Interactive Coloring

drag iconDrag any color from the left toolbar to an area or text in the page. A blue outline will indicate a droppable element.

drag iconOn mobile, wait a tiny bit until you drag the color drop.

Abriendo caminos en los cielos del sur de Chile

Si hay algo que a los pilotos de parapente nos gusta, además de volar, es explorar nuevas zonas de vuelo, y Chile posee un gran potencial con respecto al vuelo libre. Actualmente, a lo largo del país, se puede estimar una cantidad de a lo menos sesenta zonas de vuelo, repartidas en diferentes tipos de clima y paisaje, considerando entre ellas lugares tan extremos como desiertos y volcanes.

Texto: Juan Pablo Mora / Fotos: Arturo Avalos, Marcelo Fernandez, Cesar Fuentealba, Rodrigo Amezaga, Juan Pablo Mora.

Cerro Mariposa, Temuco

Los primeros en volar más allá del Bio Bio, según algunas historias, fueron Roland Gubernatis y Julio Pablaza. Pilotos que, machete en mano, se abrían paso por los cerros, buscando un espacio para elevarse. Pero si se trata de despegues más oficiales, en el sur de nuestro país, el primer spot abierto fue el de Temuco. Hace ya 16 años, el instructor de parapente Arturo Ávalos, proveniente de Viña del Mar, llegó a vivir a Temuco. Durante mucho tiempo buscó un despegue para poder volar. En su investigación escuchó historias de una persona que había despegado en Ala Delta de algún punto de los cerros que rodean la ciudad, pero en sus exploraciones no había encontrado nada aún. Fué así que dió con el nombre de un amigo de la persona que había volado, y le contó la historia que termina con un aterrizaje forzoso en el Club Gimnástico Alemán de Temuco; “esta persona me confirmó que la historia era real y que efectivamente su amigo había despegado desde un cerro y había cruzado la ciudad volando en su delta, hasta aterrizar en el Gimnástico Alemán en una forma no muy decorosa, lesionandose… y por eso no siguió volando y la actividad no progresó”, cuenta Ávalos.

Para Recuadro Lonquimay

Decidido, Arturo comenzó a buscar la zona acompañado de ésta persona que conocía la historia, hasta que logró dar con el lugar: “una vez en la cima, me gustó una ladera para un posible despegue, pero tenía muchos matorrales y algunos árboles que generaban turbulencias en la salida. Como anécdota, recuerdo haber subido a pie el cerro para recorrer y conocer más, y al bajar me encontré con un camino que mostraba un acceso por donde se podía subir en vehículo”.

Luego de esto, Arturo Ávalos comenta que se reunió con el dueño del predio para contarle la idea que tenía en mente, a lo que el propietario se mostró de acuerdo, autorizando la creación de un despegue, lugar que preparó y optimizó con sus primeros alumnos en el sur, para transformarlo en lo que hoy en día se conoce como el despegue en el “Cerro Mariposa”,

Arturo cuenta que el primero en volar en ese nuevo despegue fue su ex alumno Mauricio Caamaño. Eventualmente, Ávalos compartió con sus alumnos la idea de volar en la costa y éstos, al conocer más la región, propusieron tres lugares, Chan Chan, Mehuín y Puerto Saavedra, siendo ésta última la más usada de las tres hoy en día. También conversaron de Cunco, “donde partíamos con Patricio Rademacher, Fernando Benito y no recuerdo, pero iba alguien más. Un lugar con muchas condiciones para el vuelo y una extensa ladera. Muy térmico. Llegamos a la cima y fui el primero en despegar. ¡Como anécdota puedo contar que  tuve una plegada de esas memorables! Los otros parapentistas al ver mi plegada, tardaron bastante en despegar, esperando a que bajaran un poco las condiciones (mucho calor, sol alto aún, muy térmico). No volvimos al lugar, ya que de donde despegamos, había una plantación de pinos pequeñitos, por lo tanto la única forma de hacerlo, era abrir la vela tipo repollo, hacer el inflado de esa forma, y tan solo en la medida que se ponía en la vertical, el parapente se abría un 100%, y luego de un chequeo rápido, al aire”, cuenta Arturo.

Zonas en la costa de sur de Chile

Parapenet-Licanray-Marcelo-Fernandez

El aumento en el número de pilotos en el sur llevó a la exploración de nuevas zonas; eventualmente los pilotos que provenían de ciudades cercanas descubrieron otros lugares en Concepción y Valdivia. Arturo los acompañó en aquellos viajes de exploración, donde dieron con el lugar perfecto en San Ignacio, una playa al norte de Valdivia, es una ladera inclinada, limpia y con una vista espectacular, especial para vuelo térmico – dinámico, con predominancia de dinámicas suaves, características de la costa. El primero en volar en ese lugar fue Arturo, y luego reunió  a un grupo de alumnos locales que se convirtieron en los primeros pilotos de Valdivia, quienes actualmente administran el lugar y han ido descubriendo nuevas rutas de Cross, como el tramo San Ignacio – Calfuco – Curiñanco. Pilotos como Fernando Muñoz, Diego Gallardo, Richard Tenchi, Martin Schwarzenberg, Claudio Leiva y Fernando Irigoin, entre otros, siguen volando constantemente en la zona y buscando nuevos lugares y rutas.

Puerto-Saavedra---Arturo-Avalos

Actualmente Mauricio Rivas, Cesar Fuentealba, César Painefilo y algunos otros más siguen explorando nuevos lugares en el sur, descubriendo hace poco el sector de Casa Piedra. La historia de este último la relata Mauricio Rivas, quien visualizó el lugar en la costa al norte del despegue de  Puerto Saavedra, y buscó una ruta para llegar a él. Luego de descubrir la ruta y llegar al lugar exacto, marcó el spot y tomó muchas fotos del lugar, que luego compartió con nosotros. Al viaje siguiente lo acompañamos a explorar llevando nuestros parapentes, en caso de que se diera la condición, pero lamentablemente ese día no se pudo volar. Finalmente en el tercer viaje César Painefilo logró despegar con una condición excelente, logrando además hacer un cross de varios kilómetros hacia el norte, abriendo así una nueva zona.

FOTO-LONQUIMAY

 

Cerro Challupén (Lugar de saludo)

Lican Ray significa en la lengua originaria mapudungun “Flor de roca”, debido a su conformación rocosa a orillas del lago Calafquén. La historia del despegue de Lican Ray puedo relatarla con propiedad. Cuando comencé mi instrucción de parapente conocí a un gran amigo, Alberto Muñoz,  con quien luego de nuestros primeros vuelos comenzamos a viajar en búsqueda de nuevos lugares para volar, buscábamos en mapas, Google Earth, viajamos en 4×4 y subimos cerros en búsqueda del lugar perfecto. Ya al segundo viaje a Lican se nos sumó Mauricio Rivas, con quien compartimos la misma pasión por explorar nuevos lugares.

El primero que puso sus ojos en Lican Ray fue Alberto; él me comentó el lugar y programamos un viaje exploratorio. Ese día recuerdo que sabíamos dónde queríamos llegar: lo habíamos visto en Google Earth pero no habíamos logrado encontrar el camino. Recorrimos varias horas por rutas de animales, senderos y no encontramos camino para llegar. En el segundo viaje, en el año 2008, se nos sumó Mauricio Rivas y Eduardo Inostroza, con quienes llegamos a una parte despejada del cerro… pero no encontramos despegue. Finalmente Alberto logró dar con un camino que llegaba a una pradera despejada a la mitad del cerro Challupén. El viaje siguiente subimos junto a Diego Gallardo para revisar los mapas y marcar el spot: ¡ese día fue el primer vuelo en Lican Ray! Alberto se mantuvo unos veinte minutos volando y aterrizó en un predio ubicado más abajo. Luego de aquel día comenzamos a invitar pilotos amigos para que conocieran el lugar: volamos varios ese año, y varios tuvimos accidentes leves al explorar una zona que no conocíamos.

Ranco - Rodrigo Amezaga

Volando a la altura de la cumbre del cerro podíamos ver una casa en la cima del mismo cerro. En ese tiempo las fotos de Google Earth no estaban actualizadas y no se veía construcciones ni rutas, pero desde el aire Alberto descubrió un camino y logró llegar a la casa por un camino que pasaba por detrás del cerro, y dar con el lugar que buscábamos desde el principio.

Era una pradera limpia e inclinada en la parte de arriba del cerro; Alberto conversó con los dueños, Flérida y Cristian, quienes ya nos habían visto volar antes y se mostraron muy interesados en conocer al resto de nosotros. Es así como una tarde subimos junto a Alberto y otros amigos pilotos para conocerlos y despegar desde este nuevo lugar y fue sin duda maravilloso: la altura del despegue y la geomorfología del suelo nos permitía ascender más que el despegue antiguo y finalmente nos quedamos ahí. Con el tiempo nos encariñamos con Flérida y Cristian y se convirtieron en grandes amigos. “Vimos en este lugar un potencial excelente para organizar un evento de parapente, además de mostrar la nueva zona, potenciar el turismo, mostrar nuestro deporte, y ayudar a los dueños del campo a crecer con esto”  agrega Alberto Muñoz. Esta zona, sin usar metáforas, le costó sangre a más de algún piloto explorador, y poco a poco se va convirtiendo en un spot favorito de muchos pilotos de Chile.

Puerto-Saavedra-2---Arturo-Avalos

 

Otro lugar que descubrimos fue Panguipulli: volando desde Lican Ray se ven tres lagos, uno de ellos es el Panguipulli, y al fondo se veía un cerro de unos 2.000 metros de altura que tenía buena orientación. Al igual que con Lican Ray intentamos llegar a un claro por muchos caminos hasta que en un viaje Alberto Muñoz, Cesar Fuentealba y Mauricio Rivas dieron con el punto, y Alberto hizo el vuelo inaugural. Ese día, bajo condiciones de pre frontal,  Albeto logró ascender hasta cerca de los dos mil seiscientos metros sobre el nivel del mar, casi dos mil metros sobre el nivel del lago. Pero el despegue era demasiado inclinado y lleno de ramas y raíces: Alberto rompió su vela en una ocasión. Finalmente descubrimos un despegue nuevo un poco más arriba, pero desde ese entonces, no hemos dado con un día que nos ofrezca condiciones favorables para volar y explorar más la zona.

Volcanes de La Araucanía

Otro de los lugares que abrimos desde que aprendimos a volar junto a Alberto, Mauricio y César Fuentealba son las dos zonas en los volcanes de la Araucanía: el primero fue en el volcán Lonquimay por el año 2008, y el segundo en el volcán Llaima ese mismo año, en donde también hicimos un pionero evento de parapente, el Cielo Bajo Zero, competencia de precisión a la cual fueron más de 20 pilotos chilenos y argentinos. Luego nos cambiamos de regreso al volcán Lonquimay porque las condiciones eran mejores en ese lugar, aunque la adrenalina de volar en un volcán activo como el Llaima siempre es atractiva.

_MG_7707

 

En los volcanes en particular, la exploración no fue tan sacrificada, puesto que la zona se prestaba casi por completo como despegue, aunque las condiciones de viento y térmicas las descubrimos en el camino. Recuerdo que Alberto Muñoz, Mauricio Rivas y César Painefilo volaron un verano en el volcán Lonquimay, y encontraron condiciones fuertes de viento, que resultaron en vuelos de altura muy sustentadores, pero bastante movidos.

_MG_7717

En otra oportunidad, subimos con Alberto Muñoz al volcán Villarrica, hasta el último andarivel, desplegué la vela e intenté despegar, corrí como nunca en la nieve para poder elevarme y cuando lo logré, alcancé a sentir un par de segundos de éxito cuando de pronto perdí sustentación y caí de unos 2 metros de altura a un banco de nieve que me tapó hasta la cintura. Alberto desde arriba reía, lo animé a despegar, pero se negó rotundamente entre carcajadas. Finalmente ese día demoramos tanto en volver a guardar la vela que cerraron los andariveles y debimos descender a pié. Es parte de la aventura.

Mucho por descubrir

Hoy se sigue explorando constantemente a lo largo de todo Chile, buscando nuevas zonas de vuelo. En el sur, existen muchas además de las mencionadas, pero no conozco sus historias. Actualmente Fuad Riadi y Diego Vergara, exploran nuevos lugares alrededor de Concepción, como cerro Calabozo y las Dunas Yani, sumando a los ya usados en esa zona. Más al sur, el piloto de parapente y paramotor Rodrigo Amezaga (Arroz) junto al piloto Pelao Sánchez abrieron el despegue en lago Ranco, “vi el cerro y la orientación y comencé a buscar la manera de llegar; consultando me comentaron que alguien alguna vez había despegado en Ala Delta de una meseta que finalmente encontramos, pero estaba cubierta de matorrales y maleza, así que junto a Pelao dedicamos un verano a limpiarla. Luego de eso inauguramos Pelao, Patrick Mac Kinnon y yo; hoy en día es un lugar muy bueno para volar” cuenta Rodrigo.

Así, poco a poco, van a apareciendo más lugares, siendo probable que hoy solo conozcamos una pequeña parte de los potenciales despegues que existen. Y no cabe duda que en los siguientes años aparecerán nuevas zonas y nuevos despegues, que podrían ser de carácter internacional. Hay mucho que descubrir.