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Ascenso al Onteaiken en Magallanes

La provincia de Última Esperanza en la región de Magallanes, es una zona orográficamente muy atractiva. Su capital, Puerto Natales, está rodeada de cordones montañosos de una altura media de 1500 mnsm, siendo los más característicos la cordillera Moore, sierra Señoret, cordillera Chacabuco y cordillera Prat. A continuación de contamos esta travesía.

Texto y Fotos: Francisco Ramírez

El Cerro Onteaiken  (1400 msnm) es una de estas cumbres que esperan a los montañistas; nosotros los con este nombre, ya que fuimos al parecer la segunda cordada en lograr su cumbre, luego de que, muchos años atrás, otro grupo de montañistas la alcanzara, sin darle nombre.

Localizado a 30 kilómetros aproximadamente al norte de Puerto Natales, en la cordillera Prat, el  Onteaiken es un cerro muy poco concurrido debido a la presencia de su vecino, el  Prat, el cual es 100 metros más alto y goza de mayor popularidad.

Sin embargo, siendo el Onteaiken una especie de hermano menor, ofrece un ascenso cuyas características lo hacen mucho más técnico que varios de sus vecinos cercanos. La gran vertical de roca de 50 metros que debe escalarse para posarse sobre la cima, no deja indiferente a ningún montañés.

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A la montaña se accede por el camino que lleva hacia el Monumento Natural Cueva del Milodón. Una vez en los pies de esta, posterior a una corta aproximación, el ascenso comienza de forma inmediata, debiendo sortear durante la jornada, el amplio y frondoso bosque nativo, que al igual que en todos los cerros de la zona, cubre de espesa vegetación las faldas hasta una cota de entre 600 a 800 metros.

El valor del bosque

Dejado el vehículo atrás y listos con nuestro equipo junto a mi cordada, Fito, comenzamos con la aventura propiamente tal. Para aproximarnos, se debió superar en primera instancia, una amplia zona de turberas que posteriormente nos llevó a cruzar un río, lo cual en total nos llevó un tiempo aproximado de 45 minutos.

Luego de esto, el gran bosque compuesto principalmente por Nothofagus  pumilio (lenga) y Nothofagus oblicua (coihue de Magallanes), se muestra imponente frente a nosotros, dejando ver pasadas y a ratos cerrándose según transcurría el ascenso; la dificultad que se presenta siempre en todas las montañas australes, radica en gran parte en su densa vegetación, que cubre de árboles y arbustos la ruta, atrasando e impidiendo muchas veces el acceso  y obligando a buscar rutas alternativas para llegar a un punto. Sin embargo, la gran biodiversidad que alberga un ecosistema como este, otorga a la aventura siempre un bello valor agregado.

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Después de 4 horas y habiendo encontrado un río a una cota de 600 metros, nos dispusimos a montar nuestro campamento. Instalada la carpa y habiéndonos puesto secos, procedimos a calentar agua para tomarnos unos buenos mates bajo las copas de lengas y en compañía de pequeñas aves como Aphrastura spinicauda (Rayaditos) y  Zonotrichia capensis (Chincoles).

Sobre nieve

Debido a que la ruta al Onteaiken la intentamos por la cara Este, y nos encontrábamos dentro del bosque, el sol dejó de entregarnos luz directa y calor por lo menos 2 horas antes de lo normal, por lo que el frío se hizo sentir rápidamente, siendo siempre los brebajes calientes, la mejor opción para combatir las bajas temperaturas, por lo que el mate, té y sopas, se convierten en grandes compañeros de montaña. Una vez servida la cena, y producto del frío reinante, nos dispusimos a meternos a la carpa y conversar respecto del día, del día siguiente y leer algo.

La segunda jornada, comenzó muy temprano por la mañana, estando listos después de un buen desayuno a las 08:00, para intentar alcanzar la nueva cumbre.

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Siguiendo por alrededor de una hora bajo la copa de los árboles, cerca de la cota de los 700 msnm, encontramos gran cantidad de nieve, muy blanda y profunda, lo que atrasó el avance dentro del bosque. Sin embargo, una vez fuera de él, el panorama cambio notablemente. La nieve producto del viento y bajas temperaturas se encontraba compacta y en un volumen mucho menor, lo que facilitó el avance sobre el terreno, que en estaciones más cálidas y secas, se transforma en agotadores acarreos.

Estando ya en terrenos montañosos, el paisaje se muestra soberbiamente de blanco, asomándose los grandes colosos vecinos como el Prat, con su escarpada cumbre, y el Esmeralda, con su imponente glaciar colgante, mientras que el gélido viento patagónico entumece la cara y el sol brilla sin calentar. Sin embargo, no éramos los únicos en el lugar, ya que a escasos metros por donde abríamos nuestra ruta, otro ya lo había hecho, y no se trataba de un montañista, sino que, de un típico amigo felino que en especial en la cordillera Prat, es muy avistado, y que tal vez esa noche o la misma mañana antes que nosotros, había pasado por el lugar.

La aventura por la cumbre

Como todo nuevo ascenso, muchas veces las falsas cumbres se presentan como queriendo jugar con el esfuerzo físico y mental del montañista, y el Onteaiken presentó por lo menos 3 de estas malas jugadas, lo que nos provocó junto a mi cordada una que otra risa, mezclada con un sentimiento de ansiedad.

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El ascenso por la ondeada pendiente blanca, seguía a paso firme y decisivo, en busca de poder encontrar un fuerte golpe de viento que nos señalara la cercanía a la cumbre, cuando finalmente, después de aproximadamente 4 horas desde el campamento, nos topamos en frente nuestro, con una gran pared de roca, alzándose la cumbre en su punta, 50 metros por sobre nosotros.

No teníamos previsto encontrarnos con una vertical tan imponente y escarpada como esa, por lo que no llevábamos equipo de escalada, sin embargo la emoción por la aventura y pasión por lo que hacemos, nos llevó a decidir con Fito que él se quedaría al otro lado del canalón a tomar las imágenes, mientras yo intentaría escalar la pared.

A medida que me iba acercando, la pared se mostraba cada vez más empinada y escarpada, con algo de nieve en sus fisuras, pero favorablemente limpia para trepar.

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Una vez montado, la fuerza mental se pone a prueba por sobre la física, realizando cada movimiento con la mayor frialdad y seguridad posible. Después de aproximadamente 20 minutos de escalada libre, la cima se ve a solo un paso, paso cual se muestra con una notable exposición, donde un pequeño error terminaría con una gran caída valle abajo.

Finalmente, a 30 minutos de trepada, el viento irrumpe con fuerza sobre el rostro, dando la bienvenida a la cumbre, una nueva que pasaría a nuestro registro deportivo. Tiempo más tarde llegaría mi amigo Fito para darnos el merecido abrazo cumbrero.

La cima, un filo muy acotado, además de ofrecer una increíble vista panorámica a la provincia -producto de localizarse en medio de dos vecinos de mayor envergadura- entrega una sensación de imponencia natural impagable. Una vez tomadas las fotografías, videos y almacenadas en la retina todas las bellas imágenes captadas durante el ascenso y la cumbre, nos disponemos a descender. Sin tener ningún contratiempo ni traspié, arribamos a nuestro campamento, desarmamos y  comenzamos el regreso al vehículo para retornar sanos y salvos a Puerto Natales.

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Datos Útiles

Como se comenta anteriormente, no se tenía previsto encontrarse con una vertical de 50 metros, la cual se escaló en estilo libre. Pero en caso de ascender nuevamente la montaña, el equipo de escalada compuesto por cuerda, cintas, mosquetones, ATC, arneses, será imprescindible para una óptima seguridad en la trepada, incluso crampones para superar las gélidas pendientes que presentaron un problema en ciertas partes con la creación de escalones para abrir la ruta. Esta montaña y todas las adyacentes, pueden ascenderse durante todo el año, cambiando su tecnicismo según las estaciones. A mi parecer, ascenderlas en estilo invernal, es lo recomendado para el que busque aventura con más dificultad, que brinde finalmente una sensación de mayor satisfacción para el montañés. Más información en enlaces

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Itinerario

Día 1: Puerto Natales – Campo Base.

Día 2: Campo Base – Cumbre – Puerto Natales