Partimos de nuevo, esta vez a un destino muy lejano, pero archiconocido. Indonesia es definitivamente mi segundo hogar, y a diferencia de Chile, se ajusta mucho mejor a mi personalidad: algo caótica, desordenada y a veces bulliciosa, aunque también más espiritual y conectada con la naturaleza y los detalles simples de la vida. No por nada fue parte de mi vida cotidiana por más de tres años, y lo más probable es que vuelva a serlo en un futuro espero cercano.
Texto: Pamela Garfias -: www.vieika.cl
Fotos: Luke Holman, Cristóbal Días, Pamela Garfias
Regreso a Indonesia entusiasmada, luego de otros tres años de ausencia. Me sorprende llegar, luego de agotadores días de aviones, escalas y tediosas esperas, y sentir que nunca me fui. Hasta empiezo a recordar el idioma, que regresa a mis labios espontáneamente, haciendo todo tanto más fácil.
El motivo de nuestro viaje es demasiado motivante. Como staff principal de nuestra empresa de buceo “VI’E IKA”, partimos en una misión conservacionista/social/humanitaria y sin fines de lucro hacia Hoga Island, una diminuta isla incrustada en medio del Archipiélago de Wakatobi, Sulawesi, centro del famoso “Coral Triangle” de Asia. Luego de finalizado nuestro proyecto, nos dedicaremos a viajar, explorar y buscar olas perfectas para surfear ¡No puedo pensar en nada mejor!
Nuestro proyecto
Hace un tiempo, el impacto humano, incluso en ecosistemas marinos de áreas tan remotas y poco conocidas como lo es Hoga Island, resulta evidente.
El Parque Nacional de Wakatobi – el tercer Parque Marino más grande de Indonesia – fue llamado alguna vez por el legendario explorador submarino Jacques Cousteau como el “Nirvana Subacuático”. Comprende un total de 1.4 millones de hectáreas, de las cuales 900 mil están cubiertas por distintas y coloridas especies de coral.
Lamentablemente, la paulatina llegada del turista occidental trajo consigo el plástico que, en mano de los habitantes locales (no conscientes del impacto ambiental que éste genera), ha hecho estragos en estas costas y en toda Indonesia. Esto, más el carácter despreocupado y, por qué no decirlo, la ignorancia de los isleños en relación a temas medioambientales, han transformado este paraíso en un basural. Este factor, sumado a prácticas tan destructivas como la pesca ilegal con explosivos, ha reducido a velocidades alarmantes la delicada fauna del lugar, además de los significativos daños al patrimonio y belleza natural de este lugar único en el mundo.
Nuestra misión en conjunto con voluntarios de la ONG internacional “Operation Wallacea” consistió en aportar con un granito de arena al esfuerzo de mitigación de estos efectos y de concientización general mediante una herramienta tan poderosa como es la educación medioambiental. Enseñando a bucear a distintos grupos de adolescentes, instándolos a apreciar la riqueza que se esconde bajo nuestros mares y ayudando a científicos de todo el mundo en sus estudios de restauración coralina, creemos que nuestra tarea es y será importante.
Como “Alicia en el País de las Maravillas”
En alguna oportunidad uno de nuestros clientes chilenos más queridos me dijo que yo, junto con el resto de los guías e instructores de buceo por supuesto, representaba para él a este famoso personaje de cuentos y películas. Tal como Alicia, yo “sumergía” a desconcertados espectadores a un mundo excepcional, lleno de criaturas mágicas y desconocidas hasta entonces. Este loco comentario nunca tuvo más significado para mí: bucear en Indonesia es como una caída libre en un mundo mágico, irreal, lleno, llenísimo de colores y formas extrañas. Indonesia bajo el agua es un jardín sumergido. Indonesia es “ultramarina”.
Cuesta imaginarse que en un futuro, y si seguimos en esta dinámica actual de no controlar nuestras interacciones negativas con el océano y el resto del planeta, los “Países de las Maravillas” del mundo -con sus respectivas Alicias- ya no existirán más. Esperamos de corazón que no sea así y soñamos con que en algún minuto despertará nuestra conciencia colectiva. Ojalá no sea demasiado tarde.
Aventuras sobre el agua
Pero no todo es buceo. Luego de finalizada nuestra misión en Wakatobi, nuestras alucinantes experiencias prosiguen.
Viajando en moto por montañas y aldeas aisladas, recorriendo escénicos campos de arroz y café, navegando en antiguos galeones construidos por piratas bugis, visitando los complejos y sangrientos rituales de los Toraja, una tribu muy particular, entre muchas otras aventuras, la expedición avanza sin mayores contratiempos.
Finalmente y luego de un mes recorriendo Sulawesi, llegamos por fin a Bali, la llamada “Isla de los Dioses”, y el surf se convierte en nuestro objetivo principal, o al menos el de Cristóbal, mi eterno compañero de trabajo y viajes. Y es que Bali, es sin duda una de las capitales de este deporte. Además, esta isla es un popular destino turístico y es conocida por sus finas artes que incluyen, entre otras, extrañas danzas, escultura, pintura, orfebrería, peletería, masajes, rituales curativos, y un particular estilo musical. Aparte de ser un destino turístico, es un punto de encuentro de mayoristas; moda, joyería, calzado, muebles o decoración de todo el mundo, que se abastecen en la isla para exportar después a sus países de origen. Bali lo tiene todo. Bali impresiona.
Para nosotros, en cambio, Bali y sus islas cercanas como Nusa Lembongan, Nusa Penida y más allá las populares “Gili Islands” significan otra cosa: relajo, surf y yoga. Apartándonos de toda la farándula y frenética vida nocturna, descubrimos lugares, personas y criaturas únicos. Y lo mejor de todo, es que sí, ¡encontramos a Nemo!
No obstante el surf si impone, sin duda, pero es imposible de que no. Olas perfectas, playas de arena, aguas por sobre los 27° C acompañan nuestros días, hasta que inevitablemente todo tiene que llegar a su fin como todo en la vida. La buena noticia es que Indonesia seguirá ahí, flotando en los mares de Oriente para siempre, esperando nuestro regreso.