Comencé a sacar fotografías el día que me atreví por primera vez a salir de la comodidad de mi casa y empecé a subir montañas, harán ya unos 10 años. De pronto y sin darme cuenta, me vi rodeada de paisajes hermosos, plantas de formas extrañas, animales que nunca antes había visto y colores de atardeceres espectaculares que te dejan sin aliento.
Al comienzo me costó comprender, porque no me había dado cuenta antes de la belleza natural de nuestro país. Pero después me di cuenta que son muy pocos los que realmente la conocen. Ese día me dije a mi misma que aprendería a tomar buenas fotografías, fotos que pudieran mostrar la esencia de nuestra naturaleza y, al mismo tiempo, la capacidad del hombre para llegar a cualquier lugar donde se lo propone, cualquier rincón salvaje y cualquier cumbre bonita, por más desconocida que sea.
Mis fotos representan esa felicidad que me llena el pecho cuando logro un nuevo desafío: la imagen que muestro es el premio que recibo después del esfuerzo de haber llegado ahí con mis propios pies. Un atardecer entre montañas de granito, o la vastedad de los desiertos de hielo; a ver aquellas cordilleras desconocidas que pasan la mayor parte del año entre las nubes o esos bosques que explotan de vida en el medio del desierto.
Cada una de mis fotos muestra un lugar al que todos podemos llegar. Lugares que se encuentran en este mismo mundo en el que vivimos y la mayoría de ellos, mucho más cerca de lo que jamás habríamos imaginado.