“Surfear y vivir para Dios es una aventura en la que hay experiencias nuevas cada día. Esa experiencia involucra el cuerpo, el alma, y el espíritu, que nos conecta aún más con Dios”. Esta frase refleja a la familia Anderson, y se encuentra plasmada en “La biblia del surfista”, el nuevo testamento enfocado a los amantes de las olas y la fe.
Por Camila Avendaño
Los Anderson son una familia característica, un clan de 7 personas liderado por Mitch y Juliette Anderson, ambos californianos, amantes del surf y la natación.
“Todas las familias son únicas. Solo algunos tienen cosas que te llaman la atención porque son un poco diferentes. Nosotros creemos en Dios (Padre, el Hijo y el Espíritu Santo). Además en nuestra familia saben nadar bien y surfear bien”, comenta Juliette.
A través de JUCUM (Juventud con una Misión), una organización misionera evangélica, llegaron a Chile en el año 1988, junto a su primer hijo Nathan. Estuvieron de paso dos años, y luego en el ‘94 decidieron volver a Pichilemu, pero esta vez se quedaron a vivir.
.
Desde ese momento su propósito fue crear “Pura Vida”, un centro integral que ayuda a los jóvenes a tener oportunidades en el deporte, donde imparten clases de natación, surf y enseñan la palabra de Jesucristo.
El día a día de esta familia está lleno de actividades, constantemente tienen visitas en su casa, ya que ellos hacen “Homeschool” (colegio en casa), donde Juliette es la encargada de enseñar. Así, cada uno de sus hijos se ha convertido en su alumno, lo que les deja tiempo también para surfear.
“Mis tres primeros hijos (Nathan, Jessica, Janelle), terminaron sus estudios secundarios en el colegio, ahora estoy con Michaela y Katrina”, cuenta la madre del clan.
.
.
Katrina, la menor de los hermanos Anderson, tiene síndrome de Down, y su relación con el mar es cada vez más cercana. Instruida por sus hermanos y padres, es capaz de pararse en la tabla y demostrar la afinidad que tiene su familia con las olas. “Ella es realmente un pez. ¡Ama el agua! Le encanta nadar, jugar en la piscina y en el mar. En general para todos mis hijos nadar es como caminar, es muy natural en ellos. Nuestra casa es diferente porque cuando es tiempo para surfear, la mamá deja la limpieza de la casa para otro horario”, dice Juliette.
La vida de los Anderson no ha cambiado mucho: por más de 17 años han permanecido en Pichilemu, lugar que ya consideran su casa. Las enseñanzas familiares han quedado plasmadas en cada uno de sus hijos, que son muy reconocidos en el surf: Nathan fue campeón juvenil, Jessica y Janelle se han mantenido por años en los primeros lugares del ranking nacional, mientras que Michaela y Katrina les siguen sus pasos, disfrutando el día a día con el mar.