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Me enamoré de un deportista

Rossina Gajardo, profesora de Lenguaje, lleva seis años casada con Carlos Aguilera, destacado deportista de carreras de aventura. Sabe que estar comprometida con él significa ayudarlo en cada una de sus decisiones. “Hoy es el cumpleaños de Carlitos, nuestro hijo menor, que cumple un año”, cuenta Rossina con tono algo resignado, porque su marido acaba de salir a un compromiso deportivo.

“Nos hemos tenido que organizar porque a veces él llega del trabajo y se va a entrenar, entonces es super fome, porque ésa es la hora peak en la casa. Hoy le cantamos el cumpleaños feliz a Carlitos rápido, comimos un pedazo de pie de limón con un jugo y luego él se puso a subir cosas al auto para su carrera”. Rossina le da comer a su guagua, Violeta, luego llega Carlos y se encarga del resto. Reparte besos y abrazos y solo sale a nadar a la piscina después de dejarlos a todos en la cama, mamá incluida.

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“La verdad es que no hay situación en la que yo no trance. Carlos me dice que si no hiciera deporte sería como cortarle los dedos o los brazos. Es como su vía de escape”, añade Rossina. ¿Algo que no pase? “El tema de las comidas es una lata, él se tiene que adaptar a la familia, porque ahí no le aguanto. ¡Si quieres algo especial, tienes que hacerlo tú! Al final termina comiendo normal igual que nosotros”, explica ríendose.
Rossina se considera “antideporte”; en sus últimos años de colegio se eximió de Educación Física, porque no le gustaba. Carlos la ha reencantado: “Ahora sé que existe el MEDS, tú ahora me hablas de Gore Tex, y sé que los botines de nieve vienen con eso. Él me ha enseñado bastante”, afirma. Cuando se conocieron, Carlos estaba iniciándose en las carreras de aventura. “Antes igual lo acompañaba, pero hoy la verdad es que cada vez menos. ¡Qué mala! Yo le preparaba la comida o me preocupaba de que la ropa estuviera lista, pero la verdad es que él ha tenido que hacerse cargo, porque entiende que yo estoy cuidando a los niños. Mi forma de apoyarlo se basa en compartir el entusiasmo que él vive en cada carrera”. En un triatlón o un partido de fútbol la competencia es acotada: terminas y te premian. “En cambio las carreras de aventura “cortas” duran 12 horas. Mis amigas se ríen y me dicen “¡seguro que está compitiendo!”

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Como familia, los Aguilera-Gajardo asumieron que las competencias son “Las competencias”, y que para Carlos es algo muy importante. “Lo mejor de estar casada con un deportista ¡Es decir que tu marido es deportista!”, comenta con mucha risa Rossina. “Te da otro status, no a nivel económico, ni social, sino como un status de gente buena, saludable”. Para Rossina, estar con Carlos significa ser parte de un estilo de vida. “Tú dices mi marido es deportista, como que te marca y te define. Él saca una fuerza de voluntad enorme para levantarse cada sábado o domingo a pesar del cansancio, mal clima, o una leve lesión. Realmente es un ejemplo de motivación y perseverancia para mí y nuestros hijos.