Es uno de los mejores surfistas de nuestro país y se encuentra en el top ten del circuito Mundial de las olas más grandes del planeta.
Texto: Teresa Arnaboldi
34 años/surfista/Pichilemu
¿Cuando surgió tu interés por correr olas gigantes?
Cuando tenía 18 años fui a Isla de Pascua y vi por primera vez olas gigantes. Las olas tenían seis metros de alto y ahí sentí la fuerza del mar. Luego, en Punta de Lobos, acompañé a mi amigo Ramón Navarro a la sección de atrás de los morros, algo que no había hecho porque yo prefería las olas más pequeñas. Desde entonces me gusta deslizarme por las olas grandes.
¿Has corrido fuera de Chile?
Fui a Waimea, Hawaii cuando tenía 20 años, y me traje mi primera tabla de 8,6 pies. Con esa tabla surfeé mis primeras olas gigantes.
¿Cuándo competiste por primera vez en olas grandes?
En el 2009 en el Ceremonial de Punta de Lobos. Ese fui mi primer campeonato de ola grande, pero me lesioné. Traté de agarrar una ola que no me llevó. Entró una serie y el labio de la ola me golpeó tan fuerte que la rodilla se me fue para el lado. Me esguincé los ligamentos, me rompí los meniscos y estuve seis meses fuera. Ahí me enfoqué con todo para competir el año siguiente. Esa competencia era una de las buenas oportunidades para darme a conocer.
¿Cómo fue tu reintegro después de esa lesión ?
El 2010 me reintegré al circuito y salí primero en el Ceremonial. Le gané a los mejores surfistas del mundo en mi casa. Ese mismo año me invitaron a algunos eventos fuera de Chile que no se realizaron. Aún así no me sentía listo para competir.
¿Cuándo diste el salto en tu carrera deportiva?
En el Ceremonial del 2013 salí quinto. El del 2015 lo hicieron parte del Big Wave Tour, un circuito con más nivel y rendimiento, ahí salí segundo y la WSL compró el campeonato mundial por lo que subió de categoría. Ese fue mi trampolín para entrar a las grandes ligas.
Con ese resultado en el Ceremonial gané puntos para quedar entre los 10 primeros del mundo y quedé 9. Era el único latino junto al peruano Gabriel Villagrán. Fui luego a competir a Puerto Escondido en México, Jaws en Hawaii y Nazaré en Portugal. Con esos tres campeonatos quedé décimo y volví a entrar al circuito mundial. Logré buenos resultados.
¿Cómo te preparaste para surfear las olas grandes?
Era un gran desafío porque nunca había corrido en estas olas. Tuve que realizar preparación con coaching mental, con psicólogo deportivo, que fue clave para llegar a la altura de los otros competidores que tenían trayectoria en esas olas. Las técnicas de visualización consisten en “practicar” en sesiones de olas grandes sin estar metido. Es como una meditación. La idea es verte surfeando esa ola, domando un monstruo.
Los lugares son súper intimidantes con acantilados, piedras y difícil acceso. Necesitas de un equipo grande que te apoye para surfear en estos lugares cuando no hay campeonato.
¿Qué equipamiento necesitas?
Necesitas un chaleco de impacto con aire comprimido, tablas especiales para cada tipo de ola y leash nuevos. No se te puede cortar el leash, además debes hacer la logística con los rescatistas. Y debes tener un plan de contingencia por si ocurre un accidente.
¿Qué te impulsa a correr olas grandes?
En las olas grande es otro feeling que correr olas chicas, tiene mucha más adrenalina. La ola grande trae mucha energía ya que se generó en alguna tormenta muy grande y tu estás ahí esperándola a puro remo. Es una sensación que te llena el alma. Te sientes demasiado bien. Te haces adicto, mientras más grande, mayor es la sensación. Afloran las emociones. Hay un poco de locura, pero también tienes que trabajar con tu equipo de seguridad, si no, sería un suicidio. Es una locura controlada porque tienes que cuidarte. Si estás vuelto loco te vas a lesionar. Estas arriesgándote en olas grande y tienes que hacerlo lo más profesional posible y empujar tus límites.
¿Te han ocurrido accidentes?
Una vez en un campeonato en El Gringo en Arica me pegué en la cabeza y quedé inconsciente como tres segundos. Lo más difícil y peligroso es el labio de la ola. Es importante saber caerse y protegerse las articulaciones y los hombros.
¿Es importante dominar el apnea?
He hecho hartos cursos de apnea. El tema de la respiración es súper importante porque oxigenas tu cuerpo antes de tomar una ola y así tienes una reserva de oxígeno. Eso te ayuda para concentrarte y a enfocarte en el lugar preciso para tomar la ola. Tienes que estar respirando profundo y conectado con tu cuerpo. Si te oxigenas vas a
aguantar más tiempo debajo del agua. También entreno apnea en movimiento que se parece a las caídas del surf. Cuando empiezan las contracciones significa que estás llegando al límite. Eso es lo peligroso porque es fácil que te venga un blackout.
¿Cuánto tiempo puedes pasar bajo la ola?
Estás en el revolcón unos 30 o 40 segundos. Tienes que estar firme en posición fetal para no lesionarte los hombros o las rodillas. Y luego relajarte y nadar. Tienes que bracear. El chaleco ayuda mucho porque viene con un cartucho de CO2 que se infla al tirar un cordel, lo mismo que tienen los de los aviones. Antes, cuando no existían, si te revolcaba una ola y una corriente te agarraba y venía la segunda ola, te ahogabas porque se duplicaba el tiempo bajo el agua.
¿Cómo ves el interés por las olas grandes en Chile?
Hoy se ven muchos surfistas que corren estas olas. La gente se ha motivado al ver lo que ha hecho Ramón Navarro y también conoce mi desempeño en el tour mundial. Los más jóvenes están viendo que en un futuro se pueden dedicar a esto.