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Montañas nevadas enormes, ríos caudalosos en pendientes que forjan las más duras rocas a su pasar. Rojos, amarillos y naranjos de la tierra, en contraste con el azul cielo de la cordillera; sin duda, la pesca de la zona central de los Andes chilenos y argentinos, es mi favorita.
Texto y Fotos: Martín Aylwin, andes-anglers.com
Como instructor de pesca con mosca trabajo observando el trabajo de mis alumnos y su progreso. Lo anterior, me exige estar concentrado al 100% desde la postura del pescador, hasta la forma en que toma la caña, ingresa cuidadosamente al río y se involucra con el medio. Debo estar muy atento a la forma en que se desenvuelve el medio durante el día (temperatura, estructura del río, tipos de insectos) para poder determinar la siguiente estrategia de pesca o el siguiente módulo de clases.
Lo anterior me ha llevado a detenerme en detalles magníficos sobre la naturaleza en mis salidas de pesca, que hace solo 6 años no notaba. Los detalles, texturas, colores, olores y desde luego, la pesca en sí misma, comenzaron a ser objeto de fascinación, por lo que decidí emprender un hobby hace años, que hoy se ha convertido en compañero inseparable de mis jornadas de pesca: la fotografía.
Mediante esta he podido capturar momentos mágicos, cuya imagen me acompaña hasta hoy, y me permite revivir esas experiencias durante la época de veda. De esta forma, cada lugar, cada momento, las risas entre amigos, el pique del día, o la trucha de tu vida han quedado retratadas para la posteridad.
En particular, la zona central es la que me ha cautivado. Desde luego, no es el tamaño de sus truchas, y tampoco lo frondoso de sus bosques, es simplemente lo impetuosa que es la naturaleza en el centro de nuestro país.
