Y acá estamos. Nuevamente elevando un poco los pies de la tierra. Esta vez no a través del vuelo de parapente: ahora estoy en un gimnasio lleno de un sinfín de muros y formas de colores, con pequeñas “rocas” que me podrían hacer llegar más alto.
Magdalena Santa María.
Sube, avanza y lógralo
¿Cuál es la finalidad? Intentarlo, divertirme, y seguir corroborando que voy perdiendo el miedo a las alturas, ¿La segunda finalidad? La permanente búsqueda de algo diferente.
No recuerdo bien el nombre del instructor, creo que nunca me lo dijo y solo se presentó con algún tipo de seudónimo; parecía bastante experimentado en el tema y yo solo confié. (¡Siempre es mejor confiar!).
Vamos preparándonos, colocando el arnés y eligiendo el camino a seguir. No sé si me agradó tanto tener que elegir la ruta; era la primera vez que me decían que debía elegir un mismo color (un solo camino, una sola opción) para lograrlo. En ese momento me sentí Dorothy del Mago de Oz, siguiendo su camino amarillo. En mi caso preferiría que fuera morado, mi color favorito.
Por ser la primera vez, se me permitió tomar colores de varios caminos con tal de subir. Eso me hizo pensar que el deporte exige ser bastante disciplinado, paciente, analítico y que muchas veces debes pensar bien cómo y por dónde ir para conseguir lo que deseas.
Comencé a subir, mientras veía a todos esos tipos secos, verdaderas arañitas, casi burlándose de la altura y desafiándola en cada momento. Yo sentí que quería ser una más; claramente el no tener la técnica y experiencia no me ayudó del todo, pero de que las ganas estaban, ¡estaban!
Mientras subía, los brazos comenzaron a dolerme de una manera que consideraba extrema, pero quería lograrlo. Miré hacia abajo y me di cuenta que la altura ya no me provocaba miedo, me provocaba una especie de adrenalina y quería subir más y más; además les confieso que siempre quise bajar por esa cuerda, dando esos saltitos típicos de escaladores.
Cuando bajé miré hacia arriba y me sentí importante; me hubiese gustado decirle a todos “¡miren lo que hice!” o “¡yo subí eso!”. Para los que practican este deporte u otros, me imagino que sienten lo mismo, cada vez avanzando más, creciendo más y logrando mayores desafíos. ¿Lo mejor de esto? Es que son desafíos que cada uno se propone y elige.
Quizás antes pensaba que el deporte solo contribuía a tener un mejor estado físico; hoy pienso que el deporte es mucho más que eso, es un sentir constante, es una meta diferente cada vez, un querer ser mejor en lo que haces, un estilo de vida donde día a día te permites recordar que estás queriendo mejorar. Me agrada la idea de pensar en eso, en no quedarte inmóvil viendo como la vida pasa, sino ir con ella.
La Escalada en Muro -además de hacerme reflexionar-, me hizo querer subir una y otra vez, me hizo comenzar a preparar mi cuerpo para esto, trabajar un poco la fuerza, aprender a respirar bien, salir a correr y comenzar a pensar en el ejercicio en general como algo que necesito.
Puede sonar un poco apresurado, pero quisiera lograrlo, ¿saben? Así que bueno, me acerqué al instructor y le pregunté: ¿cuándo comenzamos las clases?