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Deslizándose en Cerro Castillo

Hace dos años tenía la intención de ir a andar en snowboard en los alrededores del Campamento Neozelandés, ubicado en la Reserva Nacional Cerro Castillo, región de Aysén. El punto de partida era formar el equipo humano apropiado, tanto en técnica como en experiencia; hablando con mi amigo-socio-hermano Cristián Anguita y mi compañero de esquí en el Viejo Continente, el francés Timoteo Teaux, decidimos embarcarnos en esta nueva expedición.

Texto: Adolfo Santa María
Fotos: Jeremy Bernard, www.jeremy-bernard.com

Con el apoyo de Sernatur, que también se sumó a esta aventura, fuimos armando las piezas del puzzle: necesitábamos contar con un fotógrafo, un par de esquiadores más y un camarógrafo, todos dispuestos a jugárselas. Eso significaba, entre otras cosas, soportar las inclemencias del clima patagónico y cargar pesadas mochilas camino al objetivo; pero si el tiempo estaba bueno, tendríamos el premio de deslizarnos por las laderas vírgenes del Cerro Castillo y sus alrededores.
Durante los meses siguientes se completó el equipo: éramos dos chilenos, Cristián y yo; dos hermanos suizos, Loris y Nicolas; dos franceses, mi amigo Timy y nuestro fotógrafo, Jeremy; y un italiano, Guido, que sería el camarógrafo del grupo. Así fue como llegué a Coihaique el 29 de agosto de 2013, adelantándome una semana al arribo del grupo, para preparar nuestra expedición a Cerro Castillo.
La Patagonia no me recibió con las mejores condiciones climáticas: había llovido durante una semana sin parar y la isoterma estaba a 1800 msnm, ¡pero no importaba! En esos momentos había cosas más importantes por resolver, como organizar el alojamiento, transporte y comida para la expedición.

AM Shooting

Pieles y Matorral

Después de una semana de planificación y exploración en los alrededores de Coyhaique, acompañado de riders locales, las condiciones del tiempo no habían cambiado y, para colmo, no había pronóstico favorable. Tan pronto como llegó el resto del equipo, les comenté nuestra situación y planteamos el Plan B. Esa misma noche nos sentamos en la mesa, con cartas topográficas en mano y, confiando en la ayuda de los guías locales, los buenos augurios y las condiciones de la nieve de las semanas anteriores, decidimos probar suerte yendo hacia el sur
En nuestra potente van Ford, cargada de comida para un mes, con equipos de montaña, filmación, ¡y muy buena actitud!, partimos a la aventura.
La Carretera Austral regala paisajes hermosos e inolvidables, naturaleza virgen, montañas muy empinadas, glaciares; el inmenso lago General Carrera sería nuestro compañero durante las próximas semanas. La tentación por detenernos a fotografiar nos rondaba a cada instante, pero nuestro objetivo era otro: poder deslizarnos por esas laderas nevadas y vírgenes, nuestra pasión.
Nos quedamos algunos días en Bahía Catalina, localidad ubicada a orillas del Carrera, entre Puerto Tranquilo y Puerto Bertrand, a la espera de cómo se nos venía el tiempo.
¡Y llegó el sol! Después de cinco días detenidos, nos ponemos nuestros esquíes y tablas, ¡para por fin poder deslizarnos! Vemos un cerro –cuyo nombre olvidé, ¡disculpen!- tapado con nieve; solo tenemos que realizar una pequeña aproximación de dos horas y media atravesando matorral patagónico para llegar a la nieve, que en ese momento estaba algo húmeda.
No eran las mejores condiciones pero ya estábamos sobre las pieles y ¡a caminar se ha dicho! Las ráfagas de viento no nos permitían avanzar al ritmo deseado, las nubes se acercaban tan rápidas como el viento. Decidimos sacar las pieles en un lugar protegido y, de una vez por todas, deslizarnos en las faldas del cerro, para volver a caminar por otra hora y media más entre los matorrales.

Patagonie_2013_┬®www.jeremy-bernard.com-7337

Reality Patagón

Los chilenos estábamos relajados, solo nos quedaba llamar con el pensamiento al buen tiempo; por su parte, los suizos estaban entrando a desesperarse, mientras que los franceses y el italiano no daban signos y síntomas para saber su estado anímico.
¡Vuelve la lluvia! Bueno, ya que estamos en Patagonia, ¡a comer cordero y tomar vino se ha dicho!
En el asado conocimos un guía local de Chile Chico y nos contó que la semana anterior había nieve en sus cerros. Después de discutir con el grupo decidimos tomar suerte; en el peor de los casos recorreríamos todo el lado chileno de la cuenca del General Carrera .
El Plan C nos llevó Chile Chico. Durante el camino fuimos parando y chequeando las condiciones de la nieve, que seguían siendo nada favorables. Finalmente llegamos al pueblo y ¡no había nieve!
Después de una semana y media de viaje empiezan aflorar las verdaderas personalidades de cada uno. Los chilenos seguimos relajados, conscientes que el clima no es manejable, total nos queda una semana y media más de viaje. Los suizos, en cambio, estaban desesperados: ellos vienen a esquiar a Patagonia y como buen reloj suizo tiene que funcionar todo a la perfección. La nación francesa se divide: Timy mi amigo se une al bando latinoamericano y no pierde la esperanza; Jeremy, en cambio quiere volver a su continente. Guido, sin más compañeros italianos, se mantiene neutral: dice que su trabajo es grabar y el reality está bueno.
El pronóstico del tiempo augura una ventana de 6 dias de buen tiempo en Villa Cerro Castillo; decidimos a probar suerte y quemar los últimos cartuchos de esperanza. En Chile Chico nos abastecimos de todo lo que nos hacía falta. Durante la travesía del ferry organizamos los caballos que nos aproximarán hacia el Campamento Neozelandés y retomar nuestro “Plan A”.

al mal tiempo, buen cordero

Estudio de Luz

A la madrugada y con el vapor saliendo por las narices de nuestros fieles corceles, empezamos aproximarnos por 3 horas, a paso enérgico, hasta llegar a una gran reja con un cartel “Reserva Nacional Cerro Castillo”. Les dimos las gracias a los “guiauchos” (mezcla entre guías y gauchos) y sus animales por le aventón concedido. Era hora de empezar a ser autosuficientes y portear cada uno su equipo. Hubo que transferir la carga transportada por 9 caballos a 7 personas: cada mochila pesaba aproximadamente 40 kilos.
Opté por cargar todo el equipo a mi cargo y hacer el tramo al campamento de una sola vez, avanzado a paso lento. El resto del equipo prefirió hacer 2 viajes. Después de 6 horas caminando entre lengas, cruzando puentes, arroyos cristalinos, contemplando las bellas agujas de roca y hielo hasta llegar al campamento, podemos al fin descansar y comer tranquilos, cobijados por este valle lleno de líneas infinitas y estrellas, al calor del fuego.
Al siguiente día decidimos descansar por la mañana y estudiar como se comportaba la luz del sol en el valle. Ese mismo día, para calentar motores hicimos una ascencion de 5 horas por 3 diferentes corredores -que estarían divididos por países- para luego bajar a la luz de los tonos violetas y anaranjados del atardecer. Estábamos nerviosos; no sabíamos cómo se iba a comportar la nieve y cual seria su estabilidad. Por las radios escuchamos a los suizos felices y llenos de alegría, esquiando una perfecta nieve primavera; después fue el turno de Francia y Chile, mientras el equipo audiovisual inmortalizaba las figuras que íbamos dejándo en la nieve con el Castillo como telón de fondo.

 

Zonas Remotas

Después de celebrar nuestro primer día real de ski y snowboard, empezaron a surgir los nuevos desafíos de cada grupo. Los hermanos suizos querían ir por una línea muy empinada, a la cual solo le llegaba luz por unos minutos al amanecer: empezarían a moverse a las 3 de la mañana, acompañados solo por sus frontales y la luna.
Cristián, mi compañero chileno, se aventuró en solitario a un chute de película, logrando una excelente bajada en un terreno muy técnico. Mi amigo Timy y yo decidimos subir juntos, en una ascensión que fue especialmente difícil: por cada metro que subíamos, la ladera se tornaba más empinada y dura. Clavando nuestros crampones y piolets, al final parecía más una escalada en hielo que una subida a pie, para luego bajar deslizándonos. Después de 1 hora y 45 minutos de difícil ascensión, con desprendimientos de rocas y sin protección, tomamos la decisión de bajar caminando hasta llegar a un punto seguro y ponernos nuestro equipo para bajar. Fue un día duro, pero la seguridad en zonas remotas es lo más importante.
La caminata del día anterior nos permitió ver cosas que no observábamos desde nuestro campamento, como las dos canaletas gigantes que subían hasta llegar, prácticamente, a la cima del Cerro Castillo. Como los chilenos éramos dos y creíamos todavía tener energías, decidimos aventurarnos por la patria, ya que ninguno de los compañeros del Viejo Continente quiso aceptar nuestra invitación, debido al cansancio.

primeras lineas en el Campamento Neozelandes

El Mejor Camino

Tomamos desayuno a las 05:20, durante la mañana más helada de nuestro viaje: el termómetro marcaba – 15C. Al cabo de ocho horas y ascender 1.300 metros de desnivel, alcanzamos la cima del canaletón, para iniciar una de las mejores bajadas que recuerde, un chute eterno de mucha pendiente. También ha sido una de las veces en que más miedo he sentido; en el caso de desprendimiento de nieve, mi única salida estaba a cientos de metros más abajo, y una caída podría ser fatal.
Este viaje nos dejó muchas enseñanzas y grandes experiencias a todo el equipo. Para los hermanos suizos un viaje que se estaba transformando en una pesadilla término siendo el mejor experiencia en esquí de montaña de sus vidas, donde venir a un país diferente culturalmente y lejos de las comodidades y seguridad de los Alpes. Para, Jeremy, el fotógrafo, este viaje ha sido el de mayor desgaste físico que ha tenido en su vida, ¡y no cree que vuelva! Timy nuevamente pudo disfrutar con todos sus sentidos su pasión por la montaña, estrechar sus lazos con Chile y superar la adversidad. Para nosotros, los chilenos, la mejor bajada de nuestras vidas. Nuestras piernas, pulmones y cabeza fueron lo suficientemente fuerte para superar toda adversidad y mantener la moral alta, cumpliendo los objetivos que nos habíamos propuesto
Patagonia nos enseñó a tener paciencia, nos obligó a desviarnos del objetivo para que conociésemos más lugares de la región y a su gente. Agradezco por eso. El mejor camino no siempre es la Ruta Lógica.

panqueques mañaneros

Agradecimientos
A mi familia, Chilebackcountry, Sernatur, Lippi, Spy, Rossignol, Drift, Courant por apoyar y confiar en nuestra aventuras

 

 

primera bajada en tierras patagonicas (2)