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Esquí de montaña en los Andes Centrales

Desde hace ya algunos años, junto a otros compañeros de aventuras, hemos practicado el esquí de montaña, modalidad que combina el esquí con el andinismo y que consiste en el ascenso y descenso de montañas con la única ayuda de los esquís. Ello permite alejarse de los poblados centros de esquí y también, a los amantes de la montaña, continuar avanzando cuando está cubierta de nieve o cuando queda bastante poca.

Texto y fotos: Héctor Hormazabal

Diciembre 2015 – Cuerno Seco, 4020 msnm.

En Diciembre del 2015 junto a Andrea Torres, Arnau Sardà y Mauro Ayala, nos preguntamos qué destino nos permitiría esquiar la última línea del año. Es así como optamos por el cerro Cuerno Seco, 4020 msnm, ubicado en el sector alto del cajón del río Yeso, el cual por su ubicación, a esa fecha, aún debería conservar nieve para intentar un ascenso en randonee y un posterior descenso en esquí.
Partimos el sábado 12 en la tarde y montamos nuestro campamento en Baños del Plomo.
A las 8 a. m. del día siguiente, en vez de tomar el clásico sendero, remontamos un nevero de 35 grados que tuvimos que sortear con crampones debido a lo duro de la nieve. Luego, la pendiente bajó y nos calzamos las pieles y los esquís para así llegar en poco más de una hora a la Laguna de Los Patos. Descansamos unos minutos y luego continuamos.

Seguimos avanzando en dirección norte, atravesando dos filos que bajaban de la parte alta del macizo y ganando altura paulatinamente hasta quedar enfrentado a la cara este de la montaña, la cual remata en una aguzada formación rocosa.
Hasta ese punto veníamos randoneando por una nieve primavera de muy buena consistencia. Enfilamos directamente hacia esa cara ganando en inclinación a medida que avanzábamos, siempre en dirección a la punta rocosa.

Un paisaje espectacular

En un punto la inclinación fue tal que debimos sacarnos los esquís, ponerlos en la mochila y seguir avanzando por medio de nuestros crampones y piolets, hasta donde la ruta se convertía en una canaleta franqueada por dos filos que bajaban desde lo alto.
A estas alturas, la nieve, para sorpresa nuestra, se encontraba bastante blanda, lo cual nos hizo exigirnos mucho en términos físicos.
Una vez que llegamos arriba, el paisaje fue espectacular. Hacia el Norte, todo el cajón del Bello en su plenitud, hacia el Sur, el imponente Marmolejo con sus glaciares, hacia el Oeste El Aparejo. Aún nos faltaba conectar ese punto con la verdadera cumbre, ya que la punta no es más que una estribación rocosa que se encuentra separada por un pequeño portezuelo de la real cumbre.
Así fue como remontamos el último filo rocoso, que dicho sea de paso, está compuesto de solo yeso, lo cual nos hizo extremar las precauciones del avance ya que se desarma. Después de algunos leves trepes llegamos a una diminuta cumbre la cual, debido a su ínfimo tamaño, nos hizo muy difícil sacarnos una foto. Todos felices, risas, festejos, pero aún venía lo mejor: el descenso. Rápidamente nos bajamos de la cumbre, comimos algo, pieles fuera, chequeo de arva y a bajar. Con mucho cuidado comenzamos el descenso a través de la canaleta ya que era bastante inclinada en la parte superior.


Respirar, un pequeño derrape, avanzar un poco, otro derrape, avanzar, respirar profundo, y en menos de un milisegundo, el primer giro, y otro, y otro, y otro y así hasta abajo. La nieve era un deleite, muy consistente, no era polvo, tampoco era dura, pero en esa fecha y en esas condiciones, un total agrado. Así fue como comenzamos el descenso, primero yo, después Andrea, luego Mauro y por último Arnau. Como la ladera era inclinada solo parábamos en aquellos lugares seguros, nos reagrupábamos, y continuábamos. Algunos saltos, otras piruetas, muchas risas y así hasta abajo. De la cumbre al auto fueron dos horas, ya que incluso esquíamos hasta el primer angosto e inclinado nevero por el cual iniciamos la marcha. Literalmente esquiamos hasta no dar más.

Agosto 2016 – Punta Escondida, 2990 msnm

Corría el mes de agosto, y tras varias salidas hacia el sector del Valle de la Engorda, Termas Colina, etc. siempre nos había llamado la atención un canalón que se descuelga de un cerro a la vuelta del sector del Cabrerío, del cual no existe información clara, ni nombre, ni altura. Algunos le dicen Morro Negro, otros simplemente Morro, hasta que vi una carta IGM en la cual lo denominaban Punta Escondida. Es así como junto a Arnau Sardá decidimos partir el sábado 20 de agosto a las 5 a.m. en dirección a Baños Morales y posteriormente al sector del Cabrerío. Estaba tan helado que esperamos dentro en el auto por cerca de una hora. Incluso había nevado un poco la noche anterior.
A las 7:30 salimos a equiparnos y media hora después estábamos en marcha. Comenzamos nuestro randoneo en dirección al Valle de La Engorda, hasta quedar frente al canalón antes mencionado y nos dirigimos directamente a él, hasta llegar a su base. En un inicio realizamos grandes zigzags en la parte baja de la canaleta hasta llegado un punto en el cual la pendiente nos obligó a sacarnos los esquís y seguir avanzando con piolets y crampones. La consistencia de la nieve era bastante dura.
Así seguimos progresando en una pendiente promedio de 45°, una que otra sección de mayor inclinación, pero nada complejo, entre tramos de nieve blanda y nieve dura, hasta que en aproximadamente 2 horas con 30 minutos llegamos arriba, a la luz. El sol nos irradió por completo y se abrían grandes vistas ante nosotros. Hacia el Norte, todo el Cajón del Mesoncito y el Estero Marmolejo, hacia el Este, el gran Volcán San José y hacia el Sur el Sector de Baños Colina, Cajón del Carreño entre otros. Todo cubierto de mucha nieve.

En la cumbre

Seguimos avanzando por un filo ancho y fácil, y en 20 minutos llegamos a la cumbre. La vista, hermosa, y el clima acompañaba, así que nos quedamos harto rato ahí comiendo galletas con membrillo, bebiendo té y hablando de lo humano y lo divino. Hasta que decidimos bajar. Guardamos todo, sacamos las pieles nos fijamos los esquís, chequeo de arva y comenzamos.
La primera parte en el filo, era muy horizontal con una leve pendiente, todo tranquilo, sin embargo, cuando comenzó la canaleta, las cosas se nos complicaron un poco. La nieve se puso muy dura y daba la impresión de que todo el manto estaba muy endurecido.
Así es como comenzamos una sucesión de derrapes, a la derecha, a la izquierda, giro con cuidado, derrape, y así, toda la parte alta del canalón, debido a que la inclinación era bastante y la superficie no permitía un giro exento de riesgos. Luego de una hora de derrapes y giros poco agraciados llegamos a la base, al fin, habíamos salido de la canaleta, ya solo restaba llegar al auto. Ese tramo fue tranquilo, muy suave, nos encontramos con algunos trekkeros, un par de vueltas, hasta que llegamos al camino y la nieve se acabó. Habíamos bajado la famosa canaleta.