La primera de las cuatro fechas de uno de los circuitos más importantes del país se realizó cerca de Los Andes. Los protagonistas fueron el trekking y el mountabike.
Texto: Álvaro Reyes / Fotos: Francisco Ibarra
En la pequeña localidad de los Ranchillos, en los cerros de Los Andes se dio inicio a la XIII versión del circuito de carreras de aventura Columbia Challenge. En esta ocasión se trató de una carrera diurna de 8 horas, en una superficie de 35 kilómetros cuadrados, tipo trébol y travesía con disciplinas de mountainbike y trekking.
Nelson Yañez, el nuevo director del Columbia Challenge, debutó preparando el circuito que se inició en bicicleta. El comienzo tuvo pedeleo y también caminata, pues las subidas obligaron a llevar la bicicleta a la rastra. Afortunadamente el día estuvo ideal para que los corredores realizaran un esfuerzo adicional, pues no hizo mucho calor. A ratos la neblina que subió desde el valle amenazó con cubrir los puntos de referencia.
Luego de un inicio frenético en que los participantes avanzaron por tres rutas distintas en busca de los PCS (puntos de control) y siguiendo los caminos que mostraba el mapa entregado por la organización, cada equipo tomó sus elecciones de ruta y los corredores se fueron distanciando unos de otros, ya sea por capacidad física o por errores de navegación. Todo aquel que realizó una buena lectura del mapa pudo optimizar su esfuerzo al recorrer menos distancia o evitar una subida adicional, que a la larga significa un ahorro de energía.
A unos 12 km del PC camp se encontraba el punto de transición a trekking, donde cada equipo dejaba su bicicleta para ir trotando o caminando a encontrar los cinco PCS dispuestos por la organización.
Si bien la navegación que debía realizarse en este trekking, no tenía gran complejidad, constantemente había que subir y bajar laderas de cerros y adentrase en las quebradas en búsqueda de cada punto. Dado el terreno, paisaje y vegetación, el peor obstáculo fueron las espinas que ya habían dañado las ruedas de las bicicletas y ahora atravesaban las zapatillas. Lo mejor de esta etapa fue la imponente vista del monte Aconcagua. Desde los 1400 metros en que se desarrolló la etapa, los participantes fueron testigos de una postal del monte más alto de América.
Una vez Finalizado el trekking se debía volver al PC camp. En este recorrido varios equipos terminaron de marcar los puntos de bicicleta. Ya en el camp, cada corredor debió preparar nuevamente sus zapatillas para un trekking más plano que el anterior, pero con más accidentes geográficos. Esto obligó a entrar y salir de quebradas en la búsqueda de los puntos de control.
Finalmente un corto tramo de bicicleta permitió definir a los ganadores. Luego de una carrera físicamente dura, los vencedores recibieron el aplauso de los asistentes, como premio al esfuerzo desplegado en una nueva aventura del circuito de carreras de aventura más longevo y tradicional de nuestro país.