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Entrevista: Eduardo Herman, Windsurfista

Se podría decir que Eduardo Herman es un hijo del mar. Hasta los 18 años vivió en la playa de La Herradura y gracias a las enseñanzas de su padre y hermanos, aprendió a navegar en windsurf. Desde ese entonces, nunca ha dejado de practicar esta disciplina a lo largo de todo Chile, y ha competido a nivel nacional e internacional.

34 años / windsurfista / chileno

¿Cuándo empezaste a andar en windsurf?

Aprendí a los seis años cuando fui con mis cuatro hermanos a un viaje al sur con mi papá. Él se había comprado una tabla para adultos y poco tiempo después adquirió una para niños.

¿Navegabas con tus hermanos?

Siempre fui súper deportista y me iba bien en los deportes en el colegio. Como también navegaban mis hermanos grandes eso era un plus porque es motivante tener partners para navegar y entrenar, así vas progresando más rápido, compites con el otro, se suman las ganas y energías y se evoluciona más rápido.

¿Cómo empezaste a mejorar?

Mejoré mi nivel gracias a mi papá que se daba el trabajo de llevarnos a navegar todos los fines de semana a diferentes lugares en la zona como Puerto Aldea en Tongoy, o los embalses en el interior como La Paloma.
Una vez fuimos a Punta de Choros y ahí hicimos nuestra primera gran aventura en la que cruzamos del continente a la isla de Damas.

¿Cuándo empezaste a competir?

Mi papá se las jugó por comprarnos equipos caros y nos empezó a llevar a competir a los campeonatos nacionales, principalmente a Pichidangui ya que en los noventas se hacían muchas competencias ahí. Como yo era chico, competir con los adultos me hizo mejorar mi nivel.

Jibe

¿Cómo compatibilizaste el windsurf con los estudios?

Mi hermano fue campeón nacional en el 99 y después le seguí los pasos. En el colegio competí harto a nivel juvenil y representé a Chile en los sudamericanos. El 2001 hubo un sudamericano en Chile, yo justo estaba en mi primer año de universidad, había entrado a estudiar Agronomía y como me preocupé más de entrenar y navegar que de estudiar, me fue mal en la universidad.

¿Y cómo seguiste tus estudios?

En el sudamericano no me fue bien así que tomé la decisión de dejar dormida la carrera de windsurfista. Siempre fue un sueño mío ser windsurfista profesional. Yo le decía a mis viejos que después del colegio quería dedicarme 100% al windsurf, pero me cambié a veterinaria lo que implicó dejar el windsurf. Si bien siempre me mantuve navegando y yendo a campeonatos, no fue suficiente para ser profesional y correr afuera a un nivel alto.

¿Cuándo retomaste el deporte?

Cuando terminé la universidad fui a Matanzas a hacer mi tesis al hotel Surazo, de propiedad de unos amigos, y me hice cargo de la escuela de windsurf. Matanzas implicó abrirme al windsurf en ola. Yo venía de la Herradura donde no había ola y allá se practicaba la regata y la velocidad. Todos los spots buenos para la ola están en la zona centro sur.

¿Las olas te impulsaron a tu carrera profesional?

Slalom one 9

Siempre tuve la inquietud de andar en la ola, me encantó y me volví loco. Lo único que hacía era navegar. Progresé súper rápido y agarré un buen nivel. En ese período retomé los campeonatos de regata y también de ola y me fue súper bien, fui campeón nacional varias veces y en los sudamericanos y mundiales saqué buenos puestos. Me contactaron de la federación de vela para ver si me tincaba realizar una campaña olímpica llamada RS:X de regata de agua plana, disciplina que no se practica en Chile.

¿De qué se trata la modalidad olímpica?

La única tabla que existe en Chile para esta modalidad la tengo yo. En esta tabla se compite con todas las condiciones de viento y para eso la tabla cuenta con una orza que no tienen las tablas tradicionales. Esa orza se usa con poco viento y sin planeo. Tuve que aprender a usarla y es un mundo diferente, es como aprender otro deporte.

¿Qué hiciste para lograr ese objetivo?

Me puse a trabajar en eso y fue difícil la adaptación porque tuve que hacer un trabajo fuerte en lo físico. A nivel olímpico, los navegantes están ultra entrenados y tienes que ponerte a la altura, además de tener una buena técnica.
Al final no me dio para clasificar. Peleé el cupo en un campeonato en Miami con un venezolano y un colombiano y estuve luchando con el colombiano hasta el último y no me dio. Fue una etapa bien dura ya que estuve dos años dedicado al objetivo de llegar a los JJOO. Cuando no logras el objetivo por el que trabajaste tanto, llega un período de replantarse las cosas, viene un bajón y toma tiempo recuperarse.

¿A qué te dedicas hoy?

Mi vida gira 100% en torno al windsurf, pero ya no desde una manera tan competitiva.
Introduje la clase olímpica juvenil en Chile. Creé el club y lo afilié a la federación de vela en Algarrobo. Hoy tenemos la academia en Algarrobo que funciona todo el año. Los niños de Algarrobo son todos navegantes y desde chicos se están acostumbrando.

¿Tienes más proyectos?

En Punta de Lobos

El otro proyecto es que estamos haciendo clases a los colegios municipales de la comuna de  Navidad, de quinto sexto y séptimo básico. Organizamos el primer campeonato interescolar de windsurf en Chile en Navidad. Esperamos que los niños terminen navegando bien en la ola y aprovechen Matanzas que es lo mejor.

¿En qué está el winsdurf hoy en día?

Hoy no está en su mejor momento. Fue un deporte muy fuerte en los años 80 y 90. En ese tiempo había menos variedad de equipos y cuando se juntaba la gente a competir, lo hacían todos con el mismo equipo y no había diferencia de rendimiento. Eran más justas las competencias.

¿Qué pasó después?

En los 90 apareció el funboard y aparecieron distintas velas. La industria se rayó, empezaron a sacar demasiada variedad de equipos y bajaron la flotabilidad y el volumen de las tablas. Eso hizo que muchos que navegaban, y trataron de cambiarse,  no lo lograron. Se tornó muy difícil, además estas nuevas tablas hacían que fuera imposible aprender. Esto pasó en todo el mundo.

¿Cómo se recuperó el windsurf?

En el 2000 la industria volvió a un concepto de tablas más grandes. Apareció la modalidad de Fórmula, con tablas más anchas y velas más grandes. Facilitaron el deporte, se dieron cuenta de que lo habían complicado mucho.

¿Qué entrega el windsurf?

Se lo recomiendo a los que quieran estar en contacto con la naturaleza, a los que quieran conocer gente nueva con el mismo interés. Uno se van haciendo amigos gracias al deporte. Te saca de lo cotidiano. Mientras navegas dejas los pensamientos de lado y estás 100% conectado con tus sentidos para ver el viento, mirar la ola, sentir dónde estas parado en la tabla. Es una especie de meditación y a mi me ayudó a superar momentos difíciles de mi vida. Te ayuda a tirar para arriba, liberas endorfinas y químicos cerebrales que te hacen más feliz.