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Randonnée en el Llaima

Nicolás Palma fue en busca del mejor ski de montaña en primavera y lo encontró en las laderas del Llaima; volcán activo de más de 3.000 metros de altura. Ubicado en el Parque Conguillio, en la Región de la Araucanía, no solo encontró la mejor nieve virgen sino que lagunas de aguas puras y cristalinas, glaciares y una impresionante vegetación.

Texto: Nicolás Palma Meyer/ Fotos: Nativo Producciones

Venir al Llaima es siempre un lujo, queda a un poco más de una hora de Temuco, el camino es bueno y el paisaje hermoso. Prácticamente todo el camino se observa el volcán y los bonitos paisajes de verdes potreros de pastoreo y siembras de todo tipo. El último pueblo es Cherquenco; desde ahí el camino comienza a subir lentamente, esta vez por bosques de robles y coigües hasta la entrada al Parque Conguillio.

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En la entrada nos registramos, y continuamos durante 6 kilómetros más para llegar hasta el refugio de Los Paraguas, a tomar un buen café para despertar. Aquí siempre te reciben con los brazos abiertos y mucho cariño. Además, el refugio cuenta con acogedoras y nuevas instalaciones para dormir y comer. Se llega hasta el refugio en vehículo, éste está ubicado a 1500 msnm y rodeado de bosques milenarios de araucarias y lengas. Un paisaje increíble y único en el mundo.

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Los Primeros Descensos

Tranquilo, saco mi equipo, pongo las pieles a mis esquíes, lleno la botella de una rica agua de montaña y me dispongo a salir junto a unos amigos. El invierno no ha estado muy bueno, pero nevó hace unos días y hoy hay sol y buena nieve para esquiar.

Comienzo a caminar tranquilamente para pasar un pequeño canalón e ingresar al bosque de araucarias; es una sensación increíble estar rodeado por estos árboles que han resistido erupciones, el clima y llevan ahí siglos parados viendo todo lo que pasa.

Se acaba el bosque y continúo por una pequeña arista nevada, y así sigo haciendo una travesía entre pequeños tramos de bosque y canalones en dirección al cerro Japonés. Tras 30 minutos de haber salido del refugio, nos encontramos a los pies del cerro que adquiere su nombre debido a las araucarias que están en sus faldas y que simulan bonsáis cuando se ve de lejos. Remontamos por un amplio bosque, haciendo zig-zags con los esquíes para llegar hasta el mirador de la cumbre, donde hay una cruz y observamos el refugio a la distancia y el imponente volcán Llaima frente a nosotros.

Tomamos un poco de agua, sacamos las pieles y nos pusimos los esquíes para descender hacia el sur, por el bonito valle del río Calbuco, donde esquiamos amplios canalones hasta tocar el bosque.

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Nuevamente, nos pusimos las pieles y comenzamos a remontar, esta vez en dirección al cerro Colorado, el cual tiene 1900 msnm. Desde el punto donde habíamos quedado, eran aproximadamente 400 metros de desnivel, lo cual nos tomó tranquilamente un poco más de una hora. Se puede llegar hasta su plana cumbre con los esquíes puestos, desde donde se observa hacia el norte el volcán Tolhuaca y hacia el sur el Villarrica, Quetrupillán, Lanin y Nevado de Sollipulli.

Comimos un poco mientras disfrutamos del paisaje y luego bajamos desde la cumbre del cerro Colorado, por una nieve primavera, muy fácil de esquiar, directo hasta el refugio.

Ordenamos nuestras cosas y vimos el tiempo para el día siguiente: el pronóstico venía bastante favorable, por lo que intentaríamos ir a la cumbre del volcán Llaima.

Cenamos en el refugio y nos dormimos temprano para descansar.

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La Anhelada Travesía

Nos despertamos a las 5 am, tomamos algo de desayuno y nos preparamos, saliendo alrededor de la 6 am. La mañana estaba fría y con una pequeña brisa, por lo que mantuvimos un ritmo constante y sin parar.

Desde el refugio, comenzamos a subir por terreno de poca pendiente, hasta llegar en un poco más de una hora al plateau glaciar, el cual sigue subiendo lentamente. Nos pusimos el arnés y nos encordamos, ya que nos dirigíamos hacia el collado entre el Llaima y pichi Llaima (pequeño Llaima), donde hay grandes grietas. Después de 5 horas desde el refugio, alrededor de las 11 am, llegábamos al collado entre los dos característicos conos del volcán. Ahí el sol ya nos comenzaba a calentar más, ya que estuvimos escondidos de él casi toda la mañana. El lugar es plano y con una vista espectacular hacia el lado este del volcán. Aparecía la sierra nevada frente a nosotros, y se veía claramente la laguna Verde abajo. Aprovechamos de comer y tomar algo antes de continuar, el día nos acompañaba así que había que disfrutar. Y, como no se podía continuar con esquíes de randonnée ya que estaba todo un poco más congelado, nos pusimos crampones y cargamos las tablas.

Primero, fuimos hacia la cumbre del pichi Llaima, lo cual nos tomó sólo 10 minutos desde el collado. El terreno era fácil de subir y arriba había bastante fumarola y un pequeño cráter. El cono principal se veía imponente y bastante más difícil de subir.

Bajamos nuevamente donde estaban las mochilas, y con crampones y piolet en mano comenzamos a subir en dirección al cráter principal. El terreno no estaba fácil; bastantes coliflores de hielo bien duras y una pendiente de sobre 45 grados.

Siempre todo parece más cerca de lo que es. Nos tomó casi una hora llegar hasta al borde del cráter. Estábamos del lado sur, el cual no es el más alto, y queríamos ir a la cumbre principal, por lo que comenzamos a darle la vuelta completamente. Estaba todo congelado y, a la vez, humeando por todos lados, era un paisaje particular. Pasamos por cuevas de nieve y, a veces, pequeños puentes de hielo colapsaban y caíamos un par de centímetros para asustarnos. Logramos dar la vuelta completa al cráter y posarnos en la cumbre que se encuentra del lado norte. Felices de la tremenda travesía que habíamos hecho, nos sentamos en la cumbre misma a comer y descansar, observando el hermoso paisaje invernal de la región.

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Bajando el Volcán

El volcán Llaima se encuentra en el centro de la región de la Araucanía, a sus faldas se extienden hermosos bosques, lagos, ríos, otras cadenas montañosas y también el famoso Parque Nacional Conguillio, el cual tiene como símbolo a este hermoso gigante que humea. El cráter del volcán es impresionante, un hoyo inmenso, al cual no se le ve fondo.

La bajada sería por un lugar completamente distinto, por la ruta que casi todos ascienden: la cara norte. En los primeros metros, hay que caminar con cuidado, ya que hay muchos hoyos producto de las fumarolas del volcán, todo está caliente y no hay mucha nieve. Unos metros más abajo, aparece el hielo con sus coliflores, pegadas sobre las rocas y formadas por el viento. Esta zona hay que bajarla con crampones y con cuidado, ya que es un poco empinada. Unos 100 metros bajo el cráter, nos pusimos los esquíes y comenzamos a bajar lentamente. Aún habían manchones de hielo, por lo que había que bajar tranquilos y poniendo atención en cada giro. Sólo los primeros metros son los más empinados, después ingresamos en un agradable canalón para comenzar a bajar por pendientes mucho más agradables y nieve más blanda y fácil. Ya habíamos salido de lo más complicado, ahora solo quedaba disfrutar de la bajada.

En media hora recorrimos el plateau y bajamos por las tranquilas laderas de regreso hasta el refugio. Más felices no podíamos estar, hicimos dos días increíbles de esquí de montaña, con muy buenas condiciones y grandes amigos. Y, para terminar de la mejor manera, en la tarde celebramos con un buen asado de cordero y un atardecer inigualable.

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Les recomiendo completamente visitar la zona; un lugar muy accesible donde se puede disfrutar de un grato ambiente y una naturaleza inigualable. En invierno, se puede disfrutar del esquí, las raquetas de nieve o de deslizarse en trineo en los alrededores; y en verano, se pueden hacer los distintos senderos que hay dentro del parque, además de disfrutar de la bicicleta y de la naturaleza en familia.

Quiero agradecer a “Nativo” por la excelente fotografía y profesionalismo.

Para más información pueden visitar: www.losparaguas.cl

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