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Freediving en Caburgua

El buceo libre o apnea genera en las personas que lo practican sensaciones variadas e intensas. Es una disciplina que al mismo tiempo te conecta con el medioambiente y contigo mismo, un desafío tan físico como mental. Dos instructores de la escuela Soloapnea, nos cuentan cómo es la sensación que genera esta práctica y cómo comenzaron a instalarse en el cristalino lago Caburgua.

 

Texto: Daniel Arias y Sebastián Álamos

 

Aguantar la respiración de forma voluntaria con el objetivo de bajar una X cantidad de metros dentro del agua o desplazarse debajo de ella de forma horizontal, no es una locura como la mayoría de la gente piensa. Al contrario, nuestro cuerpo aun conserva en su ADN el registro de haber sido animales acuáticos, y tenemos mecanismos que nos permiten permanecer sumergidos más tiempo del que se cree y bajar a profundidades que, para muchos, suenan imposibles de alcanzar. En ese sentido, no somos tan distintos a los delfines, focas o ballenas: a todos nos ocurren modificaciones fisiológicas parecidas mientras buceamos y en el momento en que contenemos el aire en nuestros pulmones.

Fenómenos como la bradicardia, vasoconstricción periférica, la contracción del bazo y la hemocompensación del pulmón, entre otros, son los principales mecanismos que componen el “reflejo de inmersión mamífero” que se manifiesta en nuestro cuerpo cuando nos sumergimos en el agua. Tienen como objetivo la conservación del oxígeno en la apnea y nos preparan para las inmersiones profundas.

Aprender y practicar el buceo libre es sin duda una experiencia novedosa y que no deja indiferente a nadie que lo haya vivido, ya que te reencuentra con estas capacidades que para muchos son desconocidas. Lo importante, es que puedes aprender a aplicarlas si tienes la voluntad de superar y mover límites.

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Exploraciones Araucanas

Así lo hemos comprobado nosotros cada vez que vamos al agua con alumnos; no solo por los nuevos conocimientos que aprenden cada uno de ellos, relacionados con técnicas de respiración, ecualización y relajación (mental y corporal), sino también por la continua sorpresa y gratificación que les provoca darse cuenta que los límites, a los que estaban acostumbrados, comienzan a desvanecerse, para dar paso a un continuo progreso en profundidad, tiempo o distancia en inmersión. Todo esto, con el tiempo, se transforma en experiencias cada vez más placenteras y conscientes.

Encontrar un lugar en Chile que reúna condiciones ideales para la instrucción en apnea de forma permanente, a pesar de la enorme costa que nos circunda, no es tan fácil. El Pacífico es frío, correntoso, generalmente de oleaje fuerte y con condiciones de visibilidad de agua muy variables. Por eso, durante el año nos desplazamos a Los Molles, lugar que concentra varios operadores de buceo dada la impresionante fauna marina que aún se conserva y la claridad de sus aguas. Pero, a pesar de ello, decidimos buscar un lugar que nos permitiera condiciones más estables durante la temporada alta, y que nos entregara un entorno natural distinto.

Existe en el sur de Chile, específicamente en la región de la Araucanía, un lugar único que reúne todas las características que buscábamos para poder practicar y difundir este deporte. Claro que esto, recién lo supimos en agosto del 2013, cuando decidimos viajar a la zona de Pucón y explorar los lagos que existen en ese lugar.

Después de explorar las riberas de lagos como el Villarrica, Colico y otros -acumulando más frustración que otra cosa-, todas las voces locales nos empujaban hacia Caburgua, que era conocido por la claridad de sus aguas. Llegamos al embarcadero de Playa Negra con un lago absolutamente planchado, un verdadero espejo de agua, una enorme piscina rodeada de bosques, cerros y cumbres nevadas.

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Tesoros del fondo del lago

Bajamos el bote, nos equipamos con nuestros trajes de neopreno, subimos el equipo y navegamos rumbo al fondo del lago. Ya en el trayecto uno se podía dar cuenta de lo cristalino y puro de sus aguas, más aun al acercarnos a Playa Blanca, donde las arenas nos daban la impresión de estar en el mar Caribe.

5, 8, 10 y hasta 15 metros de visibilidad es posible encontrar en estas aguas, dependiendo de la profundidad y cuan cercano a la costa uno se encuentre. Estar ahí, ya era impresionante.

Pero sin duda, lo mejor, estaba por venir. El lugar más espectacular se encuentra en una zona de roqueríos cercanos a Playa Blanca. Anclamos el bote y lo que vimos fue increíble. Un fondo rocoso, lleno de árboles milenarios, de distintos tamaños, se encontraban sumergidos junto a acantilados y farellones de roca hundidos.

Bucear ahí es único, distinto y sobrecogedor. No podíamos creer que un fondo lacustre pudiera esconder y contener tanta diversidad de colores y formas, incluso fauna, como pejerreyes argentinos, cangrejos y una que otra trucha o salmón.

Recorrer sus aguas a distintas profundidades era descubrir un mundo nuevo, un mundo quizás nunca antes explorado, un lugar que no sabíamos que existía y que al parecer nos estaba esperando hace años para mostrarnos y demostrarnos que no solo en el mar se puede bucear, que no solo el mar esconde tesoros únicos, que no solo en nuestras costas es posible apreciar distintas formas de vida. El Caburgua, nos enseñó que los lagos también son atractivos y que es posible hacer más cosas de lo que uno cree.

Fue ahí, y después de 5 horas aproximadas de buceo, que decidimos llevar a cabo un proyecto para desarrollar nuestra Escuela y poder entregarle a las personas todo lo que como instructores hemos aprendido respecto de este deporte.

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 La Plataforma

Lo que vino después, fue un largo e interesante proceso en conjunto con la Capitanía de Puerto Pucón y la Armada de Chile. Gracias a su apoyo a través de un sin número de conversaciones, reuniones, especificaciones y procedimientos solicitados, logramos presentar nuestro proyecto y obtener la resolución que nos reconoce como la primera entidad náutica con permiso para operar como escuela de apnea.

Esto, no fue fácil, ya que nuestra escuela era única y novedosa. Nunca antes, se había solicitado un permiso para poder llevar a cabo una Escuela de Buceo Libre enfocada en profundidad en nuestro país y menos con la infraestructura que estábamos pensando y proponiendo.

Para que el desarrollo de este deporte fuera todo un éxito, necesariamente debíamos contar con una estructura donde poder realizar los cursos tanto en la parte teórica como en la práctica. Un lugar cómodo tanto para alumnos como para instructores que cumpliera con altos estándares de calidad y sobre todo de seguridad exigidos.

Es por esa razón y después de varias semanas de construcción junto a personas tanto de Santiago como de la zona, logramos construir y dar vida a siete módulos flotantes de madera.

La “Plataforma”, fue anclada por dos muertos de mil kilos cada uno cerca de Playa Blanca, transformándose así, en el lugar idóneo para conocer, aprender y practicar este deporte. 5 líneas a distintas profundidades esperan a cada una de las personas que quieran experimentar algo nuevo y vivir emociones distintas. Rocas y árboles sumergidos están todo el año, especialmente en verano, a quien quiera descubrirlos y conocerlos. Pero lo más importante, es que este lugar, es una invitación a descubrirse a sí mismo. Porque así es el buceo en apnea, una experiencia, un lugar de conexión entre el cuerpo y la mente, un espacio de unión con el presente donde no existe ni el pasado ni en el futuro, solamente el ahora y donde lo único que importa, es sentir el momento rodeado únicamente de tu ser y del azul profundo de Caburgua.

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