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Niños arriba de la bicicleta: el prometedor auge del enduro

Foto: Luis Barra/Barraphoto

El crecimiento de la disciplina ha aumentado considerablemente en los más pequeños. El fenómeno ha sido aprovechado por las escuelas de enduro para niños, y hoy tienen a decenas de ellos entre sus filas.

Texto: Felipe Lemunguir

Cae la tarde en San Carlos de Apoquindo y las bicicletas se multiplican en los senderos de Las Varas. “¡Uh! Casi te caes. Ten un poco más de cuidado en la salida”. Es el consejo de un niño a otro tras un salto que casi termina mal. La dinámica se repite con el correr de los minutos y, más allá de las propias recomendaciones del instructor, los pequeños no se acomplejan en hacer reparos en sus movimientos. Son las nuevas generaciones de niños y niñas encima de las bicicletas de enduro.

Allí hace sus clases el rider Nicolás Calderón, fundador de Bici Coach, una de las escuelas de enduro para niños y niñas que potencian el desarrollo de la disciplina. “Es algo que ha crecido mucho. Hoy hay muchas escuelas. Muchas de las personas con las que corrí cuando chico hoy tienen tiendas, escuelas, arman eventos, carreras. Se desarrolló muy bien un mercado. Ese es un factor”, dice.

Claro está, el interés por el enduro fue creciendo exponencialmente. Si hasta la década de 2010 el downhill era la que acaparaba toda la atención, la especialidad del enduro comenzó a generar adeptos poco a poco y la semilla que germinó en 2009 comenzó a proliferar. Y de ese fenómeno han sido parte clave los más pequeños.

El biker Ignacio Rojo, fundador de Rojo Racing Team, contextualiza el crecimiento del enduro y el auge que se ha dado entre los niños. “Sin ser autorreferente, estamos muy relacionados a los inicios del enduro porque yo trabajaba en una tienda y comenzaron a llegar estas bicicletas muy fuerte. Muchos de mis alumnos comenzaron a tenerlas y empezamos con más gente a diseñar las pistas y, como desde 2016, empezaron a crecer más y más escuelas en el país. Es algo muy fuerte hoy, el modelo resultó”, subraya.

UNA BICICLETA PARA TODO

Está dicho, el enduro irrumpió con fuerza dentro en los más chicos. ¿La razón? “La bicicleta hizo que el deporte fuera accesible para todos. Los niños, ni nadie, necesitan que lo suban en camioneta, como el descenso. Y además puedes hacer otras cosas, recorrer el cerro, hacer trucos, saltar, y ellos fueron viendo eso y les quedó gustando, fueron acercándose más”, explica Calderón, que en Bici Coach tiene a unos 40 aprendices.

“Los niños veían el cross country como un poco de sufrimiento, porque era solo pedalear para arriba y muchos querían hacer saltos también. Lo mismo que el descenso: dependían de que los subieran. Entonces cuando aparece esta bicicleta es una solución, porque no dependes de nada más que tener ganas”, aporta Rojo.

Natural Riders en una de las clases que realizan en la Sexta Región. Foto: Camila Caniumil (@ccaniumil)

Josefina “Kuki” Gardulski, otra exponente nacional arriba de las dos ruedas e instructura de Natural Riders en la Sexta Región, narra que partió con una niña de dos años y medio, hace casi un lustro. “La mamá me dijo si podía sacarla al cerro y así empecé, luego se sumó otra, y otra y luego empecé con un taller. Muchos niños que nunca habían ido al cerro, pero que se metieron con todo. Para nosotros todo es enduro, los tomo desde ahí, y luego ellos complementan con descenso o con cross country, pero en el fondo el eje principal es aprender ir para arriba y para abajo, pero siempre pasándolo bien”.

LOS ENFOQUES DE LAS ESCUELAS DE ENDURO

Ya sea para divertirse, acercarse a la naturaleza, o para potenciar nuevos competidores, las escuelas comparten un objetivo: ayudar en la formación de los niños a través de la bicicleta.

La mayoría de las escuelas de enduro para niños tiene un modelo similar dentro de sus clases: potenciar el pedaleo de subida, hacer un calentamiento físico, hacer algunas pistas y disfrutar con algunos saltos. En esa dinámica, la idea es fortalecer algunas ideas técnicas de la bicicleta, pero también dejarlos disfrutar de algunos sectores donde pueden sentir la adrenalina de un salto. Y aunque el centro está en el enduro, también hay repasos a otros aspectos, como los que ofrece el descenso.

“Kuki” Gardulski subraya que “en el fondo es que los niños se enamoren de la bici. Pero también hay que ser parte del proceso formativo de acuerdo a sus procesos motrices y de desarrollos, respetar sus procesos emocionales, fortalecer sus valores, que aprendan de esfuerzo y perseverancia. Todo a través de la bicicleta. ¿Por qué? La emocionalidad de los niños es clave: muchos llegan cansados, frustrados, acá la idea es que aprendan a canalizar sus impulsos, sus niveles de ansiedad”.

«Kuki» Gardulski pone mucho énfasis en los desarrollos emocionales de los niños en Natural Riders. Foto: Camila Caniumil (@ccaniumil)

Además, la otrora corredora de motos cuenta que “yo los agarro desde los dos años y les entregamos herramientas para que desarrollen sus habilidades y desarrollen sus habilidades arriba de la bicicleta, pero reforzamos la educación al aire libre, que no dejen rastro en la naturaleza”.

Un enfoque similar tiene Sebastián Vásquez, tricampeón mundial master en downhill, en SV111 escuela que tiene unos 15 niños en un universo de 60 alumnos. “Somos una escuela en la que cerca del 90% no compite. Y la verdad es que buscamos que lo pasen bien, que aprendan a respetar el entorno y que en base a juegos vayan adquiriendo habilidades y control, a superar sus ritmos y a andar más rápido. Eso porque muchos quieren andar”.

EL OBJETIVO DE FORMAR CORREDORES

Eso sí, también hay escuelas de enduro para niños que tienen un espacio significativo para quienes quieren crecer y proyectarse como futuros competidores en la especialidad. “Ahora pusimos la rama racing, para los que quieren ponerle con todo, porque si bien nuestro foco son los valores, no podemos quitarle la oportunidad al que quiere ir más allá”, dice Gardulski sobre Natural Riders, que cuenta con unos 50 alumnos.

Y razones hay de sobra. Corredores como Pedro Burns o Paz “Pachi” Gallo, dos de los mejores exponentes en la especialidad, son motivación suficiente para aspirar a la alta competencia.

Los niños y niñas disfrutando de una pista en la escuela de Ignacio Rojo, Rojo Racing Team. Foto: Luis Barra/Barraphoto

Pablo Hobon, otro rider con vasto recorrido e instructor de Hobon Bike School, explica la otra cara de la moneda. “Es flexible en el sentido que no todos quieren ser pro y dedicarse a las carreras. Estamos enfocados en darle la mayor cantidad de herramientas y recursos para que tengan resultados en las competencias. Trato de transmitir esa competitividad sana. También está la parte lúdica y entretenida, pero la idea es llevar esto que nos apasiona a lo más profesional para que el día de mañana puedan desarrollarse como pilotos y tengan las herramientas técnicas”.

Rojo Racing, que tiene cerca de 80 niños de un universo de 120 alumnos, comparte esa orientación. “No quita el hecho que desde los primeros años se trabajan los aspectos formativos. Tenemos una pirámide: la base son los más chicos son nuestro semillero y la cúspide son los más racing. Nosotros partimos enfocados en esto último, super competitivos, con auspiciadores, mucha motivación, pero nuestro semillero incluye mucho lo lúdico”, detalla Ignacio Rojo.

Eso sí, Rojo puntualiza sobre un proyecto social que busca abrir la bicicleta y la montaña. Es en el colegio Farellones en donde junto a su corporación Con Propósito levantaron recursos mediante entidades privadas para así llevarles un taller que ya lleva cuatro años y donde han podido entregarles equipamiento, bicicletas nuevas y entrenadores. «Ese también es nuestro objetivo, aprovechando que residen en un lugar histórico, que tengan la posibilidad de permearse con su entorno y la bicicleta», acota.

LA PROYECCIÓN DE LAS ESCUELAS DE ENDURO

La proyección en las escuelas de enduro para niños y niñas es prometedor. Eso sí, el tiempo perdido producto de la pandemia de coronavirus truncó en parte el progreso que se llevaba. La primera tarea, asumen los especialistas, es reencantar a los más pequeños con la disciplina y, sobre todo, la naturaleza.

«Hay unos que tienen mucho nivel y otros que han perdido la motivación. Tengo niños de seis y nueve, Mateo y ‘Pipe’, que tienen un nivel increíble, hacen saltos impensados para su edad. Tienen buena proyección, porque además de que están dispuestos a todo, sus papás también. Es decir, hoy les permiten poner la bicicleta entre las prioridades y así combatir el encierro», dice Nico Calderón.

«Kuki» Gardulski revela que «les estoy sacando el juego a unos siete niños. Partieron andando en el cerro conmigo y hoy tienen mucho potencial. Sus papás me dicen que están muy motivados, entonces los estamos preparando para el momento de correr».

Aunque la visión es compartida, también han reparos respecto del corto plazo. «como profesor me cuesta un poco ver eso, chicos que tengan mucha hambre de correr y ser los próximos referentes en la bicicleta, y lo digo porque hay mucha cantidad de recursos en comparación a años atrás. Creo que con una competencia nacional encenderemos esa llama. Chile tiene un altísimo nivel de enduro, nada muy lejos de lo que se vive en una Copa del Mundo», dice Pablo Hobon.

Eso sí, el fundador de Hobon Bike School, a cargo de 30 niños, complementa y dice que pese a eso «en la escuela también algunos tienen un buen futuro. Porque al ser chicos aprenden muy rápido, algo que con constancia y perseverancia se pueden proyectar mucho. Hay niñas muy hábiles, muy talentosas. Hay que poner un poco más de empeño si queremos más corredoras como la ‘Pachi’ Gallo».