de una manera u otra, nos organizamos en tiempo record. Sin saber cómo, ya estábamos en la camioneta, próximos al desembarco al Puntiagudo. Nunca pensé que sería tan largo el bosque, ni tan denso. No, no vimos ni un ápice de la montaña durante la aproximación en auto, incluso en el cruce Los Tambores, las nubes celaron sin problema cualquier posibilidad de avistamiento de nuestro objetivo. Finalmente llegamos al Puntiagudo Lodge y, para suerte nuestra, nos cruzamos con dos amigos, Leo y Vicente, que venían bajando del cerro con muchas novedades del Puntiagudo. Nos sorprendimos al ver sus rostros extenuados, que nos demuestran un desgaste no menor; además ellos son fuertes. Ellos habían apostado por hacer un campamento y subir con esquís; nos dan valiosa información de la ruta, ¡qué suerte!
El baile del bichito
Decidimos realizar el asedio sin carpa, sin saco de dormir, así no más, a la alpina, “car to car”. Comenzamos el sendero muy optimistas, a las 00:15, con esquís en la mochila. De pronto, algo perdidos, nos damos cuenta que adelante hay una casa. Debía ser la casa de don Tito, ¡qué alegría, vamos bien! De hecho Don Tito nos sale a recibir muy alegre y “emparafinado”, y nos cobra por el acceso. Siempre optimistas desvariando de un sendero a otro, a las 06:30, llegamos por fin a la línea de nieve: está dura y no nos permite usar nuestros esquís con pieles, de manera que debemos continuar con ellos en la espalda. Finalmente, luego de un menospreciado acercamiento de 8 horas, por fin quedamos cara a cara con la montaña. Es en este momento donde el bichito rebosante de alegría, saltando y solo con ganas de escalar, se separa nuevamente de mi sentido común que me dice claramente, que esas coliflores estilo cerro Torre, de más de 50 metros cada una, son inescalables y no va a funcionar. Pero el bichito del Puntiagudo, plenamente desarrollado, ya en una etapa adulta, logra sobreponerse a la lógica y el ascenso continúa. En medio de lo que sería el primer largo, Pablo hace algún comentario, algo extraño, al que no le prestamos mucha atención. Pero luego nos dice, directamente, que nunca ha escalado en hielo, pero que va a “aperrar”. Lo normal aquí habría sido bajar todos, pero el estado de madurez de mi bichito me indica que no es relevante y que hay que puro darle no mas.
Caprichos de la Naturaleza
La temperatura sube como loco, la escarcha opaca o coliflores de hielo comienzan a ceder y colapsar lentamente; el hielo se transforma en nieve y todos sabemos lo que estos pormenores conllevan, ¡pero le dimos no más! Cada largo se dejo escalar sin problema, nos turnamos con Gianni la cabeza de la cuerda. El segundo largo quizás fue el más hermoso y vertical: nos presentó una pequeña sección de coliflores las cuales incomodaban y había que hacer algo de equilibrio, incluso un cambio de mano con los piolets. Las coliflores estaban algo duras pero no congeladas, suficiente para pasar y no más. Los largos siguientes tampoco presentaron problemas para escalarlos, salvo la protección, así que había que hacer lo que más nos gusta, ¡solo escalar! Seguía otro hermoso largo, una travesía en la cual la parte media resultaba algo aérea y se escalaba por sobre una coliflor, en forma de tubo abierto, que daba al vacío. Que increíble pueden resultar los caprichos de la naturaleza; estos pueden lograr esculpir formas desafiantes de la ley de gravedad y además nos ofrecen belleza sin par.
Jugar con Fuego
Tuvimos unas increíbles condiciones en la montaña y nada de viento, vimos el monte Tronador, el cerro Pantojo, el Puntiagudito, el volcán Osorno, el volcán Casablanca y el Puyehue; también vimos el volcán Mocho-Choshuenco. ¡Qué espectáculo y qué belleza! Además, hay que decirlo, estas montañas están insertas en un escenario tan verde y vivo que asusta. El descenso fue sin problemas, eso hasta el segundo largo, cuando el calor reinante era tal que una de las majestuosas coliflores se cansaría de su eterna lucha contra la gravedad, y cayó directamente sobre la cabeza de Gianni y la rodilla de Pablo. Fueron momentos de tensión, pero la fortuna continuaba de nuestro lado ya que no fue suficientemente grande para imposibilitarles el descenso. Así es, se puede jugar con fuego, pero hay que saber que nos podemos quemar. Una vez debajo de las características coliflores de la montaña, nos calzamos los esquís, por fin, y disfrutamos de una increíble nieve primavera que se dejó esquiar hasta el final. Alguien podría decir que fue la guinda de la torta, pero no, la guinda de la torta fue un helicóptero que nos sobrevoló toda la esquiada y, en el momento final de esta, se posó cerca nuestro. Su tripulación bajó para felicitarnos por la cumbre y el descenso en esquí; nunca me había pasado algo así. Conversamos brevemente, no nos quisieron bajar las mochilas y se fueron. Pasado este momento surrealista, nos dimos cuenta que el bosque comenzaba y había que bajar. El retorno no sería sería breve, pero la sonrisa en la cara aun no me la puedo borrar.
La Huella del Puntiagudo
La selva del Puntiagudo es el primer obstáculo que tuvimos que enfrentar; en nuestro caso tomamos la ruta que sale desde el estacionamiento del Puntiagudo Lodge, pero una alternativa más clara (y más barata, porque Don Tito cobra $3.000 contra los $2.000 que pide Paulino y su hija) es seguir el sendero de “La Huella del Puntiagudo”, que fue creado por el Centro para la Protección Ambiental del Lago Rupanco(cparupanco.cl). La ruta tiene una extensión de 8 km. es una buena alternativa para quienes visitan la zona y no se la juegan por este comprometido ascenso, ya que se tiene una magnífica vista de los lagos y los volcanes vecinos. Sobre el Mito Sin duda que hay que aclarar que el Puntiagudo es una montaña con peligros objetivos muy presentes y que una buena alternativa de escalada es comenzar a escalar apenas hay luz (crepúsculo náutico matutino) ya que cuando sale el sol y sobretodo pasado mediodía hay caída de material. Es importante señalar que en verano la roca es descompuesta y no vale la pena el riesgo.
Qué llevamos
- • Dos mosquetones con seguro
- • Cinco cintas alargables (con mosquetones sin seguro)
- • Dos cordines de 1,5 metros de 6mm-Un cordín de 6mm-
- • 3 Estacas • 2 tornillos de hielo largos •
- 2 Piolet de Tracción, Casco y Crampones
Agradezco a Tatoo Adventure Gear, por todo el apoyo incondicional en mis aventuras
Sobre el Mito
Sin duda que hay que aclarar que el Puntiagudo es una montaña con peligros objetivos muy presentes y que una buena alternativa de escalada es comenzar a escalar apenas hay luz (crepúsculo
náutico matutino) ya que cuando sale el sol y sobretodo pasado mediodía hay caída de material. Es importante señalar que en verano la roca es descompuesta y no vale la pena el riesgo.