Este jueves 18 de octubre a las 17:30 horas en el Aula Magna del Campus Bellavista de la Universidad San Sebastián la ultramaratonista Diane Van Deren relatará los pormenores de su vida en el deporte, su lucha constante con los recuerdos, y el gran desafío que implica un nuevo día, en el marco del The North Face Speaker Series. El año pasado en Outdoors tuvimos la oportunidad de estar con Diane, y aquí reproducimos la entrevista que nos dio, anticipando lo que será el Endurance Challenge de este fin de semana.
La primera vez que la ultracorredora Diane Van Deren estuvo en Sudamérica fue en 2010, cuando tuvo la oportunidad de ascender el Aconcagua. En esa ocasión no venía a competir en una carrera, sino que estaba colaborando con doctores de la Clínica Mayo, en un equipo médico liderado por el doctor Bruce Johnson, que ya la había puesto a prueba por tres días en un laboratorio, para chequear sus respuestas fisiológicas basales. “Fue una experiencia interesante. Nunca había usado un monitor cardiaco, nunca había corrido sobre un rodillo, nunca había estado tan al tanto de mi cuerpo. ¡Yo no corro sobre un rodillo!”, comenta Diane.
A sus 51 años, esta deportista nativa de Littleton, Colorado, había evitado chequear datos que los runners típicamente estudian, como el ritmo máximo de su corazón que, según el doctor Johnson, se sostiene a un 97% de su peak por largos períodos. ¿Más evidencia? La superficie de los pulmones de Diane es una vez y media más grande que la de una persona promedio. “Yo solo sé cuándo estoy trabajando duro y sé cómo se siente. Fue la primera que alguien pudo conocer, segundo a segundo, lo me estaba sucediendo. Tenía cables todo el tiempo en todos lados, informándome de mi saturación de oxígeno y la actividad muscular de mi tronco”, cuenta la corredora.
Antes de venir a la Ultramaratón de Los Andes, a fines de Julio, había participado en la Canadian Death Race, evento de The North Face corrido sobre una distancia 125 km. Este desafío, donde Diane logró un puesto 14 en su categoría, va vestido con una temática de la muerte (los competidores cruzan del río Styx, previo pago de moneda a un personaje caracterizado de Caronte) y se realiza en Grande Cache, Alberta. Hay 3 cumbres de más de 4.000 msnm en la carrera, y dos de sus 5 etapas pueden considerarse matadoras, con desniveles de 1.520 metros.
Lo que cuida Diane
“Cuando estoy en la montaña, puedo estar con viento o con nieve. Me encanta bajar porque tengo piernas largas”, cuenta con emoción Diane, que confiesa que cuando comenzó a correr, después de su cirugía cerebral en 1997, lo que más quería era compartir su ejemplo: “Lo que me motivaba a ganar carreras o tener buenos resultados, era que esto me daba un podio para hablar de mi experiencia, de modo muy similar como sucedió con Lance Armstrong y el cáncer que superó”. Para Van Deren, sus espigadas piernas son la herramienta con que dirige su trabajo deportivo y social: “Lo que yo hago es captar recursos para el Children’s Hospital of Colorado, y así es como educo sobre el daño cerebral y los ataques cerebrales”, explica la atleta, que en Chile realizó charlas en las tiendas de The North Face de Isidora Goyenechea y de Mall Marina Arauco de Viña del Mar.
Uno puede imaginar que una atleta de su talla vive llena de suplementos o comida de astronautas, pero Diane no opera así. “Tengo una nutrición bien equilibrada y como hartas frutas, aunque definitivamente me alimento con más carbohidratos el día antes de la carrera”, reconoce Diane. Para sus prácticas, el cuento es diferente, y definitivamente más curioso. “Cuando entreno llevo agua y gel, una Clif Bar (barrita orgánica), algunas nueces y M&M. ¡También me encantan las galletitas de animales!” dice, entre risas. El cuadro de esta norteamericana cargando su daypack con pelotitas de colores, elefantes, serpientes y tucanes dulces lleva a pensar en su lado maternal. Ninguno de sus hijos con Scott Van Deren, su marido –que la acompaña siempre a las carreras- siguió carrera deportiva, pero eso no le preocupa demasiado. “Mis 3 niños son maravillosos, son muy trabajadores y bien enfocados, equilibrados. Hacen deportes, estudian, tienen autoconfianza y viajan”, cuenta orgullosamente.